“Incita a hacer lo que siempre se ha querido hacer: incita a ser responsable con el deseo”
María Camila Castrillón, vestuarista, casting y actriz de Los nadie.
“Una excusa para reunirme con un grupo de amigos a hacer un cine libre, en dónde aprendimos a adaptar muchos de los procesos cinematográficos a nuestras posibilidades.”
Juan Sebastián Mesa, director de Los nadie.
“Oda a la expresión natural de convertirse en adulto”
Carlos Zapata, director de Las tetas de mi madre.
Los nadie es una producción polémica, pero el revuelo suscitado la convierte en una película que es mejor ver. Fue apertura del Festival de Cine de Cartagena y premio del público en la Semana de la Crítica del Festival de Cine de Venecia, reconocimientos que si bien respondían a un momento particular de la escena mundial y son sumamente subjetivos, permitieron acercar a más público y abrirle puertas a la película, a Monociclo Cine y a las producciones nacionales de entonces. Hace dos años con el estreno de la película emprendí la siguiente redacción que hoy, cuando la vigencia se renueva en ese rumbo de las vidas, el mercado, la industria, las poéticas y políticas, los mensajes se captan en el rumbo que ha tomado la que muchos ahora reconocemos como uno de los símbolos cinematográficos de nuestra generación.
En conversación con su director Juan Sebastián Mesa en 2016, me dijo que “Los nadie ha sido una gran escuela. Se convirtió en una excusa para reunirme con un grupo de amigos a hacer un cine libre, en dónde aprendimos a adaptar muchos de los procesos cinematográficos a nuestras posibilidades.”
Y ese proceso se hace evidente más allá de los juicios del espectador, que siempre serán relativos, aunque también válidos en un país con austera crítica especializada. Es entonces donde la presente reflexión opta por diferentes miradas desde afuera y desde adentro del proceso creativo de Los nadie.
Desde afuera
Esta arriesgada propuesta de Juan Sebastián y de su productor Alexander Arbeláez, bajo la firma de Monociclo Cine, fue rodada en las calles de Medellín por un elenco íntimamente relacionado con lo que sucede en escena: malabares, vida juvenil, dinámicas ligadas al realismo espacial de la capital paisa, actores naturales y, eso sí, mucho punk. Grabada durante diez días y una noche, se ha convertido en “el primer tiro al aire desde Medellín” como lo expresaron estos jóvenes cineastas paisas en conversaciones diversas por universidades y círculos cinematográficos –si eso existe aquí- en Bogotá y Cali; tiro de la balacera fílmica del renacer de la escena cinematográfica en Colombia, junto a importantes películas de directores también jóvenes como Las tetas de mi madre de Carlos Zapata, La tierra y la sombra de Cesar Augusto Acevedo o Gente de bien de Franco Loli. Sin embargo, Los nadie asume la difícil tarea de retomar la aproximación sociológica del punk en Medellín, sin exageraciones y sin reencauchar lo antes logrado por Rodrigo D no futuro de Víctor Gaviria, hito fundacional del cine de realidad colombiano; porque el enfoque de ciudad ha cambiado, el punk en esencia es transformación, los protagonistas de la escena juvenil son otros y las perspectivas cinematográficas en el país se han renovado de forma drástica.
Carlos Zapata, director de Las tetas de mi madre, encuentra elementos en común con su propia producción como “las vidas en conflicto, la calle y lo urbano, desde diferentes perspectivas, dónde hay que vivir la vida sin pensar en las ataduras.” Y sus palabras permiten identificar la incidencia del film paisa en la cultura cinematográfica colombiana:
“Pienso que estas nuevas maneras que se han encontrado de hacer cine, independiente, como manera es muy funcional. Todos podemos hacer cine sin grandes cantidades de dinero. Es una pelicula llena de sinceridad, con una historia muy profunda de lo que significa hoy en día convertirse en adulto: uno mismo se abre el camino para afrontar la vida. Y eso uno lo encuentra en los semáforos, ese canto a la libertad para darnos cuenta de que los jóvenes quieren hacer lo que quieren y sienten, y no llenarse de obligaciones. Oda a la expresión natural de convertirse en adulto.
Hoy en día es necesario buscar ese tipo de cine. Es un cine que no busca a nadie, la gente se acerca a él. Tiene alma y por eso va a quedar en el recuerdo de las personas. Es de esas películas que marcan, de las que uno se acuerda en diez años y le entra el deseo de volver a verla en otra etapa de la vida. Por eso el arte es exclusivo para quien quiere sentir otras cosas que el entretenimiento barato no ofrece, y descubrir otras situaciones, con nuevas miradas. Esto es un cine joven en su temática, y fresco. Dice: aquí estamos los pelados, y abre un sinfín de posibilidades y oportunidades. Yo por ejemplo fui a ver la pelicula dos veces, la primera con mi esposa y la segunda con Alejandro Aguilar, y en mi caso uno sale de verla queriendo hacer la siguiente pelicula.”
Desde adentro
Los procesos de ciudad hicieron que el reparto de la película, con mucha naturalidad, pudiera expresar una historia que si bien demuestra los afanes y pericias del bajo presupuesto, da cuenta, tal vez por estas mismas condiciones, del trabajo por concebir una identidad cinematográfica propia, muy fresca, sin demasiadas torpezas técnicas y con un claro objetivo argumental. De la entrevista con María Camila Castrillón quien personifica a Manuela o La mona, podemos destacar la pasión desinteresada como móvil de la producción:
“Llegué a este proyecto porque era amiga de Juan Sebastián, él quería hacer Los nadie como corto y me encargó buscar a los chicos esbozados en el guion, yo hablé con amigos del parche y los llevé a unos casting que Juan Sebastián hizo. Después me encargó el vestuario. Yo aparecía en ese corto inicial, que era un tema personal de Juan Sebastián; y eso que iba a ser el corto lo rodamos en cinco días, hasta que él descubrió que quería explorar otras cosas que el corto no permitía. Hicimos una pausa de tres meses y ese tiempo fue para conseguir recursos. En la segunda parte de rodaje aparecieron los personajes estructurados donde teníamos unas situaciones con límites pero en las que nos podíamos mover libremente. Luego vinieron los otros cinco días y una noche de rodaje.
