No todos creen, ni muchos confían en lo que creen. No se puede negar la existencia de los planetas y de los cometas. No hace falta certificados de estudios. El sentido común se asoma más a la filosofía de la propia vida cotidiana. Todos creen a su modo y acomodo en el que se postula para concejal, diputado y alcalde. Algunos tienen sus seguidores sin pagar el favor del voto. Muchos creen en el voto, para favorecer un plan de desarrollo.
Creer o no creer, en el pastor de la iglesia que dice profesar. Algunos con el diezmo pagan lo que no pueden rezar y otros oran dos veces con canciones. Muchos creen en el suspiro de la enamorada. Creer en la poesía de William Ospina y en los cuentos de Tomas Carrasquilla. Creer en las encuestas, creer en las llamadas a las casas preguntando por las preferencias de un candidato. Creer y no creer en el marxismo, en el socialismo, en el comunismo, en el capitalismo, en la fuerza del imperio de oriente-occidente, en los profetas que se creen salvadores de la patria y luego se ven con las cuentas llenas de billetes verdes.
Creer y no creer en la capa de ozono,- en la contaminación de las ciudades industrializadas-, por el uso desmedido de los carburantes para funcionar calderas de producción de baratijas que se venden como arroz en los supermercados. Creer o no creer en las bellas parábolas de Jesús. Creer o no creer en tantos santos y santas. Creer o no creer, en las palabras de Linero ya sin clériman y en la vacuna Patarroyo y en los informes de Fedesarrollo, en las columnas de Daniel Coronell. Creer o no creer en las entrevistas de Darío Arismendi y en los especiales de Mauricio Gómez. Creer o no creer, en las nuevas reformas a las pensiones y en la ministra Alicia. Creer o no creer, en el ciclismo que sigue emocionando, con los que ganan etapas a nombre de un equipo de España, pudiendo ser patrocinados por las empresas colombianas. Creer o no creer en las campañas políticas que promueven candidatos a las alcaldías, con consulta interna y con listas a concejales que desbordan los cupos para llegar. Creer o no creer en las promesas que seguimos siendo un país de gente contenta y los muchos problemas no dejan de hacer chistes y bromas al estilo de los programas de radio de las cuatro de la tarde. Creer o no creer, esa es la Colombia que vemos todos los días.