Buenos días, saludo a los lectores del periódico virtual Al Poniente desde el impactante Stand de la Universidad Nacional de Colombia en instalaciones de Plaza Mayor, en la ciudad de Medellín, en el marco del VI Foro Urbano Mundial, (WUF), al que asistí y caminé detalladamente, y dentro del cual pude reflexionar con varios ciudadanos sobre los beneficios que trae a la ciudad, a la región y a la nación.
Uno como ciudadano no puede dejar de alegrarse cuando a Medellín llegan más de diez y nueve mil personas (entre ellos once mil extranjeros), de cincuenta y seis países, dentro de los cuales se contabilizaron ochenta ministros y quinientos alcaldes, a pensar el futuro de las ciudades en el mundo.
El periódico Portafolio calcula que los once mil visitantes extranjeros se gastaron unos 50,000 millones de pesos entre hoteles, restaurantes y taxis. Y seguramente llevarán buenas noticias de Medellín a sus países de origen.
Caminar los pabellones del Foro, asistir a varias de sus múltiples conferencias, conversar con arquitectos, urbanistas, profesores universitarios, directores de organizaciones internacionales, alcaldes y ciudadanos preocupados por el futuro de las ciudades, fue un privilegio y una grata experiencia.
Según el sitio web ONU Habitat más de la mitad de la humanidad habita en zonas urbanas, lo cual nos invita a pensar en estudiar a profundidad temas como la planificación, la equidad, la seguridad, la movilidad y la gestión de servicios básicos.
De acuerdo con el sitio web oficial del evento , el Foro Urbano Mundial (WUF por sus siglas en inglés de World Urban Forum) es la Principal Conferencia Mundial en Ciudades, World’s Premier Conference on Cities, organizada cada dos años. Se trata de un Foro técnico no-legislativo que convoca el Programa de Asentamientos Humanos de Naciones Unidas (ONU-Habitat) para examinar los retos que enfrenta el mundo en relación a los asentamientos humanos, como la rápida urbanización y su impacto en las ciudades, comunidades, economías, cambio climático y políticas.
Pero después del evento y sus satisfacciones, a la ciudad le queda el reto de luchar, de seguir luchando, de volver a luchar, para atacar la bestia de la inequidad. Ojalá las autoridades y los empresarios le dedicaran siquiera una cuarta parte del entusiasmo que le pusieron al foro a luchar contra esta bestia horrorosa que trae como consecuencia una cultura de ilegalidad que tiene atemorizada a la ciudadanía, especialmente a aquellas personas que habitan las denominadas “comunas”.
Recuerdo que en un reciente viaje a Italia, acompañando a un grupo de empresarios colombianos, fuimos invitados a una recepción por el viceministro de Relaciones Exteriores de dicha nación en Bomba, su ciudad natal. Cuando en la cena un general de la república de Colombia le explicaba al viceministro italiano las acciones para atacar a los ilegales, este le contestó: “mientras en Colombia no trabajen por generar empleo y por mejorar las condiciones económicas de las familias, por cada banda que destruyan surgirán otras dos”. Agregó que “no basta con construir bibliotecas y escuelas en los barrios, si la economía comunitaria no se dinamiza con oportunidades de empleos y negocios que contribuyan a construir una sociedad más equitativa”.
Diferentes columnistas han abordado esta problemática, pero no sobra hacer un resumen de los principales problemas que enfrenta el ciudadano común en esta «Bella Villa”, que la han llevado a ser conocida
como “La ciudad del miedo”:
– Los atracos a la luz del día. Basta con revisar las redes sociales para encontrar videos de cómo es atracado “el coche de adelante”, con una total impunidad. Según el estudio “Voces ciudadanas” de la Universidad Pontificia Bolivariana, más de la mitad de los habitantes de la ciudad han sido víctimas o son conocedores de un caso de inseguridad cercano en los últimos doce meses.
– El desplazamiento interurbano. Durante el año anterior fueron desplazadas unas diez y siete mil personas dentro de la misma ciudad, a la vista impotente de la policía. Como una estampa macondiana, hay registros gráficos de la policía ayudando a los desplazados a empacar sus enseres.
– Casi la totalidad de los negocios del centro de la ciudad están extorsionados, y deben pagar una cuota mensual para poder operar con “tranquilidad”. Y para el colmo de la impunidad, a la persona extorsionada le entregan un recibo numerado como constancia de que “es buena paga”.
