No cabe duda de que la juventud ha sido la protagonista de este 2021 en Colombia. A inicio de año lideramos las manifestaciones del paro nacional que lograron unir el descontento de distintos sectores de la población, posicionar estas preocupaciones en la agenda pública y sentar al gobierno nacional en mesas de diálogo para buscar y acordar soluciones conjuntas, muchas de las cuales aún está en mora de cumplir.
Somos los jóvenes los que nos ponemos las camisetas del cambio y le apostamos a la transformación integral de nuestros territorios. Cada vez más surgen iniciativas juveniles que buscan responder mediante la educación, el arte, la cultura y el deporte a las necesidades que ha dejado el conflicto armado, las problemáticas sociales y el abandono estatal en nuestras comunidades.
Precisamente, esta juventud logro que se llevaran a cabo las elecciones de los Consejos Municipales de Juventud el pasado domingo, las cuales están contempladas por la Ley 1885 del 2018 y cuya convocatoria a las urnas se vio aplazada por falta de voluntad política y la llegada de la pandemia del Covid-19. Como lo expresa dicha ley, los Consejos Municipales de Juventud (CMJ) son un mecanismo autónomo de concertación, participación, vigilancia y control donde los jóvenes pueden interlocutar con sus respectivas administraciones municipales, acompañar las agendas juveniles, proponer políticas públicas y hacer veeduría y control a los planes de desarrollo.
El resultado de esta jornada, realizada por primera vez luego de diez años, fue la participación de más de un millón doscientos mil adolescentes y jóvenes entre los 14 y 28 años. Durante cerca de tres meses miles de candidatos recorrieron sus ciudades, escucharon a sus comunidades y expusieron sus propuestas; así, resultaron electos 10,864 consejeros de juventud que vienen a sumarse a los 273 representantes electos por las minorías étnicas, indígenas, afrocolombianos, rom, palenqueros, raizales y víctimas del conflicto armado.
No obstante, como lo han puesto de presente múltiples analistas, tan solo el 10% de los jóvenes habilitados para votar lo hicieron, en muchos municipios la cifra estuvo por debajo del 5%, y en otros llegaron a 0% de participación. La abstención electoral es un fenómeno sobrediagnosticado en nuestro país, es la constante en las elecciones regionales y nacionales de cada cuatreño, y nos demuestra lo frágil que puede llegar a ser nuestra democracia, en la cual unas minorías podrían terminar definiendo el futuro colectivo, como ha pasado históricamente. Si bien con lo anterior se podría demostrar que el abstencionismo no es una dinámica exclusiva de los jóvenes, es importante explorar las posibles causas que lo ocasionaron en las elecciones a los Consejos Municipales de Juventud.
Debemos comenzar por lo más obvio, no hubo un marco normativo claro, lo que llevo a la Registraduría a actuar con improvisación y a realizar una insuficiente pedagogía electoral. 12 horas antes de que se abrieran los sitios de votación se emitió un decreto donde se permitía que los menores de edad votaran cerca de sus lugares de residencia, muchos adolescentes no pudieron hacerlo, mientras otros lo hicieron en más de una ocasión. Las administraciones municipales desconocían muchos aspectos del funcionamiento de este mecanismo de participación, no lograron establecer una pedagogía clara que llegara a todos los jóvenes de su territorio y descargaron esta responsabilidad en los candidatos a los CMJ, los cuales no contaban con los recursos económicos y didácticos adecuados para esta labor, y, como si fuera poco, se les negó sistemáticamente el ingreso a instituciones educativas y centros de formación, impidiéndoles hacer campaña y divulgar información oportuna sobre los Consejos de Juventud a los potenciales electores. Como era de esperarse, esto contribuyó a que la cifra de abstención creciera y también a que cerca del 23% de los votos emitidos fueran nulos.
De otra parte, en actualidad asistimos a una grave crisis de representatividad. El hastío por la democracia representativa sumado a la escasa confianza de los jóvenes ciudadanos en las instituciones estatales, que se acreciente cada vez más por los numerosos escándalos de corrupción y el descrédito de los partidos políticos y sus prácticas clientelistas, hace cada vez más difícil la tarea de la representación. Además, como quedó evidenciado durante el paro nacional de este año, multiplican en nuestro país un sinfín de causas, cada una con motivaciones y demandas radicalmente opuestas entre sí, que alzan la voz queriendo ser escuchadas sin ningún tipo de intermediación. Quizá por esto algunos jóvenes decidieron no sufragar el pasado domingo, puesto que no se leían en las propuestas de los distintos candidatos y no querían validar con su voto un mecanismo que les resulta lejano y obsoleto.
En consecuencia, aunque a muchos les cueste aceptarlo, el abstencionismo es una forma alternativa de participación. El desencanto por la democracia, la crisis de representación y la falta de una pedagogía clara hace que un número considerable de jóvenes colombianos busquen hacerse contar por fuera de las formas establecidas de participación. No es apatía política, es el deseo de transformar radicalmente el estado de cosas, reconociendo que, si el problema deriva de un sistema determinado, la solución no puede encontrarse dentro del mismo.
Sin lugar a duda, todo esto presupone un verdadero reto para los nuevos consejeros de juventud, con sus limitadas funciones deberán reactivar un mecanismo después de 10 años y renovarlo, estructurándolo de tal forma que en un futuro cercano sea considerado un espacio amplio, autónomo y legítimo para la participación de los jóvenes en los territorios. Si logran hacerlo adecuadamente, veremos cómo esto contribuye a que la sociedad contemple el potencial de las dinámicas juveniles que nos pueden capacitar para mejorar nuestra democracia, construir un país donde todos quepamos y vivir en paz.
sin duda tu columna no esta alejada de la realidad, ciertamente los jóvenes no asumieron el reto, porque simplemente las elecciones no son una demostración de cambio bajo el panorama actual, además, los CMJ a muchos de ellos no les ofrece mayor relevancia, más allá de un espacio donde debatir, y hacer política, muchos de la misma forma que ya se ha hecho. gracias por tu escrito, fue grato leerte