En el país de las polémicas no podíamos esperar menos del “debate” que ha ocasionado en nuevo Código de Policía. Las voces son múltiples y, debo admitirlo, la gran mayoría que he escuchado están en contra y consideran que su implementación es un retroceso por lo coercitivo que se hace el cumplir sus disposiciones.
Para dejar clara mi posición y así darle la posibilidad al lector de seguir o irse (este último mientras levanta uno que otro improperio en mi contra), debo decir que estoy plenamente de acuerdo con el Código y con cualquier medida que nos permita salir del atraso en el que estamos.
Que llegáramos a este punto, en el que nos tienen que decir que hacer nuestras necesidades fisiológicas en espacio público representa una sanción económica de 736 mil pesos o comprar un celular robado de 160 mil, no es más que la confirmación de nuestro penoso estado. Y es que en la vida existen cosas que son de sentido común y que deberíamos cumplir por convicción no porque una Ley nos lo diga. ¡Pero no pudimos! Demostramos nuestra falta de cultura, nuestro rechazo por la sana convivencia, nuestro desagrado al respeto por el otro.
¿Agredir a un Policía, a alguien de la comunidad LGTBI o no recoger los excrementos de las mascotas tienen que decirnos que está mal para que nos demos cuenta de que está mal?
¿Colarse en el transporte público o exceder el ruido en una fiesta acaso no es lógico que está mal hecho?
Por ejemplo, el ruido excesivo en las rumbas es algo que en lo personal padezco desde hace tres años en el barrio que vivo en Medellín. Uno entiende que la gente celebre y disfrute, todos lo hacemos en algún momento, lo malo es cuando se vuelve permanente (cada ocho días) y hasta entrada la madrugada con la música a todo volumen. Al principio lo aguanté, pero llegó un momento en el que empecé a llamar al 123 a denunciar la situación. De 10 llamadas, dos eran exitosas, es decir, llegaba la Policía y hacía bajar la música, sin embargo cuando se iba, el sonido volvía a subir y el sueño se esfumaba.
¿Qué indica esta forma de actuar de los vecinos? Sencillamente que son solapados, que no respetan la autoridad y que les importa cinco centavos la convivencia, pues la incomodidad que le producen a quienes no estamos de rumba los tiene sin cuidado.
Algún facilista dirá que para solucionar esta situación debería cambiarme de casa pero ahora digo que con el nuevo Código de Policía ya existe la herramienta para obligar a los vecinos a moderar sus rumbas pues si no le bajan al volumen, la Ley permitirá que se les corte la energía. Santo remedio, porque seguro les pasa una vez y con ella aprenden. El voz a voz será la mejor estrategia para que el Código se respete, porque cada sancionado le contará mínimo a dos personas lo sucedido y así la bola se regará y los desprevenidos entenderán que no es charlando.
Duele que nos inculquen cultura a las malas pero no quisimos a las buenas y ahí están los resultados. Tenemos una oportunidad de mejorar, de avanzar y mejorar hábitos. El Nuevo Código de Policía hoy representa un Nuevo Comienzo del País con el cual dejar atrás nuestro fracaso como sociedad.
PS: truco para burlar el Código de Policía