¿Es necesario el salario minimo?

“Las leyes de salario mínimo están tratando a la población como si fueran los peores enemigos del gobierno”

Una ley de salario mínimo sólo es una ley que decreta la prohibición de trabajar por debajo de una determinada remuneración.

La ley no obliga a subir los sueldos de nadie; de hecho, el empresario puede optar por despedir al trabajador antes de abonarle un sueldo mayor, es decir, si la aportación mensual que efectúa el trabajador a los ingresos de la empresa es inferior al salario mínimo legal establecido por los políticos, entonces el empresario optará por despedir a sus empleados y éste es justamente el problema de las leyes de salario mínimo.

En lugar de contribuir a mejorar las remuneraciones de los sectores más débiles de la sociedad, puede terminar condenándolos al peor escenario de todos que es el desempleo.

La destrucción de empleo es solo una de las posibles consecuencias del incremento del salario mínimo, así pasemos a analizar las demás.

Ralentiza la creación de empleo en el futuro: Los economistas estadounidenses Merk y Best, estimaron que un incremento del 10% del salario mínimo conlleva una reducción del 25% en el ritmo de creación de empleo. Esto es algo relativamente fácil de comprender.

Si el trabajo se encarece mediante la ley aun cuando hay desempleo, se está favoreciendo por ejemplo la sustitución de mano de obra por máquinas y también, como los costes son mayores se impide que muchos proyectos empresariales lleguen a arrancar. Por tanto, un mayor salario mínimo a lo que lleva en este caso, es a no contratar a tanta gente como se podría contratar, porque se están incorporando máquinas o directamente porque muchos proyectos empresariales que podrían llegar a contratar trabajadores futuros se quedan en el papel.

Por ejemplo, en Puerto Rico, donde se aplica el salario mínimo federal de Estados Unidos (un salario mínimo muy alto para los estándares de Puerto Rico) lo que ha provocado entre otras cosas, es que la isla tenga unos niveles de empleo muy inferiores a los del resto de EEUU.

Reducción de horas: Otro posible efecto es que, aunque los empresarios no despidan a los trabajadores dado el mayor coste laboral que provoca el salario mínimo, tengan que reducir las horas por las que contratan a esos trabajadores. En ese caso es verdad que no hay un menor volumen de empleo, pero aquellas que supuestamente se benefician por el aumento del salario mínimo ven reducidas el número de horas que trabajan y como consecuencia, se puede incluso dar el caso de que los ingresos que se lleven a casa a fin de mes sean menores que antes de incrementar el salario mínimo por ley.

Esto es algo que pasó en Seattle, en 2015 el gobierno de esta ciudad de EEUU puso en marcha un aumento gradual del salario mínimo hasta los 15 dólares la hora, a pesar de que los salarios en esa ciudad son muy superiores a la media de Estados Unidos. Un estudio de la Universidad de Washington determinó que por culpa de esta medida las horas trabajadas en los empleos con bajos salarios se desplomaron casi un 10%. En tres meses la ciudad vivió una de las mayores crisis de empleo de su historia.

Aumento de los costos laborales: Muchas veces se escucha en los medios de comunicación que las subidas de los salarios mínimos “apenas son relevantes” porque son cantidades tremendamente irrisorias o irrelevantes a la hora de pagar un salario a un trabajador. Estamos hablando de cantidades nimias y por tanto ningún empresario en realidad se puede ver afectado en su cuenta de resultados por cantidades tan diminutas.

Por ejemplo, en el caso de Colombia, el salario mínimo mensual es fijado por Decreto Gubernamental o es un monto acordado entre el Gobierno y los sindicatos. En el 2020, el salario mínimo mensual para los empleados en Colombia es de 883.620 COP (aproximadamente $ 247,93 USD)

Además, hay otros costos adicionales a ser pagados como parte del salario base de un empleado. Esto incluye:

  • Contribución al Sistema de Seguro Social (eje. Pensión, atención a la salud).
  • Una contribución mensual de impuesto estatal a el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar(ICBF), Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y a la Caja de Compensación Familiar (CCF)
  • Ropa de trabajo 3 veces al año (a los empleados que ganan menos de dos veces el salario mínimo).
  • Subsidio de transporte (COP $102.853)

Ha esto se le suman los costes no laborales, que comprenden periodo de maternidad, vacaciones, enfermedad, entre otros. Debido a todo esto se transforma en un coste anual de $17’756.208 COP aproximadamente  por trabajador.

