Con el asunto de las tesis de nuestros políticos hay que recordar que unos han hecho bien las cosas (y ahí están las tesis de la gente de Podemos) y que otros arrastran un ruidoso río que lleva mucha agua sucia. Es lo que pasa cuando durante demasiado tiempo has obrado con impunidad. El PSOE y el PP no se pisaban la manguera. Pero hoy andan a la deseperada. Y por eso pasan estas cosas. El tema de las tesis es otro ángulo de la corrupción que atraviesa la democracia española y que no deja sitio sin visitar. De ahí las ganas que tiene el PP y el PSOE de decir desde hace cuatro años que todos somos iguales. Pero es mentira.
Todo lo que tiene que ver con lo público en España se repite con la Universidad: a las gentes de los partidos que han dirigido el Estado todo les ha resultado por lo general muy fácil, han podido “comprar” cualquier cosa que han necesitado y han tenido patente de corso para manejar la universidad como un cortijo.Nunca entre el PP y el PSOE se han hecho una auditoría. Una de las reglas del sistema del 78 era: tú no me molestas, yo no te molesto. De ahí el enfado enorme que ha expresado Pedro Sánchez. Hay cosas que entre ellos no se hacían.
Por el contrario, a los que han mantenido posiciones críticas, lograr las mismas cosas les ha costado un enorme esfuerzo. Estar dentro del régimen significaba enormes facilidades para aprobar carreras, obtener becas, recibir audiencia de las autoridades, disfrutar de privilegios,conseguir títulos, formar tribunales, ganar plazas, publicar artículos y libros, asistir a congresos, formar parte de órganos de gestión y obtener, en cualquier caso, un trato de favor como el que se dispense a “los que son de los nuestros”. Caminar por posiciones críticas, por el contrario, volvía un calvario cualquiera de los pasos de la promoción universitaria, aunque, como ha sido en el caso de Podemos, buena parte de sus cabezas visibles fueran los primeros expedientes de sus promociones. Quizá el más certero consejo que me dio mi director de tesis en España fue el día de la lectura de la misma, minutos antes de entrar en ese ritual torturador: “a partir de ahora, todas las posiciones rebeldes que has mantenido durante la carrera te van a empezar a cobrar un precio muy alto. Tú verás lo que haces”.
Cuando nos oponíamos al Plan Bolonia, puesto en marcha por el PSOE con Ministras que venían de la universidad, denunciábamos que la mercantilización de los estudios superiores y la privatización encubierta que significaba iba a traer todo lo que trae siempre invariablemente la mercantilización y la privatización de ámbitos cuya lógica no puede ser la de una mercancía: la corrupción y el envilecimiento. El bipartidismo ya había hecho antes de las suyas en el ámbito universitario. Si la Universidad Carlos III tenía el sesgo del PSOE, el PP quiso hacer lo mismo con la Universidad Rey Juan Carlos. Los catedráticos que habían hecho el periplo por provincias querían aterrizar en Madrid y ese deseo se les negaba porque entrar en la Complutense, la Autónoma, la Carlos III y la UNED no era sencillo y no había sitio para ellos. Y a la inversa, si la derecha siempre había tenido sus universidades privadas vinculadas a la iglesia, el PSOE hizo sus pinitos echando siempre una mano a la Universidad Camilo José Cela. Uno de los rasgos más señeros de nuestras universidades ha sido la opacidad. Lo único que resiste mal la Universidad española es la transparencia. En lo oscurito todo discurre de manera tranquila. Por esa la impunidad que estamos viendo con el tema de las tesis.
La comparación de los casos de Pedro Sánchez y de Pablo Casado forma parte de una nueva lógica de la derecha que quiere ganar en los medios o en los juzgados lo que ya no puede ganar en las urnas. Los medios afines disparan para generar todo tipo de sospechas y los bufetes de abogados tuercen la ley a ver si son capaces de inhabilitar a sus oponentes. El PP ha roto el acuerdo que tenía con el PSOE de no vigilarse en exceso. La presencia de Ciudadanos -con la avidez de quien no tiene verguenza- y de Podemos -que está demostrando un comportamiento exquisito- ha llevado al PP, quebrado en mil pedazos, a cagarse en el convento. Y el cagadero se lo ha prestado el ABC.
Pablo Casado, de no ser diputado, estaría ya imputado, como le ocurre a otros estudiantes en su mismo caso que han pasado ya por los juzgados. No fue a clase, le dieron trato de favor, cambiaron notas y no entregó el Trabajo Fin de Máster. Es decir, hizo trampas ilegales. La tesis XI sobre Pablo Casado podría decir: si eres del PP, estudiar es una perdida de tiempo que está reservada a los idiotas. La licenciatura, el máster y el doctorado de la familia política del PP corren por unos caminos paralelos a los de los mortales. El Estado es nuestro y hacemos con él lo que nos da la real -real- gana.
