De la enseñanza del arte
No deja de ser sugestivo y a su vez de suponer un descolocamiento la pregunta por el quehacer del artista en una época donde la enseñanza del mismo aún opera bajo las dinámicas de hace aproximadamente cinco décadas. Estos ideales que se estacionan en aconteceres que operaban bajo unas dinámicas distintas, son los que sirven aún hoy a las academias para formar artistas, para formar los profesionales de las artes plásticas. Aún se justifica la actividad artística a través de unos resultados evaluables en términos técnicos y del buen entendimiento de lo que el profesor entiende como arte, es decir, la buena práctica y aceptación de los requerimientos del docente profesional que es quien sabe reconocer, validar y cuantificar los resultados del estudiante.
La enseñanza se reduce a la información congelada en recetas. todo lo que
sucede es ya conocido, cuando no para el estudiante, si para el profesor, quien
aburrido por su repetición termina aburriendo (….). La enseñanza del arte se
limita a repetir. (Camnitzer, 1980, p.32)
Esta afirmación de Camnitzer parece haber pasado por inadvertida e irrelevante en las tres décadas posteriores a su afirmación. En el pasado ya habíamos sido advertidos del peligro de continuar encastrados en lo problemático de la enseñanza que no se permite salir de la zona de comodidad que le supone la repetición en los procesos de creación artística a través de los medios tradicionales. Más de tres décadas y aún no se supera esta crisis.
Ahora bien, este ideal de enseñanza del arte como receta, es el que precisamente tiene validez y se conjuga con las reflexiones crudas y estériles de la crítica de arte mexicana Avelina Lésper, pues esta sostiene que la receta primigenia generalizada del arte se fundamenta en su “técnica” -entendida esta en sus manifestaciones tradicionales- y es la que le da la sazón inicial a eso que se va a presentar como obra. Además de argumenta que ya no existen artistas porque ya no existen buenos artesanos y que las obras en su facilidad y capricho -el arte contemporáneo- no requieren de talento especial para ser realizadas, ya no hay creación; por lo tanto, no hay artistas (Lésper, 2012).
Este es el pensamiento que cimienta la enseñanza en las academias, parece que Lésper es la prócer de la educación académica, la gloria del pensamiento crítico, logrando construir un séquito de pelafustanes que enraizados en procesos de hace más de tres décadas, pretenden marginar los cambios y condiciones contextuales, entregando su ineptitud e incapacidad tanto crítica como reflexiva, para ser corderos del pensamiento de Lésper.
Ahora bien, es de gran complejidad y es cierto que no hay un método investigativo y creativo sólido que sirva como guía o instructivo en el quehacer y la enseñanza del arte, como si lo hay, por ejemplo, en el proceder científico, pero también es cierto, que bajo estas mismas consignas de enseñanza que satisfacen a Lésper, se siguen formando artistas que no obedecen a una realidad cultural, por lo que es ineludible que un artista nombrado como tal, a través de los formalismos académicos, se estrelle de frente a la realidad que la enseñanza siempre evadió con el único propósito de mantenerse firme en su estéril y caduca forma de transmitir el conocimiento artístico. Parece que la enseñanza académica “actual” basada en estos principios no podrá en un largo tiempo quitarse la venda y entender que no operamos bajo las mismas condiciones que hace tres décadas. ¿Porque es tan complicado entender tan simple enunciado?
Las instituciones académicas no están formando artistas para el hoy, están formando artistas para el ayer y se sigue perpetuando indefinidamente. El precio a pagar por tales acciones es incalculable. Basta con ver las manifestaciones de un artista formado y estructurado por la academia en el contexto actual, para sopesar que está a millas de encontrarse de frente con la realidad que opera fuera de su aprendizaje institucionalizado.
