No hay globalidad que sirva sin localidad que valga

En corto tiempo se celebrarán las elecciones que elegirán al Parlamento europeo para los próximos cinco años. La institución que, teóricamente, representa a los ciudadanos y ciudadanas de la unión y que junto a la Comisión Europea y al Consejo de la Unión Europea  realiza la función legislativa.
Esta institución, a pesar de su importancia, de su relevancia y de los esfuerzos de los partidos,  no es capaz de conectar con la ciudadanía, ciudadanía que ningunea su existencia absteniendo su voto por encima del 50% durante los últimos 15 años.

 

¿Cuáles son las razones que lleva a la ciudadanía a este olvido institucional?

 

 

La Unión Europea no entiende de localidades ni localismos, no quiere comprender de apego a la tierra ni de cariños a raíces. Europa quiere mostrar que moverse por ella por razones laborales no es abandonar el hogar, ni a la familia, ni a los amigos ni amigas. Que idiomas, derechos y costumbres son aspectos anecdóticos en comparación con las ventajas de la movilidad entre sus fronteras y la moneda común.

 
No quiere divisiones dentro de ella, por lo que fomenta visiones partidistas en los conflictos territoriales que encuentra. A la misma vez que olvida que su propia unión no separada por fronteras, tiene divisiones mucho más dolorosas, la Europa del Norte, la Europa del Sur, las
regiones ultra periféricas, los PIGS.

 
Europa solo quiere entender de austeridad, de legislaciones económicas, de productividad, por eso insiste en temáticas sobre etiquetas de colores de productos alimenticios, sobre el nombre que debe tener la miel de palma de la isla colombina de La Gomera, sobre la cantidad
de tomates que tienen que entrar de Marruecos para que ese gobierno permita a ciudadanas saharauis entrar en su país, mientras se inhibe en derechos como la interrupción voluntaria al embarazo de las mujeres que viven en algunos de sus Estados miembro, mientras se olvida de
los dramas personales que atracan en forma de inmigración en las islas italianas del mediterráneo, en Canarias, en Melilla, mientras no hace nada para paliar las corrientes xenófobas que aparecen simultáneamente tanto dentro como fuera de su unión y que también son Europa.

 
Europa se dedica a buscar una posición dentro de este mundo globalizado en el que se trabaje con la productividad asiática, con el consumismo estadounidense y con la desigualdad latinoamericana. Decía el escritor mexicano Carlos Fuentes que “No hay globalidad que sirva sin localidad que valga”. Una frase tan corta, tan simple, tan dulce y que a la vez muestra de manera tan contundente y esclarecedora las razones por las que Europa no llega a europeos ni europeas.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://fbcdn-sphotos-g-a.akamaihd.net/hphotos-ak-ash3/t1/1896770_1404139356510592_147251123_n.jpg[/author_image] [author_info]Daniel Besteiro Rodríguez Ingeniero en informática por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Master en Publicidad y Comunicación Corporativa por el Instituto Internacional de Marketing y Negocios. Master en Estudios Políticos Aplicados por el Instituto Universitario Ortega y Gasset. Miembro de Nueva Canarias. Ha participado como colaborador en SPQ Consulting.Leer sus columnas. [/author_info] [/author]

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