“Una sociedad que aísla a sus jóvenes, corta sus amarras: está condenada a desangrarse.” Kofi Annan.
A finales del año 2020 la administración municipal anunció la construcción de tres mega-obras que tienen que ver con la apuesta de convertir a Medellín en una ciudad futurística. Estas mega-obras son: la modernización de un hotel cerca del sector de Plaza mayor, la construcción de un centro de entretenimiento llamado el Arena Medellín y la re-construcción del estadio Atanasio Girardot.
Sin duda, estas obras le dan una mayor proyección a nivel internacional a la ciudad, de eso estamos seguros. No obstante, creo que el avance de Medellín en materia de infraestructura debe ser a la par con el fortalecimiento de nuestro tejido social; sobre todo porque que existen dinámicas sociales y de seguridad en el Valle de Aburrá y Medellín que obstaculizan el desarrollo de nuestra gente; siendo los jóvenes los más afectados por un problema que merece nuestra atención en aras de plantear soluciones desde lo institucional y lo social: La seguridad.
En Medellín a pesar de los avances en materia de seguridad que se han alcanzado en los últimos años, se sigue presentando una dinámica de delincuencia organizada que conduce entre otras cosas, a la violación de derechos humanos, al constreñimiento de la población y sobre todo al involucramiento de los jóvenes al accionar de esas estructuras criminales.
De acuerdo a la ley 1622 de 2013 los jóvenes son todas aquellas personas que se encuentran en el rango de edades entre 14 y 28 años cumplidos. De acuerdo a cifras de la secretaría de Participación Ciudadana de la Alcaldía, para el año 2019 Medellín contaba con un aproximado de 600.000 mil jóvenes, lo cual representaba la cuarta parte de la población de la ciudad; de esta cifra se estima que para ese año había en Medellín y AMVA aproximadamente 169.143 jóvenes que ni estudiaban ni trabajaban, es decir, que el 18,4% de los jóvenes de la región se encontraban excluidos tanto del mercado laboral como de los centros de formación educativa.
De acuerdo a cifras del Observatorio de Juventud, la Secretaría de Seguridad y la Mesa de Trabajo sobre Seguridad y Convivencia, alrededor de 60.000 mil jóvenes en el año 2018 estaban en riesgo y más de 4.800 jóvenes eran vulnerables a ser parte de las estructuras delincuencias. Lo cual es preocupante.
Existen varios factores que nos ponen a pensar la situación que viven nuestros jóvenes en relación con el riesgo a ser reclutados por estos grupos delincuenciales. Mi preocupación se concentra en que estos grupos ilegales encuentran en la niñez y la juventud la fuerza de trabajo disponible para nutrir sus estructuras. De este modo; son los niños, niñas y la juventud en general la población más vulnerable respecto al accionar de estos grupos, y a su vez, la mano de obra esencial para la permanencia y el fortalecimiento de los mismos en el tiempo y en el territorio.
Un dato preocupante de esa dinámica de delincuencia en las comunas son las cifras de homicidios en tiempo pre-pandemia; ya que fueron las personas entre los 18 y 28 años las víctimas de homicidios, encabezando así las estadísticas; esto es muy preocupante porque nos indica que es la vida de los jóvenes la que se encuentra comprometida en el conflicto intra-urbano que se vive a fuego en algunas comunas; son los jóvenes las principales víctimas del conflicto de delincuencia organizada en Medellín.
A lo anterior, se suma otro grave problema que enfrenta la juventud, y tiene que ver con el desempleo juvenil. Lamentablemente, este grave problema se incrementó y aceleró con la pandemia y las medidas de confinamiento para mitigar el contagio del Covid-19. El desempleo entre los jóvenes de 14 a 28 años es muy alto, precisamente son los jóvenes el grupo poblacional que mayor vulnerabilidad presenta en el mercado laboral actual. De esta manera, estos factores de vulnerabilidad económica generados por el desempleo juvenil, han permitido que los grupos dedicados al crimen brinden alternativas de ingreso a un porcentaje de la población joven que no tiene oportunidades en la economía formal. Esto debe combatirse.
Teniendo en cuenta todas esas problemáticas que vive la juventud, considero que un verdadero fortalecimiento de nuestro tejido social incluye más oportunidades para los jóvenes. Es importante que se priorice una atención focalizada, diferenciada y transversal a los jóvenes más vulnerables de la ciudad, generando oportunidades que incluyan educación, salud, empleo y que aproveche todas esas potencialidades propias de la juventud.
En esta línea la Alcaldía de Medellín ha trazado una apuesta denominada: Plan Joven y de Reactivación Medellín Futuro; con la cual se busca “mitigar los impactos económicos ocasionados por la pandemia, con el aumento de la tasa de pobreza extrema y monetaria de Medellín y el Área Metropolitana, y con la intención de abordar la actualidad de los 636.000 jóvenes de la ciudad”. Esperó que esta sea una medida que ayude realmente a los problemas que desde antes de la pandemia enfrenta la juventud de Medellín.
Para terminar, a modo de reflexión pienso que es fundamental apostarle a la juventud del presente. Es necesario apostarle desde la institucionalidad al fortalecimiento de un proyecto de vida juvenil que comprometa el tiempo de nuestros jóvenes, sus familias y sus aspiraciones personales. Mi invitación es a reflexionar sobre esta realidad y a trabajar por un mejor porvenir para ellos.
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