Una de las premisas educativas establecidas por las instituciones es que el proceso educacional sirva como posibilidad para preparar al individuo a que se vincule de manera íntegra, funcional y con capacidad de discernimiento a una sociedad, y que a su vez, le permitan seguir creciendo a nivel individual y colectivo, sin embargo, no se está más alejado de la realidad. Las alternativas en relación al arte y su enseñanza quedan al parecer, a merced de la subjetividad del profesor, esto queriendo decir, que si un docente tiene una fuerte afinidad por la pintura renacentista, es esta la información que va a recibir el estudiante. Este es solo uno de los múltiples ejemplos que se pueden enunciar para valorar el nivel de castramiento al que los estudiantes pueden ser sometidos, por supuesto, sin avizorar que la realidad que los construye, se cimienta en otras formas de percibir y reflexionar.
La enseñanza del arte aún hoy, se da a contrapelo de las nuevas invenciones, a contrapelo de la realidad cultural y los avances tecnológicos que tanto han logrado hacer mella en todas las sociedades, se permanece en la arquetípica idea de mantener al arte, después de todo, enraizado en el quehacer tradicional y bajo el mismo tejido increíblemente aburrido, donde no hay una inquietud más allá de la simple relación con las recetas ya establecidas.
Por lo tanto, todo esto ha desembocado en seguir cediendo el terreno de las prácticas artísticas “actuales” a la pugna por la técnica en lugar de considerar otros procesos creativos o modos de percepción que lleven a generar nuevos conocimientos, nuevas formas de creación en el arte y por supuesto, nuevas formas de enseñanza.
La transmisión de este conocimiento debe ser entendida fuera de la comodidad, de su raigambre, pues el arte académico está creando sujetos incapaces de generar nuevas reflexiones, no hay una autoevaluación y se persiste en mantener el equilibrio y bienestar en unas ideas, que en su afán de mantenerse vigentes con lo pasado, estan creando muñecos de fábricas que re-producen y caen en en círculo sin salida. Un eterno retorno de lo mismo.
De la no enseñanza
Es necesario de manera sucinta, generar una idea de que significa para este propósito, “la no enseñanza” pues esta frase genera cierto malestar y fácilmente se podría caer en ambigüedades.
La “no enseñanza” es precisamente eso de lo cual se tiene conocimiento, hay un saber construido, se puede evidenciar, pero que sin embargo, por el capricho, la negligencia o tal vez brutalidad, no se enseña a los demás esperando tener como resultado, que no haya una reflexión que permita cuestionar precisamente lo que enuncia. Lo que no se conoce y se ignora es innecesario. En otras palabras, y para no caer en rodeos, la “no enseñanza” es el lugar que el saber del arte institucionalizado adopta para no generar saberes que cuestionan precisamente la condición a la que están inscritos, es decir, se mantiene oculta la realidad que permea la “actualidad” y no permite la posibilidad al arte vincularse con otros saberes, su expansión a otros escenarios y, por lo tanto, esto lo que va a permitir es seguir formando artistas profesionales que no se preocupen e incursionen en saberes que supuestamente al arte no le competen, a saber, la ciencia, la informática, la electrónica, la biología etc.
En este sentido, si logramos entender que una radical ampliación del marco de representación, implica, necesariamente, una radical ampliación del marco percepción y reflexión, se podría entender que la llegada siempre incesante de nuevas tecnologías ha cambiado las formas de representar y reflexionar sobre los procesos artísticos. Ejemplo de ello es la llegada del Daguerrotipo, logró cuestionar lo que hasta entonces se concibió como arte, obligando de esta manera a que los artistas se plantearan nuevas reflexiones y nuevos retos artísticos para que posteriormente se lograra la adopción de una nueva tecnología que permitió expandir la percepción del artista.
