Había aguardado desde el 13 de marzo para lanzar este nuevo escrito. No me quería apresurar ante las denuncias que empezaron a circular por medios de comunicación en los días siguiente al domingo de elecciones. Hoy, ya con un poco de certeza frente a los resultados de cómo estará compuesto el congreso bicameral que legisla en nuestro país, vale la pena analizar dos aspectos que considero quedaron para la historia.
1. Un sin sabor
En esta breve reflexión, la cual resalta el particular contexto por el cual navega Colombia, llama mucho la atención como a pesar de haber sufrido un estallido social de grandes proporciones a consecuencia de la propuesta de una reforma tributaria por parte del gobierno, se esperaba y lo lógico era que en las elecciones mas cercanas –legislativas 2022– el cambio que se reclamaba se hiciera efectivo por medio del voto para la nueva conformación de un órgano colegiado legislativo. A pesar de ese deseo, solamente cerca de 17 millones de personas (17’745.218 exactamente) acudieron a las urnas. En comparación con las mismas elecciones, pero en el 2018, el flujo de personas bajó, ya que hace cuatro años una cifra similar de colombianos (17’818.185 con exactitud) materializaron el voto, es decir, hubo una disminución de unas 70 mil personas (72.967 exactamente), número de votos más o menos necesario para ganar una curul en el Senado en una lista tradicional.
Se me viene a la memoria las elecciones del 5 de diciembre del año pasado a los CMJ (Consejos Municipales de Juventud), donde apenas 1,3 millones de jóvenes entre los 14 y 28 años acudieron a las urnas de 12,3 millones habilitados, ergo, tan solo participó el 10%. Para el caso, este 13 de marzo acudió menos del 50% de unos 38 millones (38’819.901 con exactitud) potenciales electores, según datos provistos por la Registraduría Nacional del Estado Civil. A grandes rasgos, las miles de protestas en redes sociales, y el Paro Nacional del 28A y todo lo que con ello ha acarreado, no sirvieron para absolutamente nada en materia electoral. En su lugar, como observamos, las personas asistieron en menor volumen a las urnas; entonces ¿Cómo es que queremos y lograremos un cambio?
2. En riesgo la democracia
“Salvado la democracia, maestro”, fue la célebre frase que se reprodujo por los micrófonos en medio de la retoma al Palacio de Justicia en 1985, pero que hoy, es todo lo contrario. Y aclaro que no lo digo porque una lista de izquierda haya obtenido la mayor votación, sino por la dudosa técnica usada por el registrador, Alexander Vega, que refleja algo así como una inseguridad electoral. La democracia, a mi criterio, podría estar frente a una crisis que en algún momento estallará.
Hay que partir del hecho que el domingo muy temprano, antes de las 8am, la página oficial de la Registraduría sufría un ataque o, simplemente, “se cayó” ante el alto flujo de personas –ambas hipótesis en materia de investigación–. En realidad, lo mas grave del asunto vino en horas de la noche del 13 y horas de la madrugada del 14 de marzo, pues se denunció que: 1) había un alto número de mesas sin reportar votos, y 2) comenzaban a circular formularios E-14 mal diligenciados.
Aquí hay que explicar ambos puntos.
Por un lado, el E-14, quizás sea hoy el formulario más conocido por los colombianos, y al mismo tiempo es el documento que deben diligenciar los jurados de votación al cierre del pre-conteo. Mismo documento que en varias mesas evidenciaba errores de conteo, espacios en blancos, tachones, entre otros. ¿Errores humanos?, ¿descuidos?, ¿desinformación? o ¿errores intencionales? algo que nunca sabremos de primera mano, a pesar de que muchos jueces ya han llamado a declarar a jurados acerca del tema.
Por el otro, es muy conocido por anteriores contiendas electores que en el escrutinio, por lo general, ha dado una variación de más o menos 2 mil votos, y eso, como algo raro. Llama la atención que en esta ocasión con el escrutinio poco más de 400 mil votos nuevos aparecieron, ¡Sí! más de 400 mil nuevos votos aparecieron. Fue de tal magnitud el cambio que, hasta el momento, el Pacto Histórico logró tres nuevas curules en el Senado, curules que también pierden el Partido Conservador, el partido Centro Democrático y la Coalición Centro Esperanza.
Finalmente
Lo sucedido causa y da una percepción de incertidumbre en el tema electoral ¡y no solo en mi!, también en otros ciudadanos. Y reitero, no lo digo porque haya ganado una u otra corriente, sino porque el mecanismo y todo lo que lo rodeó en lo que respecta al procedimiento técnico estuvo inmerso en rasgos de desconfianza frente al proceso democrático, donde aún hoy muchos candidatos alegan tener más votos de los encontrados.
Importante aquí citar al autor en el que basé el título de esta columna, Jean-Jacques Rousseau, quien en su momento afirmó: “Si existiera un pueblo de dioses, su gobierno sería democrático. Un gobierno tan perfecto no es para los hombres”. Sin entrar a discutir si el sistema democrático es bueno o malo, la volatilidad del mismo reflejado en la historia le está dando la razón poco a poco a Rousseau.
Un sistema tan amplio implica la intervención de la mayoría de los ciudadanos y no todos están interesados en participar responsablemente.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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