Religiosos enjaulados

“Creo que el temor a Dios debe ser aún más evidente en el corazón de los llamados, hoy es una revolución que empezaremos  con la oración… Ya veremos como Dios nos guía en todo esto.»

Si algo he visto para estos tiempos es que la cobardía y el miedo ha sido la más grande pandemia entre las personas, cifras y estadísticas claras y verídicas dan por claro que el COVID-19 ni siquiera alcanza el 2 % de mortalidad, lo que si hace por mucho más, el aborto, los accidentes automovilísticos o la diabetes.

Hoy como profecía cumplida a través de las palabras de Martin Luther King, quien en una de sus frases más célebres, dijo: no temo a los malos que provocan daño, más si a los buenos que  hacen silencio frente a esto; es una tragedia permitir que este temor  mediático cubierto por un nombre atribuido a un virus,  desgarre y quiebre la humanidad de los hogares y las personas.

Los que por tanto tiempo han desempeñado el llamado, si así lo fue; de fortalecer, levantar y asumir la posición de protectores de una comunidad, ahora se permiten así mismos arrinconarse por los amenazantes gritos de Goliat y no solo esto, sino que dejan que les atribuyan una armadura de Saúl, que complacientemente aceptan para no andar en líos con el hombre.

A  ellos los he llamado religiosos enjaulados, cubiertos en una apariencia de piedad que es a lo único que echan mano para atribuirse unos cuantos afiliados a su denominación y que están sucumbiendo en la realidad de nuevas condiciones para sus actividades.

Al leproso no lo abrazaron, aquella con hemorragia no sanaron y al niño hambriento lo dejaron, solo porque decretos de hombres ignorantes del Dios todopoderoso  les plantearon por papel que no lo hicieran. Predicaron el buen samaritano, pero bajo estrictas condiciones de salubridad tal vez ya no lo hagamos, ya que servir como Dios manda implica contacto físico, besos, abrazos e imposición de manos, aceptar a enfermos y sanos en la congregación, ancianos y niños por igual. Y aclaro que, no estoy llamando a la imprudencia y al mínimo sentido común, estoy exhortando hoy a los que dijeron un día “vivimos por fe, no por vista”, o mejor aún “para mí el vivir es cristo y el morir es ganancia”

¿Es enserio?,  Vaya silencio de Dios,  en este tiempo vino a revelar la fe del llamado y muchos no aprobaron.

Este es el tiempo, si, no hay más tiempos; o te levantas, sales de tu comodidad, y verdaderamente ejerces el llamado de ir a las naciones y predicar el evangelio, sanar enfermos y echar fuera demonios. O te quedarás viendo como otro si lo hace, y la vergüenza quedará expuesta en tu vida, por no plantarte como Dios te lo  ha dicho.

Creo que el temor a Dios debe ser aún más evidente en el corazón de los llamados, hoy es una revolución que empezaremos  con la oración… Ya veremos como Dios nos guía en todo esto

Alvaro Jorge Acosta Peña

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