Wiertz (como se cita en Sobre la fotografía, Benjamin 2016) afirmó lo siguiente:
Una profecía de 1855: “hace pocos años nos ha nacido una máquina, honor de
nuestra época, que todos los días asombra nuestro pensamiento y llena de
honor nuestro ojos. / Esta máquina en menos de un siglo será el pincel, la
paleta, los colores la destreza, el hábito, la paciencia, el golpe de vista, el
toque, la pasta, la veladura, la ficelle, el modelado, el acabado, lo expresado. /
En menos de un siglo, dejará de haber albañiles en pintura: no habrá más que
arquitectos pintores en toda la acepción de la palabra. / No se piense que el
daguerrotipo mata el arte. No, mata la obra de la paciencia, rinde homenaje a
la obra del pensamiento. / Cuando el daguerrotipo, este hijo gigante, haya
alcanzado su madurez; cuando toda su fuerza, todo su poder se hayan
desarrollado, entonces el genio del arte le pondrá de repente la mano sobre el
cuello, exclamando: ‘¡Mío!, ¡ahora es mío! Vamos a trabajar juntos”
Pues bien ¿qué está pasando en el ámbito local de la producción y enseñanza del arte que no se está permitiendo establecer puentes de enseñanza y relación con la inevitable llegada de tecnologías como la informática, la inteligencia artificial (I.A.) la realidad aumentada, la programación como procesos creativos? ¿porque el arte sigue evitando formar artistas con un rigor tal que expandan sus aprendizajes tradicionales y se adentren a estas tecnologías actuales y las vinculen en sus procesos creativos? ¿es necesario que el arte sea enseñado por profesores formados netamente como artistas y no se permita la incursión de maestros de otras disciplinas para que expandan sus marcos de percepción? Como estas preguntas, es posible generar más interrogantes y generar más malestar a sabiendas del descontento de las respuestas.
Es factible en este momento volver sobre la “no enseñanza” pues dado que son precisamente estas las preguntas, las que desde décadas atrás las instituciones han venido evadiendo y se han permitido “no enseñar” a sabiendas de que es algo ineludible y que llegará el momento en que esto se va a caer por su propio peso. Lo preocupante en esto, es que no hay avistamiento, un camino que por lo menos prepare a los profesionales del arte a enfrentar este encuentro. Llevará mucho tiempo y esfuerzo replantear modelos educativos -si es que entonces todavía podemos pensar un una educación artística institucionalizada- que permita abordar estos temas como algo que es serio y de sumo rigor, pues es necesario entender que esto ya está pasando, que va a seguir pasando y que cada vez toma más fuerza y relevancia, sin embargo, la “actualidad” del arte Colombiano se empeña en lo contrario.
Para ejemplificar mejor y permitir un avisoramiento de cómo el arte fuera del contexto cultural Colombiano está logrando vincularse con otras disciplinas, es pertinente dar dos ejemplos de los muchos que hoy podrían sustentar la tesis de que el arte opera fuera de su misma condición de arte, es decir, bajo el entendimiento de otras disciplinas que lo fortalecen a las vez que le genera nuevos interrogantes y reflexiones.
Propuestas de arte que tienen una fuerza tal que logran no solo cuestionar al arte mismo en tanto quehacer técnico y conceptual, sino, que se están logrando establecer diálogos muy importantes con disciplinas que tiempo atrás no parecería podrían tener un diálogo tan fuerte y directo como el que hoy se logra establecer entre el arte y las demás disciplinas.
Una obra como la de Sonia Cillari “Sensitive to Pleasure” (imagen 1) donde se logra llevar a cabo un performance, un acto de creación en tiempo real donde crea una criatura digital (feather) la cual se manifiesta a partir de las respiraciones de la propia artista, logra a través de algo tan natural como la respiración, ofrecerle al espectador un conjunto de imágenes y sensaciones que se pueden ver a través de una pantalla en conjunto con medios electrónicos. Esto lo que permite es poner en evidencia que por medio de un proceso biológico como la respiración se pueden generar nuevas formas, pero es la tecnología precisamente la que sirve como medio, es la interfaz la que permite el juego entre el artista, la obra y la percepción del espectador. Este tipo de manifestaciones sólo son posibles entendiendo, siendo conscientes de las posibilidades que la tecnología logra brindar al artista.
