La mayoría de parejas que mantienen una relación a distancia no llegan a ese punto por gusto propio. Lo que para algunos es “juntos pero no revueltos” para estas parejas fueron las circunstancias de la vida porque uno se va a otro lugar a estudiar, a trabajar, porque se conocieron en un viaje o se enamoraron por Internet.
El número de encuentros dependerá de la distancia que los separa, de los días que tengan de vacaciones, del dinero con que ambos cuentan y de la flexibilidad de sus compromisos académicos o laborales.
Entre visita y visita hay meses, días, horas, minutos y segundos de ausencia. Momentos en los que se añora la presencia del otro en las actividades cotidianas, despertares solitarios y muchos cumpleaños y aniversarios no compartidos.
Estas parejas conocen acerca de todas las tecnologías que les ayudan a estar con el otro sin estarlo, a intentar vivir la misma experiencia a través del lente. Skype, Hangout, Magic Jack, Whatsapp son las herramientas más usadas para saber del otro a diario, contrario a amantes de otras épocas que debían esperar meses.
Si se contabilizaran las horas de videollamadas con conversaciones de distintos calibres o las cuartillas de chats, correos electrónicos y mensajes de texto habría almas gemelas que probablemente se ganarían un record Guiness.
A estos novios o esposos los caracteriza el constante diálogo incluso cuando están enojados puesto que, a diferencia de las demás parejas que se dan la espalda en la cama o uno de los dos se va a dormir al sofá, ellos resuelven sus diferencias conversando porque no existe chance alguno de limar asperezas con sexo de reconciliación.
Los fines de semana son atípicos. No hay idas al cine, a comer, a bailar, salidas con amigos, paseos a fincas o perecita en casa con película y crispetas. Quienes viven a kilómetros de distancia se ponen una cita para pasar una velada de pantalla a pantalla viendo una película juntos, conversando, comentando videos y noticias e incluso compartiendo una cena romántica.
No por estar separados estas personas se entierran en vida o se alejan del resto del mundo. La vida continua y los intereses y hobbies se siguen cultivando y los amigos frecuentando pero, en ocasiones, ver a otras parejas tomadas de la mano, abrazadas, sonriendo, hablarse al oído es un recordatorio en cada café, cada sala de cine, cada teatro, cada esquina, de la ausencia del otro.
Los une la ilusión de algún día estar juntos aquí, allá o en un lugar intermedio. Tomar la decisión llega pronto para algunos o tarde y quizás nunca para otros. Sin importar el método que usen para hacerlo – lista con pros y contras, cuadro de Excel, caras y sellos o simplemente dejarlo al destino – siempre se llega la hora de seguir uno o distintos caminos.
Mientras tanto, y a pesar de que muchos digan “amor de lejos, felices los cuatro”, ellos seguirán juntos.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-a-iad.xx.fbcdn.net/hphotos-prn2/t1/1796567_10151937446853683_326852548_n.jpg[/author_image] [author_info]Sandra Gaviria Monsalve Licenciada en Lenguas Modernas de la Universidad Pontificia Bolivariana con Maestría en TESOL de West Virginia University y Maestria en Educación de Maharishi University of Management. Comunicadora Social de la Universidad EAFIT. Ha sido colaboradora de la Revista El Eafitense y publicado algunos artículos en el Periódico el Mundo de Medellín y ADN. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]
MUY BUEN TEXTO ME GUSTO MUCHO. FELICITACIONES.