Magno, humanista, noble y caribe: cuatro adjetivos que bien pueden definir la imponente figura de Alfredo Rafael Francisco Correa De Andreis, pensador y académico nacido en Ciénaga, Magdalena y cuya desaparición estuvo orquestada por el Bloque Norte de las AUC y el entonces Departamento Administrativo de Seguridad, DAS. Hace 14 años, al estar en la tenebrosa lista de “Amigos del DAS”, el connotado profesor cienaguero fue asesinado luego de que un complot organizado por las seccionales del Atlántico y Bolívar de la extinta entidad de seguridad no terminara por silenciarlo como esperaban. Lo señalaban de ser ideólogo del frente 59 de las FARC bajo el alias de “Eulogio” o “El profe”, ignorando convenientemente que su única arma era la palabra y su más sensata lucha era al lado de la sociedad civil y con los menos favorecidos. Las falsas pruebas se cayeron por su propio peso. ¿Por qué asesinaron al profesor Alfredo Correa De Andreis?
Bajo el actuar ilegítimo de la Seguridad Democrática, organizaciones de derechos humanos (como el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo), periodistas, líderes sindicales, académicos y cualquier otro que desde su labor discrepara con la administración Uribe Vélez, eran perseguidos y espiados ilegalmente por organismos de inteligencia y seguridad como el DAS, buscando de alguna manera intimidarlos o amenazarlos, fabricando montajes en su contra o, en el peor de los casos, ordenando asesinatos. Todo en asocio con los paramilitares de Jorge 40, Carlos Castaño y Salvatore Mancuso. Julián F. Martínez, en su libro ChuzaDAS, narra con una notable experticia todo el entramado criminal que hostigó al sociólogo Alfredo Correa De Andreis desde el 17 de junio de 2004, fecha en la que se dio su captura por hombres del DAS en la ciudad de Barranquilla hasta el momento en el que vilmente fue asesinado –junto a su escolta Edelberto Ochoa- por dos sicarios a las 2:20 p.m. del 17 de septiembre de 2004.
La defensa por los derechos humanos y el trabajo dirigido con las víctimas que adelantaba el profesor Correa, produjo una aguda urticaria en el Gobierno Nacional, pues hasta el último día de su vida, el académico cienaguero estuvo realizando dos importantes investigaciones sobre el fenómeno de desplazamiento forzado en la región. Los mayores responsables de esa crisis humanitaria, fueron los mercenarios al servicio de Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40, ficha clave –según cuenta Julián F. Martínez- en el triunfo electoral de Álvaro Uribe Vélez en el Caribe colombiano. Lamentablemente la misma suerte que tuvo Alfredo Francisco, también la corrió la periodista Zully Pérez Codina, el dirigente político Fernando Pisciotti Van Strahlen y el sindicalista Adán Alberto Pacheco. Un exdirector del DAS llamado Jorge Aurelio Noguera Cotes (¡no olvidar el nombre!) fue condenado en 2011 a 25 años de cárcel por tales hechos delictivos. Pero todavía no ha habido justicia. La verdad sigue escondida. ¿Quién le ordenó a Noguera permitir que el paramilitarismo infiltrara el DAS?
Aunque el magnicidio de Correa De Andreis ha dejado una herida profunda tanto en su familia como en muchos interesados en su legado, se mantienen vivas sus más significativas lecciones: el respeto por el <<otro>> que puede y debe pensar distinto a mí, que el único conflicto sano es el que está mediado por los argumentos y no por las balas, que en la cultura popular se pueden encontrar soluciones estructurales a problemáticas públicas y un postulado kantiano sencillo pero fundamental: ¡pensar por sí mismo! Y ni hablar de la filosofía sentipensante, propuesta humanista que reformula el concepto de libre pensante y que nos exhorta a sentir con la cabeza y pensar con el corazón. El maestro y su obra no estarán condenado al olvido.
Siempre recordaré unas palabras de Raúl Correa, su hermano: “el mejor homenaje que le pueden hacer a Alfredo es imitándolo”. ¡Así será!
“Hay que ser más sentipensantes y menos racionalistas”.
Alfredo Correa De Andreis.