Putos y putas, perros y perras

Esto lo escribí hace poco más de dos años, y para ello me inspiré en la columna de Catalina Ruiz Navarro, titulada “Vírgenes y putas”, publicada en El Espectador[1]. Aunque mis opiniones sobre este tema han cambiado, sigo creyendo que buena parte de nuestra sociedad aplica un doble rasero moral a la sexualidad femenina y masculina, que hace que las mujeres sean criticadas por lo que en los hombres es visto como algo motivo de orgullo.

 La idea central de esta columna es señalar algo que desde hace bastante tiempo me ha llamado la atención: el doble rasero que aplicamos los hombres al referirnos al tema de la sexualidad femenina. En efecto, como lo señala Catalina Ruiz, tanto yo, como muchos hombres que conozco, somos bastante incoherentes en lo que se refiere al sexo con las mujeres. He oído múltiples lamentos sobre lo recatadas que pueden ser sexualmente las mujeres colombianas, en comparación con aquellas de otras sociedades más liberales, y sobre lo lamentable que esto es para nosotros: los hombres, que naturalmente deseamos tener sexo con ellas, pero que se nos puede hacer complicado, porque para acostarnos con una ‘niña bien’ puede ser necesario esperar ‘un tiempo adecuado’.

Hasta ahí la queja es comprensible, los hombres somos víctimas de aquel terrible sexo que nos hace esperar, por motivos enigmáticos, hasta por fin desnudarse y cumplir nuestro anhelado deseo. Ahora bien, si miramos las cosas un poco mejor, podemos darnos cuenta de que lo anterior es, en gran parte, culpa de nosotros los hombres. ¿Por qué? Porque en caso de que una ‘niña bien’ acceda a nuestros intentos de llevarla a la cama en menor tiempo ‘del adecuado’, ya no la consideraremos ‘bien’,  sino que, escandalizados, la denominaremos con algún otro mote, generalmente irrespetuoso, como por ejemplo ‘grilla’ o ‘perra’.

O, peor aún, si es la ‘niña bien’ la que toma la iniciativa y nos lleva a la cama, si es ella la que nos lo ‘pide’, entonces su calificativo no bajará de la categoría de ‘puta’ (lo cual es un poco ridículo: las prostitutas a lo sumo ofrecen un servicio, no van por ahí pidiendo que por favor se acuesten con ellas. Si lo hicieran serían pésimas en su oficio). Y claro, si se da alguno de estos casos con una niña que considerábamos ‘bien’, entonces probablemente ya no valdrá la pena intentar una relación seria con ella, pues las ‘grillas’ son solo para sexo.

Otro calificativo despectivo que podemos darle a aquéllas que consideremos son demasiado laxas en su sexualidad es el de ‘ganosas’, lo cual es también muestra de prejuicios risibles que tenemos respecto del erotismo. Implica una concepción negativa de las ‘ganas’, es decir, del deseo sexual, el cual es simplemente uno de los aspectos que nos recuerda que los seres humanos no somos seres puramente racionales, sino que tenemos también una parte pasional y sensible, que no está del todo bajo nuestro control.

De acuerdo a lo anterior, ¿qué podría tener de malo dejarse llevar de vez en cuando por las ganas? Después de todo, a veces someternos a nuestras inclinaciones puede ser algo sumamente placentero. Y si a muchos de los hombres nos gusta dejarnos llevar por nuestros impulsos sexuales ¿por qué habríamos de criticarlas a ellas por lo mismo? Remito a  una frase de Jaime Garzón que ilustra muy bien lo que quiero decir: “¡Cómo puede estar bien una sociedad en la que un hombre que tiene tres novias es un putas, y si la niña tiene tres novios es una puta!”.

Aclaro que estoy generalizando y que el modelo de mujer y hombre que describí en este escrito no aplica a toda la gente que conozco, muchas personas cercanas a mí tienen una opinión similar a la mía respecto de este tema. El escrito va dirigido principalmente a los hombres y mujeres que consideran aceptable que a una mujer se le trate despectivamente por ‘ser fácil’, y que, al mismo tiempo, a un hombre se le exalte por promiscuo. Reflexionen: con este tipo de pensamiento, nuestra sociedad nunca saldrá de la hipocresía tan practicada por ciertos sectores de ‘la gente de bien’.

[author] [author_image timthumb=’on’]https://fbcdn-sphotos-e-a.akamaihd.net/hphotos-ak-ash3/t1/1896768_1404022706522257_982353613_n.jpg[/author_image] [author_info] Alejandro Cortés Arbeláez Estudiante de Ciencias Políticas y Derecho de la Universidad EAFIT. Ha publicado en revistas como Cuadernos de Ciencias Políticas del pregrado en Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT, y Revista Debates de la Universidad de Antioquia. Ha sido voluntario de Antioquia Visible, capítulo regional del proyecto Congreso Visible. Actualmente se desempeña como practicante en el Observatorio de Restitución y Regulación de Derechos de Propiedad Agraria. Leer sus columnas. [/author_info] [/author]


[1] Catalina Ruiz Navarro, “Vírgenes y putas”. Disponible en: http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-329505-virgenes-y-putas

Notas Al Poniente

Al Poniente es un medio de comunicación independiente que tiene como fin la creación de espacios de opinión y de debate a través de los diferentes programas que se hacen para esto, como noticias de actualidad, cubrimientos en vivo, columnas de opinión, radio, investigaciones y demás actividades. En este espacio publicamos puntos de vista de los integrantes, información de aliados y patrocinadores, boletines e informaciones externas y notas de ciudad.

2 Comments

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.