(Imagen 1) Sonia Cillari. Instalación Sensitive to Pleasure (Feather 2010)
Otro de los ejemplos que se pueden vincular para este propósito es la obra de Rafael Lozano
Hemmer titulada “Obra sonora” (imagen 2)
En esta muestra Hemmer reúne cuatro instalaciones en las que el artista emplea el
sonido como base para una creación artística que invita a una experiencia auditiva
inusual. Lozano-Hemmer aplica el concepto de “altavoces como píxels” a sus obras,
que reúnen más de 3.000 diminutos altavoces, cada uno de los cuales emite un canal
individual de audio. Estas miles de fuentes de sonido generan, de forma inesperada,
plácidos paisajes sonoros que se inspiran en las composiciones visuales de
compositores como Karlheinz Stockhausen, Edgar Varèse o Alvin Lucier. (vida 2014)
(imagen 2) Rafael Lozano-Hemmer “Obra sonora”
Estos procesos donde se vincula el arte con la tecnología, la ciencia y saberes que no tienen como interés principal el arte, hoy están logrando que nuevos procesos de creación se hagan evidentes, vinculando al espectador como parte fundamental de la obra, que este recree una experiencia, que se vea atravesado por un acontecer estético, todo esto hace que el arte hoy devenga bajo otras dinámicas y esté produciendo nuevas formas de conocimiento.
Así pues, se pone en evidencia que estamos inmersos en procesos que contrarían las necesidades culturales actuales y se toma como opción la “no enseñanza” para seguir perpetuando el desconocimiento de la actualidad artística que acontece fuera del contexto Colombiano.
Con el fin de concluir, es importante señalar que es evidente que no se están formando artistas capaces de alterar los órdenes y las filiaciones a las que son sometidos al incursionar en las instituciones. Es esclarecedor en este sentido, que se están creando artistas que no responden a las condiciones del arte contemporáneo, de la cultura contemporánea. El artista está inserto dentro de unas dinámicas que distan del hoy y no hay un ajuste que relacione sus conocimientos adquiridos en la institución educativa con los conocimientos del afuera, sin embargo, observemos estas posibles perspectivas dentro de las cuales el artista podría estar inserto: 1) se ajusta totalmente al contexto para el que fue formado y se mantiene en la superficie hasta caer ahogado o en el mejor de los casos, se vuelve un artista reconocido por sus afines; 2) aprende a desaprender lo que por condición le ha sido enseñado y se enfrenta a una realidad para la cual no ha sido preparado; y 3) lucha de manera incesante, con el rigor que cualquier profesional lo hace y busca la entrada a esa realidad que de manera burda cayó en la “no enseñanza” y le es ajena pero no prohibida, logrando generar desde allí, bien sea otro tipo de obras, o bien, logrando cuestionar eso en lo que precisamente acaba de insertarse pero que ya no desconoce y no le es negado, y que por tanto, le da la posibilidad de decisión y de tomar una posición crítica.
Así pues, esta puesta en escena de la enseñanza y la “no enseñanza” sirve para avizorar que hasta hoy la enseñanza del arte se ha perpetuado. Esto a sabiendas de que el arte es un saber que se sabe continuamente en construcción, que siempre está en continua transformación y logra por sobre muchas condiciones, hacerse a un espacio en lo actual, el arte siempre deviene actual, el arte supone innovación, construcción de nuevos enlaces con disciplinas externas a él pero que sin embargo, logran una afinidad tal que generan nuevos conocimientos, y como se mencionaba anteriormente, logra expandir sus marcos de representación, lo que a su vez implica expandir los marcos de reflexión.
Referencias:
Camnitzer, Luis, ¿es posible la enseñanza del arte? 1937 antología de textos críticos,
ArtNexus disponible en:
https://cepaplasticasvisuales.files.wordpress.com/2011/10/es_posible_la_ensenanza_del_arte.
pdf
LÉSPER, Avelina. “arte contemporáneo: el dogma incuestionable”. 2012. Disponible en:
http://www.avelinalesper.com/2012/06/arte-contemporaneo-el-dogma.html
Imágenes
Imagen 1 Cillari, Sonia, tomada de:
Imagen 2 Hemmer, Rafael, tomada de: