«Habremos de ser lo que hagamos, con aquello que hicieron de nosotros» (Jean-Paul Sartre)
Creo que la voluntad es el principio y el fin del hombre. Y si el hombre no tiene voluntad, muere incesantemente. Cuando el hombre pierde la voluntad o el humanismo es un hombre muerto. Una persona deja de ser persona y se convierte en intelectual cuando destina el valor de su trabajo a algo más común.
A lo largo de la historia, se han dado acontecimientos tristes en la literatura, como exilios por parte de muchos países y acallamientos. Estos pueden ser violentos o no. Como vemos en el caso de Jean Paul Sartre que por estas razones rechaza públicamente el Premio Nobel.
En los siglos XIX y XX en Colombia hubo un sometimiento conservador que se vio reflejado en la historia, escritores como Rafael Pombo, José Asunción Silva y Gregorio Gutiérrez Gonzales entre otros fueron destacados y promulgados de tal manera que en nuestro país se llegó a obtener una inconsciencia de escritores independientes. Esto se ve reflejado en el pensamiento común y más tarde Gonzalo Arango junto con algunos escritores nadaistas realizan lo que se llamó el post – boom latinoamericano. Lo que se denomina el post boom que fue una apuesta de revolución la cual constataba de aprovecharse del debilitamiento que le dejo el boom a esa gran promulgación de apellidos de renombre en los escritos colombianos. Permitiendo que los «otros escritores» plasmaran sus ideas y fueran independientes de ciertos premios literarios otorgados por los gobernantes de este país. Gonzalo Arango fue discípulo de Fernando Gonzales y se convierte en un joven autor que narra su decepción después de la muerte de Jorge Eliecer Gaitán. Si a él no lo hubieran matado, Gonzalo Arango y muchos jóvenes seriamos diferentes.
Todo esto no ha sido en vano, insistimos en que TODOS los premios literarios deben ser independientes de la política, Los estudiantes de comunicación deben ser personas preparadas integralmente para ejercer como personas justas y con valores. Ningún gobierno debe manipular las riendas de un pensador, no lo pueden obligar a pensar lo que ellos quieran. Callar también es decir algo…. o escribimos lo que queremos O PARAMOS DE ESCRIBIR.
Por: Carlos Muñoz
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