Con respecto a mi personaje fue fácil identificarse con la situación hipotética no muy alejada de la realidad. Todos compartíamos con los personajes y entre nosotros mismos muchas cosas: nos gusta el punk, somos amigos. Manuela al igual que yo buscamos de alguna forma un escape, ella tenía otro contexto diferente a los otros personajes, no le tocaba ser tan marginal. Buscamos una alternativa de vida y en ese buscar uno encuentra una gente con una opción de vida en contra a un gran paradigma; yo también decidí ser lo que soy, optar seguir mi postura ante el mundo, definir cómo dejo que me abrace. Para mí, y eso lo comparto también con mi personaje y los demás, al mundo hay que cuestionarlo, pensarlo y repensarlo, dudar de lo establecido, lo nombrado como “normal”, “la realización del ser humano” en el ámbito profesional o religioso: que a la vida hay que tenerla en orden, como si hubiera un manual… y no, uno está sujeto al cambio, si veo lo que haces ya no estoy pensando igual, o eso es lo esperado. Puede que a mucha gente no le importe eso, pero si uno se acerca a la peli y logra encontrarla interesante, la pelicula se le hace a uno muy sensata, de alguna forma pretende mostrar una cotidianidad, se replica lo particular de ciertos jóvenes y personas.
Aunque la realización no fue hecha con los mejores equipos, la gente más tesa, o con la intensión de ganarse un montón de plata, lo que muestra es lo que pasa cuando uno se atreve a tocar puertas, hacer intercambios y uno autogestionarse porque no puedo esperar que me caiga la plata. Lo que hicimos todos fue unirnos. Nunca hicimos la peli pensando en todo lo que de hecho ha logrado, sino que la hicimos porque queríamos hacer una peli y el discurso y narrativa reflejan eso: esa sensación y deseo de hacerlo, porque se nos está yendo la vida, no hay que esperarla. Nunca fuimos avaros con el proyecto y es la primera pelicula de todo el equipo. Nos sentimos muy afortunados porque Los nadie más que una pelicula es nuestra experiencia de muchos años con esos nadie, nosotros somos una familia que quiere salir a la calle, los que se ven y los que no. Nos metimos en un quilombo al que no sabíamos cómo entrar ni cómo salir, pero nos cogimos de la mano y nos tiramos al abismo juntos, y aunque todo tenía su tiempo y su ritmo, Sebas lo ha dicho desde el principio: “esto es efímero, una burbujita de jabón”. De ahí que cada persona puede tomar lo que quiera, tal vez en unos meses no se hable ya de la pelicula, pero yo creo que la historia que cuenta incita a hacer lo que siempre se ha querido hacer: incita a ser responsable con el deseo. En ese sentido es una pelicula sobre los sueños.
Mi vida cambió mucho con la peli porque yo venía trabajando desde la obra en general y me enfrenté a un equipo con vidas, temperamentos, diferencias… me permitió entender que como es el cine es el mundo: un engranaje de muchas cositas, como fichitas de dominó. Descubrí también que amo el cine y que quiero seguir haciéndolo. Ha sido mi academia y en este momento quiero terminar mi carrera –artes plásticas- y camellar con un corto que voy a rodar pronto además de que con Sebas vamos hacer otro corto y voy a seguir ayudando desde el vestuario. Me llama la atención. Lo que sí es que no aprendí a jugar con el diávolo (risas).”
Una patada punkera al “exotismo” en el cine
La pelicula es una rotunda y acertada apuesta artística para contar una de tantas versiones de la cotidianidad y, si bien su guion es simple y la narración tiene una estructura lineal, que va al grano, uno reconoce el esfuerzo por captar la realidad a través de un lente que pone a hablar a la ciudad, indaga dentro de los rostros y gestos de quienes la habitan, explora el lenguaje circense, de arte urbano, arte callejero y de la nueva escena punk; obliga al espectador a inmiscuirse y sensibilizarse por medio de un estilo de fotografía y puntuación fílmica sumamente original, en eso que está pasándole a muchos pelados en distintos lugares del orbe. Es por eso que Los nadie irrumpe bruscamente y logra captar la atención de diferentes públicos, pues aunque ubica en unas coordenadas contextuales una historia universal y tiene en cuenta la tradición de películas como Apocalipsur, le da una patada punkera al exotismo, al costumbrismo recalcitrante y a los cánones estilísticos del cine colombiano al que desafortunadamente nos fuimos acostumbrando espectadores, críticos y realizadores.
Por aportar al debate actual sobre el desarrollo de una cinematografía propia pero no privada, ofrecer nuevas perspectivas a los públicos diversos -”es una película para ver en familia”, recomendaron previo el estreno los de Monociclo- y abrir nuevas rutas a los realizadores emergentes de todo el país, esta película, superado el gusto personal y de lo que ahí devenga, merece nuestra atención. Ojalá Monociclo Cine y los parches emergentes puedan seguir ofreciendo, y cada vez con mayor rigor y perfeccionamiento, otras incursiones igual de profundas y desinteresadas en las pantallas colombianas. Un cine de los nadie para los nadie.