Cuando se trata de recordar la última vez que Estados Unidos atravesaba por desordenes sociales racistas de este nivel, la memoria falla. Episodios como el de Charlottesville (Virginia), la destrucción de monumentos históricos y la entrevista de la mujer colombiana Ilia Calderón a un extremista racial que la amenazó y que se volvió viral, Estados Unidos parece estar dividido sin un líder que movilice y establezca los límites de los altercados raciales.
El presidente de la hegemonía mundial que subió a la presidencia con la imagen de un magnate inmobiliario que podría recuperar la economía y aumentar el empleo, ahora se encuentra en una batalla campal contra los Consejos Económicos por su blando carácter frente a los extremistas identitarios.
Los Consejos Económicos son un gremio conformado por las empresas más grandes del país y en la que los directivos de estas compañías tienen cierta interlocución simbólica en la Casa Blanca. Debido a la falta de acciones por los desordenes racistas en el país, varias de las empresas más poderosas del país como JPMorgan Chase, General Motors, Walmart, Boeing, Ford y General Electric han optado por estar en contra del presidente que parece estar cada vez más en un desierto no solo político sino económico. Ahora, el Consejo Industrial y el Foro de Estrategia y Política se deshabitan, ambos creados por el mismo Trump.
Parece ser, que las empresas después de todo tienen ética ya que han optado por estar en contra del presidente de la potencia mundial. Los gigantes de Silicon Valley como Facebook, Twitter, Reddit y Apple también se unieron a la bancada del rechazo. De igual forma, no es aconsejable para el posicionamiento de una marca y su reputación, el estar al lado de un presidente que se sale del Acuerdo ambiental de Paris, que le tiembla el pulso para tomar acciones frente a los extremistas raciales y que pretende amenazar a Corea del Norte, Venezuela y China con acciones militares cada que tiene una posibilidad mediática.
La salida de los grandes empresarios y sus delegados, deja a Trump en el mismo sótano político en el que se encontraba pero ahora sin la bombilla económica que lo guiaba hacia la salida. Será muy difícil implementar políticas públicas sin el apoyo del sector económico, mas aún cuando se tienen estrategias tan proteccionistas como las del presidente. Incluso iniciar y mantener una guerra será inviable sin el apoyo de los grandes capitalistas.
Lo único claro es que esto es apenas el comienzo de una de las peores administraciones de la mega potencia mundial y la única solución la tiene el pueblo norteamericano de la mano del Congreso. Lastimosamente, la mayoría de este órgano bicameral, pertenece al Partido Republicano, por lo que la solución, estriba en la aversión del partido a su propio candidato, algo que es poco común pero no imposible ya que la imagen del partido y por ende su electorado, se podría ver afectada a largo plazo por Trump.