Desde que el actual presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) era candidato a la presidencia de la República en 2006, la derecha mexicana y sus opositores comenzaron una campaña de desprestigio en su contra, ligándolo, equivocadamente, con el comunismo y el chavismo venezolano. Ahora, ese discurso ha vuelto a tomar fuerza entre un sector de sus opositores quienes continúan amenazando que AMLO convertirá a México en Venezuela (sí, como si ser un país fuera una condición en la que se está o no se está, que se es o no se es, así de absurda la tesis opositora).
Por eso pienso que es importante dejar claro que el lopezobradorismo no es comunista. Las evidencias son muchas, pero, como es de notar que a más de un mexicano de derecha se le complica el tema, lo presento de forma sencilla y por puntos:
-El gobierno lopezobradorista no ha expropiado ningún bien privado.
-El discurso de AMLO no está enfocado en la lucha de clases, ni pretende desaparecer “la lucha de clases”, ni habla de la “dictadura del proletariado”.
-No ha buscado la eliminación de los opositores, en especial, los dueños de los medios de producción, de los cuales, como los empresarios Carlos Slim, Patricia Armendáriz y Benjamín Salinas Pliego, el presidente es (muy) cercano.
Es necesario dejar bien claro que el proyecto de “La Cuarta Transformación” no es comunista, porque existe mucho desconocimiento, especialmente entre la oposición, donde, de forma despectiva e incluso racista, tratan de ligar, erróneamente al proyecto lopezobradorista con el socialismo cubano y venezolano.
Si bien, el discurso lopezobradorista no es comunista, sí es maniqueo y con características propias del populismo de izquierda con una buena carga de nacionalismo, aunque ese es otro tema, aquí el objetivo es demostrar lo que no es.
México es un país capitalista y dependiente de los grandes capitales extranjeros, verdad que el presidente López Obrador ha mantenido y la ha dejado clara, además de que no busca acabar con esa situación (para bien o para mal), ya que su proyecto está más enfocado en el combate a la corrupción y en la distribución equitativa de los impuestos a través de los apoyos a sectores vulnerables, como lo son los adultos mayores y los jóvenes desempleados.
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