Si una pequeña empresa tiene cinco empleados y está combatiendo por sobrevivir la subida de por ejemplo, 6% al mes del salario mínimo para 2021, le supone a esa empresa un sobrecoste anual de $5’326.862 COP que le puede llevar, por ejemplo, a prescindir de alguno de los trabajadores que tenía contratado o trasladar este sobrecoste a los precios de los bienes y servicios que oferta.

El temor a sueldos miserables: Muchos trabajadores temen que, sin un salario mínimo fijado por el gobierno, se enfrentarían a salarios miserables o la pobreza extrema.

Sin embargo, este temor es infundado y no encaja con la realidad. En Estados Unidos, por ejemplo, los salarios reales, es decir, teniendo en cuenta la inflación, se cuadruplicaron entre 1820 y 1912 a pesar de que su población se multiplicó por 10 y de que en una aparente paradoja para quienes confían en las leyes de salario mínimo, en ese periodo no había ninguna ley de salario mínimo en EEUU. Por lo tanto, se multiplica por 4 el salario, mientras la población se multiplica por 10 sin necesidad de tener leyes de salario mínimo.

En Singapur o en Suiza, por ejemplo, carecen de salarios mínimos, pero disfrutan a su vez de pleno empleo y de un salario medio muy superior al colombiano, y no solo del salario medio, si miramos el mediano o el salario que cobra el 25% de trabajadores con un sueldo más bajo, también vemos que perciben salarios incluso por encima del salario medio colombiano y todo eso sin necesidad de tener salario mínimo.

El salario mínimo perjudica más a quienes pretende ayudar: Si algo ha quedado claro con la experiencia, es que los salarios mínimos perjudican sobre todo a los más pobres, a aquellos a los que supuestamente habría que beneficiar y proteger con esta legislación. No sólo porque son los más afectados directamente y los que más riesgo tienen de perder su puesto de trabajo, sino, porque además estas políticas reducen su poder adquisitivo.

Un estudio del economista Thomas McCarthy, ha estimado que cuando en 1996 Bill Clinton incrementó el salario mínimo de $4,25 USD la hora a $5,15 USD las tres cuartas partes, el 77,6% de las familias más pobres de EEUU vieron reducida su renta real (su capacidad de compra).

¿Si tuviéramos el poder de decidir qué salario mínimo le impondríamos a nuestro peor enemigo cuál sería éste?

Imaginemos que se trata de un ejecutivo que gana cada mes $8’000.000 COP. Así, si le impusiéramos un salario mínimo muy bajo (ya que es nuestro enemigo y queremos acabar financieramente con él) un salario mínimo de $500.000 COP mensuales, su situación no cambiaría en lo mínimo, pues seguiría ganando cada mes $8’000.000 COP por tanto, nuestro poder de fijarle un salario mínimo sería del todo irrelevante.

En cambio, si le fijamos un salario mínimo muy alto, por ejemplo, $30’000.000 COP al mes, lo más probable es que ese ejecutivo perdiera su empleo y tuviese imposibilitado trabajar. Por tanto, a través del salario mínimo si somos capaces de condenar al desempleo a nuestro peor enemigo, pero como deberíamos hacerlo no es fijando el salario más bajo posible, sino, todo lo contrario, fijando el salario más alto.

Así las cosas, fijémonos en que las leyes de salario mínimo lo que intentan hacer es ir subiendo ese salario mínimo por ley o, dicho de otra manera, las leyes de salario mínimo están tratando a la población como si fueran los peores enemigos del gobierno, están tratando a la población como si fueran esas personas a las que nosotros querríamos arruinar financieramente si tuviésemos ese poder de fijarle su salario mínimo.

En síntesis, debemos cambiar las preguntas que formulamos acerca del salario mínimo. Tenemos que dejar de preguntar si los trabajadores merecen un salario vital y empezar a preguntarnos si el salario mínimo realmente ayuda a los trabajadores a obtener uno.

Algunos apartes fueron recopilados de la conferencia

 sobre Políticas Públicas de la Universidad Francisco Marroquín

de noviembre de 2020.

Jair Viana

Director de Investigación de LIBERTANK. Analista económico y financiero, y columnista para varios medios con estudios especializados en políticas públicas, crecimiento económico y estabilidad. Amplia experiencia en gestión de activos, planificación financiera y macroeconometría.

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