Como es conocido, la semana pasada se llevó a cabo un dialogo entre el expresidente Álvaro Uribe y el padre Francisco de Roux en el que también estuvieron presentes los comisionados de la denominada Comisión de la Verdad, Lucía González y Leyner Preciado.
En el marco de dicha reunión se conoció un trino de septiembre de 2017 de Lucía González en el que expresaba estar de fiesta por la constitución del partido político de las FARC y que no solo respetaba sino que compartía sus principios. En redes, ese mismo día, circuló otro trino en el que en julio de ese mismo año, la Sra. González se manifestaba por la hospitalización de Jesús Santrich, quien fuera cabecilla de las FARC, terrorista y narcotraficante:
El viernes pasado, la comisionada González concedió una entrevista al periódico El Espectador en la que se refirió a lo acontecido en el encuentro con el expresidente y en la que respecto a la referencia que hizo Uribe acerca del sesgo de la comisionada, señaló que: “A un hombre no le hace lo que me hizo a mí”.
Como mujer pienso que no le queda bien a la comisionada acudir a la victimización de género. Por el contrario, su deber, como el de todos los comisionados con el país, debería ser exponer con sinceridad y transparencia sus posturas ideológicas y su posición frente al expresidente y otros actores de la vida nacional. Lo anterior, teniendo en cuenta además la referencia que hizo de Uribe en octubre de 2017, en otro de sus trinos:
Me surgen algunas preguntas: Si la Sra. Lucía considera increíble que el expresidente Uribe pueda hacer un discurso en la comuna 13 de Medellín, también ¿considera increíble que pueda dialogar con el Padre Francisco de Roux? ¿Por qué acudió ella a ese diálogo si no comprende que inviten al expresidente Uribe a realizar un discurso en una comuna de Medellín? Por otra parte y ya que la Sra. González se cuestiona quién escucha a Uribe, este trino podría servir de explicación al por qué cuando Uribe termino de exponer el documento con 62 puntos que preparó para la reunión, pareciera por la inquietud que le planteó la Sra. González que no lo escuchó.
Lo cierto es que un sector del país ha pretendido que los 6.431.376 de colombianos que le dijimos NO a un acuerdo de paz que considerábamos que no garantizaría la paz con verdad, justicia, reparación y no repetición, nos quedemos callados e impasibles ante las graves mentiras alrededor de dicho acuerdo y que hoy son evidentes en temas como impunidad a violadores de niños y a quienes cometieron otros crímenes de lesa humanidad, curules gratis en el Congreso a Cabecillas de las FARC, el sesgo ideológico de algunos de los miembros de componentes que surgieron en virtud de ese Acuerdo, como la JEP o la Comisión de la Verdad, entre otros.
Colombia requiere hacer un pare y reflexionar. El Acuerdo de Paz, así haya sido jurídicamente saneado mediante una proposición del Congreso, está viciado de ilegitimidad ante los ojos de quienes votamos NO en el plebiscito. Nos sentimos excluidos, tenemos dolor porque desconocieron nuestra voluntad expresada mediante un mecanismo democrático. No somos enemigos de la paz, somos amigos de la verdadera paz. Quienes lideraron los acuerdos de La Habana, pretenden voltear la página con ligereza y escribir la historia según una mirada sesgada. No señores, la paz debe construirse de manera incluyente, con un dialogo amplio en temas, el aporte y la presencia de todos los sectores sociales, académicos, empresariales y políticos y con justicia, verdad, reparación y no repetición.
Michio Kaku, físico teórico estadounidense y quien sirvió en las Fuerzas Armadas de ese país, se refirió esta semana a la lamentable situación de Afganistán y cerró señalando que: “Para lograr la paz, tenemos que ganarnos el corazón y la mente de la gente, lo cual fallamos en lograr en Afganistán.”[1] ¿Será ese el principal fallo del acuerdo de paz con las FARC? Aún es tiempo de corregir, por Colombia y por una paz para todos, sin exclusiones.
[1]Traducción del trino original en inglés de Michio Kaky de fecha agosto 18 de 2021 que se adjunta.
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