“El fin no es lograr una riqueza ilimitada sino reinvertir el exceso de riqueza en las poblaciones más vulnerables para que puedan tener un mínimo de oportunidades que les faciliten salir adelante”.
A finales de esta semana conocimos la noticia de que David Vélez, un colombiano nacido en Medellín hace 40 años, es la nueva persona más rica del país por encima del banquero Luis Carlos Sarmiento Angulo, gracias al crecimiento exponencial de Nubank, un neo banco que cofundó hace 8 años en Brasil y que empezó a cotizar en la bolsa de Nueva York.
La idea de Nubank, surgió porque en ese entonces, David trabajaba en Brasil y tuvo una mala experiencia al momento de abrir una cuenta bancaria: exceso de papeleo, filas y pérdida de tiempo. Notó el abuso de poder de los bancos en ese país. En ese entonces, sólo 5 bancos en Brasil tenían el 80% del mercado, lo que los ubicaba en una condición de poder, reflejada en altos costos para los clientes. Nubank es un neobanco porque su promesa de valor es simplificar las cosas para los clientes, ser transparentes y por tanto más económico.
Nubank no tiene grandes sucursales físicas, toda su atención está centrada en desarrollar una plataforma tecnológica que les permita a los clientes hacer sus transacciones, resolver problemas y, sobre todo, ahorrar costos. En tarjetas de crédito, no cobran en ningún momento cuotas de manejo ni por seguros obligatorios como generalmente lo hace la banca tradicional. En tan corto tiempo, esta empresa se ha convertido en una de las grandes de Brasil y se ha expandido a otros lugares de Latinoamérica como Argentina, México y pronto operará en Colombia.
Es otro de los unicornios -empresas de base tecnológica que logran una capitalización de mil millones de dólares antes de los cinco años de operación- en la que colombianos son protagonistas. La otra muy conocida es Rappi y que habla muy bien del talento que hay en nuestro país y las oportunidades que está brindando la tecnología para crear empresa, ayudar a cerrar las brechas sociales y la disminución de la pobreza. Un propósito superior que comparten otros jóvenes empresarios colombianos como Fredy Vega, cofundador de Platzi.
Más allá del éxito empresarial y financiero alcanzado en tan corto tiempo por Vélez, que a fecha de hoy tiene un patrimonio de USD 10.200 millones de dólares, la gran lección que nos da, en línea con la propuesta de Capitalismo consciente de Raj Sisodia, es que el fin no es lograr una riqueza ilimitada sino reinvertir el exceso de riqueza en las poblaciones más vulnerables para que puedan tener un mínimo de oportunidades que les faciliten salir adelante.
Así lo declaró en una bella carta publicada junto con su esposa, Mariel Reyes, el 11 de agosto de este año y que recomiendo leer (ver). En síntesis, son conscientes de que el ser humano por ser finito, si obtuvo mucha riqueza en su vida, no la va a poder disfrutar toda en su paso por este mundo; además, plantean que “después de cierto punto, la riqueza adicional no trae felicidad ni utilidad adicionales” Por el contrario, “(…) La satisfacción de construir una vida con propósito es infinita”. El propósito de este par de esposos es “mejorar el conjunto de oportunidades para los niños y jóvenes latinoamericanos más vulnerables y desfavorecidos”. Para lograrlo, decidieron donar, desde ya, la mayor parte de su riqueza a causas filantrópicas. Una lección de grandeza.
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