Parece ser el mismo titular de la prensa de ayer. La estadística no concuerda con la población registrada en las bases de datos del DANE. La población aumenta en desempleo, pobreza, la tuberculosis sigue rondando los hospitales, la niñez tan desamparada, el bienestar familiar muestra cifras desgarradoras, casi nadie sabe de los hogares extranjeros solicitando adoptar niños colombianos. Colombia no está preparada para tener un presidente social, «chévere», una mano dura con la oligarquía, un presidente que tenga mano dura con las concesiones mineras, un presidente que frene la deuda externa.
La deuda social es tan grande como la deuda externa. Los bancos de alimentos, de las diferentes arquidiócesis y diócesis de Colombia, presentan en sus estadísticas, la pobreza marcada que ronda las calles de la quebrada geografía nacional. Las estanterías repletas en los supermercados y plazas de mercado, la gente no tiene los suficientes ingresos para comer las tres comidas del día. Los atracos aumentan, se asesina por una bicicleta, por un celular, la gente está con temor a toda hora, la psicosis está cobrando enfermedades mentales. No solo es el temor al contagio, estamos a la espera que nos encierren para las elecciones presidenciales.
Tenemos envidia de no tener una Ángela Merkel en Colombia. Tenemos envidia de muchos países de Europa. Tenemos envidia de no tener el poder adquisitivo de un ciudadano norteamericano de clase media. Tenemos 9 estratos sociales en Colombia. No se tiene dato estadístico de las muchas cosas que le hacen falta a Colombia para ser un país desarrollado tecnológicamente. Eso de que la empresa de galletas NOEL es una panadería grande en Estados Unidos, suena chistoso, pero es una realidad. La comparación es real, solo es ver la población que atiende una empresa norteamericana, los del billete verde.
No estamos preparados para tener un presidente diferente a los que hemos tenido en los mismos años que estuvieron las FARC de Marulanda y Arenas. No tenemos la menor idea de lo que es: «cambio social», algo que ni el año 1994 pudo marcar. Ese fue un elefante responde la gente. Tampoco tenemos la capacidad de mirar al contexto de las fronteras. Por eso, cuando en los pueblos de sexta categoría se les pregunta para el año 2022: «No sabe, no responde».
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