Un país en cuidados intensivos

Hay que tener memoria, esa misma que nos permita vislumbrar una luz de esperanza para poder alcanzar y lograr un cambio en Colombia. Está en nuestras manos.


En las últimas semanas el país ha vivido momentos de mucha tensión y violencia que ha llevado a que se profundice la polarización que se ha venido percibiendo. Choque de poderes, de decisiones, disculpas inconclusas y demás actuaciones, hacen parte del diario vivir en Colombia.

Desde el día 9 de septiembre, con la muerte del abogado Javier Ordóñez en Bogotá, se ha agudizado el rechazo hacia el gobierno del Presidente Iván Duque y sus Instituciones. Se le cuestiona sus actuaciones, sus declaraciones y hasta el ministro de defensa Carlos Holmes Trujillo ha tenido que afrontar mociones de censura en el Congreso de la República por los actos de violencia cometidos en el País. ¿Y es que cómo no espera el gobierno vivir esta situación? Su bandera siempre ha sido la seguridad y paradójicamente, es esa misma seguridad la que los tiene sobre las cuerdas ante todo un país que ve a diario cómo cada vez aumentan las masacres, los detractores de la paz se fortalecen en su nueva guerrilla ocupando gran parte del territorio nacional, las instituciones pierden credibilidad y las muertes a manos de uniformados de la fuerza pública se hacen más recurrentes, a tal punto de volverse panorama.

La manifestación social y popular ha sido quizás la única solución en busca de ser tenidos en cuenta, y como se escucha en una de las tantas arengas, suplicar un “alto alto a la guerra contra el pueblo” que en muchas ocasiones (casi siempre) es ignorado con el pasar de los días. Sin embargo, a diario, se ve una ciudadanía que va despertando, que abre sus ojos, que se quita la máscara de la indiferencia y quiere vincularse al cambio de un País, que, durante décadas, tal vez siglos, ha estado sumido en una confrontación que día a día lo único que genera es más violencia. Un País que a lo largo de ese mismo tiempo ha estado dominado y gobernado por la misma clase social – dirigente que, como dice el viejo refrán, “les gusta ver los toros desde la barrera”, en otras palabras, los muertos de la absurda guerra los ponen los hijos de otros, en la mayoría de los casos, aquellos que son más vulnerables.

No se puede seguir con miedo, con temores infundados por sectores políticos que lo único que buscan es eternizarse en el poder, no dar nuevas oportunidades a personas o grupos que, tal vez, con ideas frescas y modernas puedan enderezar el rumbo de una patria que perdió el norte de su camino.

Aún falta tiempo para hacer cambio de presidente, pero desde ya se escuchan desfilar nombres, algunos nuevos, otros tantos “delfines” que pretenden ganar en cuerpo ajeno y otros más, los mismos de siempre, esos que se niegan a dejar el mandato de una Nación que está en cuidados intensivos. La esperanza es tener memoria, ¡si memoria! Esa misma que nos recuerde, quiénes nos tienen sumidos en esta situación, esa misma que nos refresque los actos reprochables de cada persona o grupo político, esa misma que saque a flote la conciencia y nos haga ver que el voto de cada uno vale, aporta y contribuye a dar un paso hacia el cambio.

En nuestras manos está cambiar, transformar y darle una nueva cara, o mejor, un nuevo rumbo a nuestro amado País que, a gritos, pide una forma de vivir diferente, una forma de convivir en paz, sencillamente, una Patria donde se pueda vivir y no sobrevivir como lo estamos viendo hace bastante tiempo.

Daniel Bedoya Londoño

Comunicador social - periodista, especialista en gerencia de la comunicación, con conocimientos en periodismo investigativo, violencia, DIH y conflictos urbanos, comunicación organizacional y gubernamental. Me apasiona el deporte, la política y mi ciudad.

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