¿Existe el neoliberalismo? (II)

A pesar de que en el Coloquio Lippmann no se planteó acabar con el Estado, sí se dilucidó un cambio de paradigma sobre cómo entender la relación entre política y economía y, por consiguiente, entre Estado y mercado. A saber: uno en el cual, a diferencia del liberalismo clásico, las libertades políticas quedaran subordinadas a las económicas y no viceversa.

En una columna previa publicada en Al Poniente, titulada ¿Existe el neoliberalismo? (I), a partir del libro de Fernando Escalante, Historia mínima del neoliberalismo (2016), hice énfasis en que el neoliberalismo es una ideología que ha sido sumamente exitosa, posible de identificar y vincular a un programa intelectual, económico y político derivado de esas ideas. Asimismo, aproveché para pasar revista a las principales ideas con las cuales estarían de acuerdo aquellos que suelen ser tildados de neoliberales, a pesar de que algunos nunca asumieron la etiqueta, sintetizando cuál sería ‘‘columna vertebral’’ de dicho programa. En esta ocasión, quiero aprovechar para ponerle fecha al surgimiento de la palabra ‘‘neoliberalismo’’ y reflexionar acerca del contexto en que surgió.

La palabra neoliberalismo fue acuñada por el economista y sociólogo alemán Alexander Rüstow. Paradójicamente, dada la connotación que suele ser tener el término en la actualidad, Rüstow estaba pensando en algo parecido a lo que hoy en Alemania se entiende por ‘‘economía social de mercado’’.

A finales del año de 1938, Rüstow asistió al conocido Coloquio Lippmann en París, convocado por Louis Rougier para llevar a cabo la presentación del libro de Walter Lippmann, The Good Society. Entre los asistentes se encontraban intelectuales como Louis Boudin, Friedrich Hayek, Ludwig von Mises, José Castillejos, Raymond Aron, Jacques Rueff, Wilhelm Ropke, entre otros. El motivo principal de la organización del Coloquio Lippmann era pensar en una nueva agenda para el liberalismo clásico. Se trataba de renovar el liberalismo, en un momento en el que se encontraba sumamente desgastado, debido la desconfianza en el mercado tras la Crisis del 29, por un lado, como por el éxito que experimentaban ideologías colectivistas como el socialismo, el fascismo o el comunismo, por el otro.

Dentro de las propuestas para estar nueva agenda del liberalismo, que buscaba fundamentalmente combatir el colectivismo, existían posturas divergentes. Algunos más moderados, como Rüstow y Lippmann, veían positivamente las políticas de gasto social y el keynesianismo; otros, como Hayek y von Mises, proponían un liberalismo más intransigente. Así, dentro de la discusión para poner nombre al movimiento, como señala Escalante, Rueff propuso ‘‘liberalismo de izquierda’’, Boudin ‘‘individualismo’’, Rougier ‘‘liberalismo positivo’’ y, finalmente, pensando en un medio camino entre el liberalismo clásico y el Nuevo Liberalismo, más cercano a la socialdemocracia, Rüstow propuso ‘‘neoliberalismo’’.

Ahora, aunque con diversos matices, todos coincidían con la necesidad de recuperar el mercado. Dicho de otro modo, existía un consenso en torno a que el camino hacia la libertad comienza por el mercado, no por el Estado. De ahí el título del libro de Hayek, The Road to Serfdom (El camino hacia la servidumbre), una feroz crítica al socialismo y la imposibilidad, según Hayek, de su existencia. En este sentido, a pesar de que en el Coloquio Lippmann no se planteó acabar con el Estado, sí se dilucidó un cambio de paradigma sobre cómo entender la relación entre política y economía y, por consiguiente, entre Estado y mercado. A saber: uno en el cual, a diferencia del liberalismo clásico, las libertades políticas quedaran subordinadas a las económicas y no viceversa.

Referencias:

Escalante, Fernando. Historia mínima del neoliberalismo. Madrid: Turner, 2016

Cristian Márquez Romo

Politólogo. Estudiante del posgrado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Salamanca, España. Licenciado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), México. Ha participado en proyectos de investigación en México y España, donde actualmente se desempeña como becario de la revista América Latina Hoy, del Instituto de Iberoamérica. Ha colaborado con publicaciones en Europa y América Latina, tales como Foro Internacional, Hipótesis Alternativa, Replicante, entre otras.