Trataré de escribir esto sin apasionamiento, solo con convicción, no por la convención, (aunque sea difícil apartar la pasión de aquello en lo que creo). Sé que me ganaré unos cuantos insultos y aunque no comparta esa reacción por expresar aquello que sientes, respeto la libertad de expresión y la democracia. Algunos me llamaran incoherente o dirán que estoy haciendo un mandado, todos los comentarios son bienvenidos, pero ni lo uno ni lo otro. Repito, escribo por convicción.
No he decidido aun si votaré por Óscar Iván Zuluaga a la Presidencia de Colombia. Tranquilos, terminen de leer por lo menos y luego reaccionan. Si no quieren seguir leyendo, también es válido, ya saben con esa afirmación de que tratará este texto, así que si no les interesa, pueden seguir con lo suyo. Gracias de todos modos.
Tengo claro que no votaré por Juan Manuel Santos, ni por Germán Vargas Lleras (sigo estando convencido de que se lanzará, pero si prospera por ahí la idea de que sea el vicepresidente de Santos mejor porque así se pueden quemar los dos), tampoco lo haré por Enrique Peñalosa (en el pasado me gustaba pero su alianza con los Progresistas lo hundió), mucho menos por Clara López y por Aida, bueno, cuando sepa quién es tal vez la evalúe.
Pero ¿por qué no he decidido votar por Zuluaga? vamos por partes:
Creo en Álvaro Uribe Vélez. Si usted tiene alguna duda de eso, pare de leer y regrese cuando lo tenga claro (no tiene obligación de regresar por supuesto). Como lo he dicho miles de veces, creo en la transformación de Colombia entre 2002 y 2010, creo en que su liderazgo permitió escribir un capítulo muy importante en nuestra historia moderna, quizás posmoderna, y creo sin duda que es el mejor Presidente que hemos tenido en 200 años de independencia.
Uribe es Uribe pero por más esfuerzos que haga no tiene la capacidad de endosar votos. Ya lo vivimos en las elecciones de alcalde y gobernador en 2011. A pesar de su disposición, de tomarse la foto con sus candidatos, de pedir que fueran apoyados, en la gran mayoría del país esto no funcionó. ¿Por qué? Simple, porque Uribe es Uribe y nadie más. Su carisma, su capacidad natural de llegarle a la gente hace imposible que el cerebro de quienes lo escuchan en la plaza pública o en auditorios cerrados procese esa información de votar por este o aquel. No nos digamos mentiras, los uribistas quisieran votar eternamente por él (por eso la votación que sacará su lista al Senado será arrolladora) y por eso cuando les dicen “este es el candidato de Uribe” muchos piensan “si, pero no es Uribe”.
Zuluaga es una gran persona (tuve la oportunidad de conocerlo el tiempo en que trabajé con Pacho Santos), es supremamente inteligente y tiene las mejores credenciales para ser candidato y Presidente de Colombia, pero ha cometido, a mi modo de ver, un gran error (y por eso creo que su candidatura no logró tomar el impulso necesario y despegar) quiere ser Uribe.
Recuerden, estoy escribiendo sin apasionamientos, les aseguro que voy bien en eso. Esto que han leído es una especie de resumen de mis sensaciones en esos 7 meses de giras en la precandidatura de Pacho.
Entonces, cuando el pueblo ve a un candidato, que por cierto no conoce, que llega al lado de su ídolo (Uribe) a echarles un discurso en el que identifican a alguien que no es su ídolo, pero quiere parecerse a él, de inmediato generan un rechazo. No le encuentro otra explicación a que su porcentaje en cada encuesta disminuya (aunque no creo en ellas, es el único soporte numérico que tenemos para medir la contienda electoral). Ya va por el 7%.
Entonces ¿por qué no he decidido votar por él? Creo que la argumentación está dada. Pero para hacerla clara y evitar las dobles interpretaciones la resumiré así: soy uribista al 100% (como decimos por ahí, desde 1997) pero antes que nada está mi criterio y mis convicciones, creo que Uribe sacará una gran votación al Senado y hará una gran gestión pero Zuluaga aun no me convence de ser esa persona que el país necesita en este momento y si algo tengo claro en la vida, es que voto por convicción (solo una vez falté a mi propio mandato y me arrepiento profundamente). Si, está claro, me refiero al voto que le di en 2010 a Juan Manuel Santos.
Si, sé que me dirán que preferiría que fuera Pacho Santos y esto y lo de más allá. Pues, esto no es para hablar de él, así que lo siento.
Y esto no significa que estoy en contra de que el país cambie el rumbo, claro que no. Sé que no vamos por buen camino, el gobierno de Juan Manuel Santos ha sido nefasto para Colombia, sus concesiones a la guerrilla, la farsa en La Habana, el poco valor que le otorga a la vida de cientos de militares y policías que se la juegan por nosotros, la compra del Congreso y mil cosas más nos obligan a girar y recomponer pero no veo, hasta el momento, que Óscar Iván represente eso que necesitamos.
Pero Uribe si lo ve, me dirán otros. Por supuesto, por eso lo apoya y es que él tiene su criterio, sus convicciones firmes y por eso lo hace, jamás le pediríamos que vaya en contra de lo que piensa.
No obstante, como me escribió alguien la campaña aun no empieza. Las energías del uribismo deben estar en este momento dirigidas al 9 de marzo y a los más de 3 millones 500 mil votos que debe sacar la lista al Senado, para asegurar mínimo 20 senadores en cabeza de Uribe. Cuando eso esté listo, empieza la campaña a la Presidencia, y con algunos ajustes de fondo y forma, quizás Zuluaga pudiera dar la pelea. Es muy difícil si, porque ya lleva un par de años recorriendo el país y no ha conseguido posicionarse, pero ninguna elección se gana tres, dos o un mes antes, se gana el último día.
Sin embargo, la meta es derrotar a Santos y más vale pájaro en mano, que dos candidatos uribistas volando, así que Martha Lucía Ramírez y Óscar Iván Zuluaga, deberían ir pensando en una estrategia conjunta, que les asegure el paso a la segunda vuelta, lo que aumentaría las posibilidades de quitarle el poder a Juan Manuel. Ya ambos dijeron que no es una posibilidad aliarse para la primera vuelta y por eso la brecha entre ellos y Juan Manuel es cada vez mayor.
Llegó la hora de dejar a un lado los egos, los orgullos y pensar que la opción que encarna el uribismo es válida y puede generar nuevas transformaciones, tal y como se vieron entre 2002 y 2010, esta vez no en cabeza de Uribe, si no de alguien distinto, con su propio estilo pero que refleje una ideología a la que le urge quien la interprete, para que se prolongue en el tiempo y logre sobrevivir a quien la promovió, al hombre, a Álvaro Uribe Vélez.
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