Lo que el PP de Rajoy, Cifuentes y Casado ha hecho con la universidad debiera desatar la ira de todos los que hemos estudiado y trabajado en la Universidad pública, especialmente todos los estudiantes, profesores y personal de administración y servicios que han intentado dignificar la Rey Juan Carlos rodeados y acosados por profesores y personal de administración y servicios que, con poca dignidad, estaban allí exclusivamente por ser del PP o por algún pacto político. No olvidemos que han tenido un Rector que, pese a haber sido descubierto en plagios por los que suspendemos a los alumnos, no quiso entregar el cargo y fue apoyado en la decisión por el claustro de la Universidad. Algo huele a podrido al sur de Madrid desde hace tiempo. Y siempre está el PP cerca.
La tesis de Pedro Sánchez, que tenía que haber estado disponible para quien quisiera leerla desde hace mucho tiempo, tiene otro tipo de problemas vinculados a la privatización, es decir, a la entrega a instituciones privadas de la posibilidad de otorgar títulos de doctorado al margen de su capacidad de hacer su tarea. Pedro Sánchez se ha opuesto todo este tiempo a que nadie leyera su tesis porque, con toda probabilidad, es un trabajo sin calidad académica y porque tira mucho de cita ajena. Pedro Sánchez siempre ha sido un político, y su paso por la academia fue un accidente que solventaron pronto en cuanto corrió el escaño y volvió a quedarse un puesto libre. Si a Sánchez le ofreciero esa salida es porque el PSOE siempre ha recurrido a la universidad para colocar a los políticos que se quedaban momentaneamente sin escaño o concejalía. La Tesis XI sobre Sánchez rezaría: Si eres del PSOE, siempre habrá para los nuestros un espacio vinculado a lo público donde les cuidarán y contarán con el beneplácito del PP porque ellos hacen lo mismo. ¿Vamos entendiendo lo que les ha molestado la aparición de Podemos?
Mentiría si dijera que todas las tesis que se leen en la Universidad pública merecen la consideración de tesis doctoral. Decía Umberto Eco que “Copiar un libro es cometer un plagio, copiar dos, dos plagios; copiar muchos, una tesis doctoral”. De hecho, una tesis casi siempre es un exhaustivo recuento de todo lo que se ha escrito sobre un tema. El éxito pasa por copiar las ideas de los mejores, ordenarlas y sacar, en el mejor de los casos, alguna que otra idea propia. Pero la tesis de Pedro Sánchez difícilmente hubiera pasado el filtro de la universidad pública. Una tesis no tiene que ser una obra de arte, pero tiene que tener unos mínimos que, vista la traza, la tesis de Pedro Sánchez no posee. Miente el ABC -no es novedad- mezclando cosas. El problema no es publicar una tesis sobre la base de artículos que se vayan publicando en revistas científicas. Es correcto hacer eso. El problema está en que una tesis de calidad ínfima es más fácil que te la permiten leer en universidades privadas. Pero al ABC, como a los medios de la derecha, el pudor hace tiempo que desapareció. Están en modo: salvemos como sea al indecente Pablo Casado. Y ponen el ventilador a ver si nos volvemos a olvidar del partido de la Gürtel.
En un país donde la credibilidad de los títulos universitarios se pone en cuestión por la miseria moral del PP y las trapacerías del PSOE, vemos cómo se debilita profundamente nuestra credibilidad internacional como país. Es verdad que la Universidad está perdiendo pie en el mundo del Big Data y la economía de los servicios, pero sigue siendo la institución que legitima el trabajo de médicos, ingenieros, abogados. Una universidad bajo sospecha es un país bajo sospecha. Pablo Casado, por salvar su espalda, no ha dudado en quebrar la universidad y nadie del PP ha tenido el coraje de salir a decirle que saque sus sucias manos de este pilar de nuestra sociedad. Pedro Sánchez, tan astuto en otras lides, ha actuado con enorme torpeza tanto en el caso de la Ministra Montón como en su propio caso. No hubiera estado mal que nuestro Rey, el “preparao”, hubiera salido a decir algo en defensa de la Universidad española.
Hay que volver a insistir en que no todos los políticos son iguales. Ahí están, repetimos, las tesis de la gente de Podemos. Y la necesidad de salir de la miseria que construyó en nuestro país el bipartidismo. Porque la Tesis XI sobre el PSOE y el PP en realidad dice: los políticos del bipartidismo no han hecho otra cosas que han usar las instituciones públicas para su beneficio. De lo que se trata ahora es de sustituirlos para que en verdad puedan cambiar las cosas.