Colombia de naranja no parece sino tener los árboles

Bastante se escuchó durante la campaña de Iván Duque a la presidencia el concepto de economía naranja. Su discurso durante la posesión el 7 de agosto estuvo permeado de una profunda crisis a raíz del país que recibe, al mismo tiempo incertidumbre en cuanto a lo tributario.  Seguramente, los recortes presupuestales en inversión y gasto público, serán política económica durante los próximos cuatro años. Iván Duque formula una política tributaria, que no se impulse a raíz de las cargas asfixiantes – como el mismo describe- pues buscará formalización y productividad, uno de sus aliados sin duda alguna sería la economía naranja, aunque en ocasiones pareciera contradictorio  entre lo propuesto y lo ejecutado, sino basta con observar el desfinanciamiento[1] de las universidades públicas, qué pensaría cualquier mortal es contradictorio con la imagen de una economía basada en creatividad, conocimiento e innovación.

La economía naranja o economía creativa,  no es más que una alternativa al desarrollo, a la productividad y a la manera en que los recursos adquieren valor.  Iván Duque, es quien en su libro expone este concepto y que además posee un proyecto de ley que busca desarrollarla mediante la llamada ley naranja[2] . La economía naranja para contextualizarla posee las siguientes características: innovación en los productos distinguiéndose por sus cualidades más que su precio, trabajo entre diferentes disciplinas, avance en cuanto a conocimiento y trabajadores creativos.

Si bien, los sectores en los que actúa la economía naranja (herencia cultural, artes creativas y medios, y creaciones funcionales) supondrían un beneficio económico, el beneficio social y cultural se vería opacado por la mercantilización de los mismos. Sin embargo, más que describir las debilidades generales de la economía naranja, es mostrar que las bases sobre las que se cimentan son tan blandengues y flojas,  que aunque la cuarta revolución supone unos cambios en la manera no solo como se concibe el trabajo sino también un desafío para las generaciones venideras, el panorama es oscuro en un país donde se dice valorar el capital intelectual y al mismo tiempo recortar el presupuesto para desarrollarlo.    

En conclusión, la economía naranja no es más que un concepto que tras contrastarlo con la realidad del país encuentra dificultades para su implementación. Duque busca aumentar la ocupación laboral, que actualmente ronda en un 9,1 % de desempleo[i]; en últimas, el objetivo es un crecimiento potencial superior al 4 por ciento del PIB. El concepto de economía naranja propuesto por Iván Duque, reseña la necesidad también de diversificar la economía y eliminar progresivamente dependencias a materias primas y dando espacio al arte y la cultura como fuente de riqueza, acción que por cierto es contraria a la utilización de fracking  para la explotación de petróleo. Colombia de naranja no tiene sino los árboles, cuidado se descuidan porque también podrían ser víctimas del glifosato.

 

 

Julián Mateo Toro Cardona

Comunicador Universidad de Antioquia, escritor, cannbicultor e idealista. La cocina y la jardinería son un pasatiempo que considero arte. Sigo aún en el proceso de conocerme.