Es el hombre quien con sus decisiones ha escrito la historia de la humanidad. Esto es una visión dialéctica de la historia. No hay perfección en las decisiones tomadas, en las causas que la provocaron y en sus efectos. Son dichas consecuencias las que afectan los ámbitos de desenvolvimiento del hombre. Son estos pensamientos, estas ideas que llevaron al hombre a actuar de cierta manera, los que sirven como fundamento para tomar nuevas y mejores decisiones.
La atribución de verdad objetiva a estos pensamientos es un problema al que nos enfrentamos. Calificarlos como una verdad objetiva, y no aplicarlos se considera como un problema teórico, pero es realmente un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre es obligado a demostrar la verdad; es decir, el correcto funcionamiento de sus teorías. Precisamente el funcionamiento es la molestia que se presenta en las políticas macroeconómicas aplicadas en los últimos 20 años.
Opiniones como la de Marco Antonio Moreno expresan que errores cometidos al diseñar las políticas macroeconómicas nos tienen al borde del precipicio; y se hace necesario dibujar un nuevo marco de política macroeconómica. Nos encontramos con el pensamiento plasmado por Blanchard, Dell’Ariccia y Mauro en su artículo Repensar La Política Macroeconómica (2010), donde sostienen que la verdad expuesta por los macroeconomistas y diseñadores de políticas sobre la reducción continua de fluctuaciones cíclicas era falsa y ha llevado a la economía mundial hacia la crisis.
Blanchard propone cuestionar los paradigmas macroeconómicos que no permitieron hacerle frente a la crisis financiera de 2008; esto es: el de un solo instrumento y único objetivo en la política monetaria europea, centrada en la inflación y la tasa de interés; y el menosprecio a la política fiscal y la preferencia por las regulaciones microprudenciales en el sistema financiero.
¿Por qué fallaron estas verdades en la práctica? ¿No estaban correctamente fundamentadas en sus causas? El problema fue la práctica de dichas políticas. El único objetivo de la política monetaria para los banqueros centrales era el lograr inflación baja y estable, pues no otorgaban a la política monetaria un rol en la promoción de la actividad económica, y para alcanzar su meta, se disponía de una sola herramienta de política: las tasas de interés de intervención a corto plazo. A la política fiscal se le daba una mínima importancia, casi superflua, como instrumento para regular un ciclo económico; por las políticas centradas en reducir el endeudamiento público. Por otra parte, la regulación financiera tenía como fin el control de entidades individuales sin tener en cuenta el impacto macroeconómico.
Se equivocaron. Sus verdades no eran objetivas, no funcionaron en la práctica. Se debía reestructurar las políticas macroeconómicas para salir de la crisis. Entonces, la propuesta de Blanchard de: (I) mantener una inflación moderada que limite la flexibilidad de la política macroeconómica ante recisiones deflacionarias, (II) implementar una política fiscal contracíclica para no recurrir al endeudamiento, (III) reconocer la importancia de la regulación financiera en cuanto al funcionamiento de los mercados; ¿podría ser una salida a la crisis económica de Colombia y el mundo? ¿Habrá que llevarlas a la práctica, ahora no como una verdad objetiva, sino aplicando el método de ensayo-error?