– La mayoría de las empresas constructoras de la ciudad, incluyendo los contratistas oficiales, como es el caso de los constructores del tranvía de Ayacucho, tienen que pagar vacuna.
– Las fronteras invisibles. Es vox pópuli que un joven no puede pasar de un barrio a otro a visitar su novia, sin un permiso y el pago de un peaje, de las bandas que controlan el ingreso.
– Las casas de tortura y desmembramiento ya no son una novedad para las autoridades. Esta es una denuncia de la Corporación de Paz y Desarrollo Social, Corpades, que afirma que el 70% de la ciudad está en manos de la ilegalidad.
– Según el Departamento Nacional de Estadística (DANE) la tasa de desempleo de la ciudad es una de las mayores de la nación, y la informalidad laboral llegó a la dramática cifra del 49.5%.
Aún la ciudad está en deuda con los planteamientos que hizo el arzobispo de Medellín con motivo del reconocimiento como la ciudad más innovadora: «Últimamente, se ha publicitado mucho que Medellín es la más educada, que es ciudad incluyente, que es modelo de urbe innovadora. Todo eso debe ser cierto, cuando lo repiten tanto. Nos alegramos por las cosas buenas que tiene y se hacen en Medellín. Pero, igualmente, sabemos y constatamos cada día que nuestra región es la más violenta del país, que pasan los años y no logramos aprender una convivencia pacífica, que en nuestros barrios nos estamos matando».
Así como gobernantes y empresarios promovieron enjundiosamente entre sus empleados para que votaran electrónicamente por Medellín como la más innovadora del mundo, deberían promover programas y acciones para fomentar la inclusión y la equidad. (Uno no se imagina a los estudiantes de Nueva York haciendo campaña en las redes sociales para que sus amigos votaran por que su ciudad fuera elegida como la más innovadora del mundo; pero bueno. se logró el objetivo).
De la misma manera, así como gobernantes y empresarios le pusieron toda su energía al exitoso Foro Urbano Mundial, deberían emprender la tarea de promover acciones sociales y de emprendimiento para promover programas para fomentar la inclusión y la equidad.
Y estoy seguro que la ciudadanía se apropiaría del tema y se pondría la camiseta de ese gran objetivo.
Que el próximo reconocimiento de Medellín sea el de la equidad social.
[author] [author_image timthumb=’on’]https://fbcdn-sphotos-h-a.akamaihd.net/hphotos-ak-prn2/v/t34.0-12/10178402_501437886644872_593993410_n.jpg?oh=c8cef402be05044a8eed245b44aa4a55&oe=534D28A7&__gda__=1397593105_6660e243eb84945588adfd26f4d5bbef[/author_image] [author_info]Diego Germán Arango Muñoz Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]
Una mirada muy acertada de la realidad.
Como me dueles Medellín.
Un analisis muy interesante, además de juicioso
La ciudad está en manos de las bandas y de la mirada de la ilegalidad. Es necesario que toda la sociedad se movilice y que dejemos atrás los egoismos y los monopolios empresariales. Buena columna profesor Diego
Muy buena y muy objetiva, lastima que la gente no de un poco más de si misma para que seamos «La más social»
Medellín sigue siendo un oscuro lugar para la vida.
Concuerdo con el viceministro italiano: hay que llevar empleo y cultura empresarial a las comunas, llevarles la posibilidad de crear empresa y de planear proyectos.
Si la ciudad y sus dirigentes no toman acciones para compartir la riqueza, no tendresmos espacios para la convivencia. Lo que le dijo el viceministro italiano al general colombiano es la ppura realidad: si no hay oportunidades reales para las familias, la construcciones de bibliotecas y escuelas es una acción inocua que sólo sirve para ganar medallas y distinciones para la élite dirigente que se pavonea con estos galardones, cual galones de general
Solo con programas de equidad social podremos tener una mejor ciudad para las nuevas generaciones. La acumulación de riqueza y de poder en un puñado de familias es la siembra del caos y de la catástrofe. El columnista hace un llamado que parece utópico. Pero son las utopías laas que generan los grandes cambios en las sociedades
Nuestros gobernantes se preocupan por la imágen de la ciudad, en un ejercicio de fachion y de marketing. Pero se olvidan de la gente de las comunas, del pueblo y de sus necesidades. Trabajan por los premios y los galardones internacionales, mientras la ciudad se les despedaza a sus pies.