La educación, la oportunidad para evolucionar verdaderamente.
“No puede haber una sociedad floreciente y feliz cuando la mayor parte de sus miembros son infelices y desdichados. – Adam Smith”. La necesidad del modernismo en la sociedad como la capacidad para la adquisición de evolución a la misma, ha generado la transformación de pensamientos dejando de lado la ambigüedad para dar paso a la búsqueda de una sociedad desarrollada que no repita los errores del pasado. Pero ¿realmente se está buscando un desarrollo definitivo y evolucionario?
La motivación intrínseca, la salud mental, la plenitud personal y el amor propio se han venido deteriorando en las personas por pasar a segundo plano en la sociedad. Sí, es tanta la importancia que se da al modernismo que entramos en un mundo permanentemente globalizado, que no mide equitativamente la capacidad formativa e intelectual de las personas para poder aplicar estrategias políticas, económicas, ambientales, etc. En fin, decisiones que repercutan directamente en la sociedad.
Indudablemente la globalización ha sido protagonista de grandes avances tecnológicos, económicos industriales, etc. Pero el afán por enriquecer la economía mundial ha generado que los gobiernos dejen de buscar en la educación la oportunidad para evolucionar verdaderamente. Si fijamos la mirada ante un panorama mundial podremos observar las falacias de buscar una evolución completa en la sociedad cuando aplicamos una globalización absoluta y radical. Un ejemplo de esto es EE. UU. (2020), la decisión de su expresidente Donald Trump (ignorar medidas de bioseguridad directas y necesarias en una pandemia por satisfacer la economía del país), dejo ver la importancia que la mayoría de estados dan a la economía, poniéndola por encima de la integridad de las personas en búsqueda de una “mejor evolución”. Es cierto que un país depende directamente de su economía, pero esto no significa que deba dejar de lado la humanidad. Es tan acelerado el proceso de globalización que el estado consume a las personas y educa jóvenes ambiciosos por poder en lugar de conocimientos. En pocas palabras… “Lo que preocupa es que la globalización esté produciendo países ricos, con población pobre.” –Joseph E. Stigltz.
Si en un país la educación y la dignidad humana tuviera mayor importancia que la “correcta economía”, todo estaría enmarcado correctamente hacia el éxito. La educación especialmente a los jóvenes ha mostrado la ausencia del estado en prevalecer el cumplimiento de este derecho como obligación y no como estrategia para suplir la brecha de ignorancia, corrupción y desigualdad en el mundo. El estado está creando máquinas de pensamiento dejando a un lado el equilibrio profesional en la formación de seres integrales, por consiguiente contar con capacidades que ayuden al bienestar común en la sociedad será obsoleto.
Para poder que el estado realmente se enfoque en la educación, debe tener claro que está hablando con personas, en ese sentido se deben adquirir habilidades para saber llegar a los más jóvenes, quienes contienen la energía y el cambio que necesita el mundo. A los jóvenes se les debe enseñar primordialmente dos cosas: la primera, a pensar como seres libres, dejando al alcance un camino hacia la argumentación, la cual deberán desarrollar a través de la vida para poder tener criterios en sus pensamientos, acciones, etc. Y lo segundo aún más importante, la pasión positiva; la base fundamental que se necesita en la sociedad para hacer las cosas con amor, dedicación y esfuerzo. Es necesario que los jóvenes demuestren al mundo que se debe trabajar honradamente y que la ambición de este debe ser la educación; el contar con personas en la sociedad que trabajen unidas por un bienestar colectivo.
Reflejando esta visión podemos decir que la motivación, la autoestima y el amor propio influyen directamente en los jóvenes, de modo que se debe desarrollar y pasar a un primer plano la aplicación de los mismos, donde el desarrollo de tecnologías, economías, avances, etc., pasen a un segundo plano como muestra de resultado óptimo de un trabajo bien hecho. Pero por qué digo visión, porque tristemente si partimos de la realidad, hoy en día se ven afectados directamente los jóvenes porque no se les presta la motivación y entusiasmo que se necesita para lograr sus sueños en una sociedad donde prevalece el bien particular debido a una globalización acelerada. El hecho de hacer algo por agradar a los demás, dejar al lado la propia identidad por cumplir estándares que se necesitan para poder encajar en un mundo moderno, la costumbre de evaluar el valor de una persona por sus notas o conocimientos, etc. Esto hace el déficit en la educación, aquí los jóvenes pierden su valor y el amor por la educación porque no les está enseñando su valor antes del valor hacia las demás cosas. El amor propio es lo que se debería de enseñar en cualquier lugar donde se emplee la palabra EDUCACIÓN y luego se le suma la pasión, la argumentación, etc. En resumen, queremos decir que lo demás viene por añadidura, los jóvenes deben tener claro su papel en el mundo y la importancia que ellos radican para poder mejorar la sociedad.
En suma, el modernismo no puede ser excusa para el consumismo en la sociedad, debemos enfocarnos en la educación para transformar y crear seres armónicos con la naturaleza, su ser y su racionalidad. En conclusión, debemos marcar la diferencia para no ser parte del consumismo que deja el modernismo, debemos entender que nuestro papel es valioso y la modernidad también incluye personas, seres humanos que sienten, observan, piensan, aman y se equivocan. Si en la globalización se permite la equidad, el valor hacia las personas, el amor hacia la naturaleza, entonces ahí si podremos decir que la globalización realmente está cumpliendo su papel. Recordemos que “la diversificación y la globalización son las claves para el futuro. – Fujio Mitarai”
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