Karl Marx del que dicen los comunistas que es el “padre del proletariado”, fue un enemigo de las reivindicaciones obreras, debido a que en una carta dirigida a Friedrich Bolte, el 23 de noviembre de 1871, atacó al libertario Mijaíl Bakunin, quien luchaba por las 8 horas de trabajo diarias, cuando en esa época la jornada era de más de 16 horas. La actitud de Marx con respecto a una demanda tan significativa para los asalariados en el siglo XIX, demostró el esquirolaje del que en muchas ocasiones han hecho gala los seguidores de los dogmas totalitarios, que solo les interesa utilizar a los trabajadores para su proyecto político.
Los mártires de Chicago por los que se conmemora el Día Internacional del Trabajo el primero de mayo, abrazaban los ideales anarquistas de Bakunin, quien había batallado por las 8 horas diarias de trabajo, y el sacrificio de estos adalides de las luchas obreras en 1886, también fue la consecuencia para continuar con la gesta en pro de reducir la jornada laboral, algo que indudablemente se debió a los mártires de chicago. Ulteriormente la OIT (Organización Internacional del Trabajo) produjo el Convenio 47 en 1935, para que el trabajo semanal fuera de 40 horas, algo aplicado en varios países, aunque hay otros en los que se trabaja 35 horas a la semana.
Y en Colombia en donde existe un gobierno del que hacen parte militantes de organizaciones marxistas, comenzando por la ministra de trabajo que pertenece al partido comunista, se debería conocer a fondo la historia del movimiento mundial de los trabajadores, que no es como la cuentan los adictos a la doctrina de Marx, puesto que desde que apareció el sindicalismo en el mundo hace 200 años, este ha tenido como principio fundamental la autonomía frente a los estados, gobiernos, partidos políticos, patronos y creencias religiosas, entre otras, y es de ahí donde el pluralismo aflora como la columna en donde se sostiene la unidad de las organizaciones obreras.
Ante lo que se avecina en los próximos años para Colombia con la actitud irracional y tarambana, que ya están asumiendo sectores extremistas de la denominada izquierda por el gobierno que se posesionó el 7 de agosto, el movimiento sindical debe volver a sus fuentes originales del siglo XIX, en donde los obreros guiados de manera formidable asumieron una posición en contra de Karl Marx.
Por eso los primeros anticomunistas o antimarxistas, fueron los obreros orientados por los libertarios, quienes le propinaron una vergonzosa derrota conceptual e ideológica al señor Marx, en la Primera Internacional de los trabajadores en el siglo XIX, por sus dogmas absolutistas, sin embargo en Colombia con ocasión del proceso de paz, se quería dizque proscribir el anticomunismo, situación que fue azuzada por marxistas leninistas.
En Colombia el sindicalismo no solo ha tenido que aguantar la persecución por parte de patronos y gobiernos, también ha resistido al paramilitarismo que le ha causado muchos muertos durante años, pero además las bandas armadas marxistas de las Farc, el Eln y otras, asesinaron a miles de líderes sindicales, en ocasiones porque no seguían sus designios o no eran de su corriente política e ideológica. Siendo el caso más conocido el crimen que cometió el M-19 en contra del líder sindical José Raquel Mercado presidente de la CTC (confederación de trabajadores de Colombia) en 1976, sin olvidar que historiadores muy serios, señal que el M-19 apareció como resultado de la infiltración que le hizo el comunismo a través de las Farc a la ANAPO (alianza nacional popular) a principios de los años setenta del siglo XX.
El partido comunista y las Farc en las negociaciones en La Habana buscaban proscribir el anticomunismo, elevando a delito el derecho a opinar, lo cual iría en contrapelo de la constitución política del Estado, porque el anticomunismo no solo se expresa de manera pacífica en la lucha política e ideológica, sino que también las grandes religiones de la humanidad en sus enseñanzas son abiertamente anticomunistas como ocurre con el Islam, el Hinduismo, el Budismo y el Cristianismo, de ahí que el respeto supersticioso que de manera astuta le buscan los dirigentes marxistas a su bodrio es una trampa, para que se les reduzca la vía hacia la consolidación de un bloque de poder hegemónico comunista.
Por ningún motivo se debe olvidar que los primeros anticomunistas fueron hace más de 150 años los trabajadores con sus organizaciones en la Primera Internacional, que impulsó los ideales libertarios seguidos por los mártires de Chicago, precisamente por esas razones el movimiento sindical tiene que ser: ¡Siempre libertario y nunca totalitario!.
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