Píldoras para la memoria: estar de luto

Img: RadioMacondo
Dedicaré esta y unas dos o tres columnas más para hacer un ejercicio de memoria que suele practicarse con ciertas personas y en ciertos momentos. Todas girarán en torno al expresidente Uribe, quien bien sabemos sufre de amnesia selectiva, y es con ese tipo de personas con quien hay que hacer memoria sobre lo que dicen no recordar.

Dedicaré esta y unas dos o tres columnas más para hacer un ejercicio de memoria que suele practicarse con ciertas personas y en ciertos momentos. Todas girarán en torno al expresidente Uribe, quien bien sabemos sufre de amnesia selectiva, y es con ese tipo de personas con quien hay que hacer memoria sobre lo que dicen no recordar. Quizá estas columnas no lleguen a los ojos del hoy Senador, pero sí a muchos de sus seguidores y eso ya se puede considerar un logro: ejercitar la memoria de ellos mediante estas píldoras para la memoria. Por otra parte, es conveniente aportar a la memoria que debió de hacerse en el Proceso de Paz que el hombre aquel realizó con los paras, y bien sabemos que hacer memoria histórica debe ser fundamental en tales procesos.

Otra particularidad de estas columnas es que girarán en torno a la muerte y al dolor, que a su vez tienen que ver con el luto en el marco de la convocatoria que hizo el expresidente hace unos días para usar camisetas y banderas negras el día de la “independencia” arguyendo que el país estaba de luto a causa de lo que está pasando en La Habana, Cuba.  Respecto a eso, razón tiene el también expresidente Gaviria al sentenciar que eso es una clara apología al fascismo y a la guerra, y eso con mayor razón  cuando estamos en el marco de un Proceso de Paz que, pese a sus lunares negros, ha sido exitoso, y muy seguramente llegará a buen término para desgracia de Uribe.

Pretender enlutar a todo un país, teniendo en cuenta el momento histórico por el que atravesamos, es a todas luces, desproporcional y descabellado. Sí, hay bastantes  problemas, pero no para llegar al extremo de enlutarnos. A propósito, el negro  le queda muy bien a Uribe por la connotación que este color puede traer: muerte, oscuridad y dolor, por ejemplo. Dicho lo anterior, entraré en materia.

Si hay que hablar de luto, el expresidente debería guardar silencio porque no cuenta con autoridad moral para hablar de eso ni de muchos otros temas: tiene rabo de paja.  Uribe Vélez, ‘Varito’, ha sido causante -si no autor intelectual- de  muchas muertes que han enlutado a numerosas familias a lo largo y ancho del país (ya la democracia misma, de hecho). Ha sido él quien ha enlutado estas tierras durante su paso por la gobernación de Antioquia y la presidencia de Colombia, estando detrás de Falsos Positivos, la Ley 100, Las Convivir y de varias masacres, por solo mencionar algunas cosas.

Por efectos de espacio esta columna girará en torno a las masacres, y solo me referiré a una con las que se relacionan a Uribe, porque son varias, como las de San Carlos, La Granja, Mapiripán, y otras en las que tuvo que ver cuando era Gobernador y Presidente.

En ese orden de ideas, cuando Uribe era gobernador de  Antioquia (1995-1997), por allá en octubre del último año de administración, tuvo lugar la Masacre del corregimiento de El Aro, Ituango,  en donde hubo unos 17 occisos y  según varios testigos e investigaciones, él tuvo que ver. Algunos paramilitares, entre ellos uno de apellido Villalba, además de unos testigos, aseguran que el helicóptero amarillo de la Gobernación sobrevoló la escena con el objetivo de abastecer de munición a los paras de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) o ‘mochacabezas’.   Según un relato del portal Verdad Abierta los paras anduvieron los siete días que duró la masacre con total parsimonia  a sabiendas de que no iba a haber nada ni nadie que les impidiera su carnicería, como si tuvieran el respaldo de alguien muy poderoso. El paso de las ACCU dejó también 42 de las 60 viviendas quemadas, 1.200 reses robadas -que el ejército ayudó a arrear-,  y 702 habitantes forzados a salir huyendo para salvar la vida. Hubo también descuartizamientos, saqueos, violaciones y torturas como la del tendero Marco Aurelio Areiza, de 64 años, a quien amarraron para torturarlo y sacarle el corazón, los ojos y los testículos.

Contaba Villalba, alias “Cristian Barreto”, que la operación  tenía como objetivo limpiar la zona de insurgencia, pero además rescatar a Mario Uribe, primo del entonces Gobernador (todo por la sangre). Por otra parte, aseguró que en una finca de Tarazá, en donde se planeó la masacre, estuvieron presentes «Álvaro Uribe y Santiago Uribe, el señor Mancuso, Cobra, Noventa, Carlos Castaño, mi persona, Junior y los 22 hombres que yo tenía bajo mi mando» (Expediente 2394 de la Cámara de Representantes – 12 de noviembre del 2008). Aunque otros exparas lo desmienten y otros lo confirman, resulta extraño que otro testigo más en contra de los Uribe Vélez resulte asesinado después de abrir la boca, como Villalba, consiguiéndose así la dilación de  las investigaciones, y por supuesto, un sapo menos.

Varios testigos de esta masacre han sido asesinados, entre ellos el exsecretario del Uribe gobernador, Pedro Juan Moreno, quien según Mancuso, sabía que iba a ocurrir tal masacre. Moreno se llevó a la tumba esa y más información valiosa  de otras masacres como la de Mapiripán, de la que estaba hablando mucho y Uribe le pidió que le bajara “vapor” a lo que decía (Ver nota de Las 2 Orillas).  Otro sapo menos.

Pero además de Moreno,  Uribe ya había sido alertado de la masacre por el también asesinado defensor de DDHH, Jesús María Valle, quien fue catalogado como enemigo de las FFMM por el entonces gobernador (tan raro él macartizando). Cómo no iba a saber si andaba reuniéndose con los paras para planear eso. Sí sabía, pero se hizo el bobo.

Todas esas familias de las víctimas de las masacres estuvieron de luto, a cuya pena se sumaron las familias de los testigos que estaban abriendo la boca. ¿Uribe no recordará el negro del que vistió al país en sus épocas de Gobierno como para pretender vestirnos así en estos momentos de la historia en donde por fin estamos percibiendo un poquito de tranquilidad en medio de estas tierras? El luto que pretendió o pretende vender el expresidente respecto al Proceso de Paz con las FARC-EP son patadas de ahogado, cinismo y lloriqueo porque se está muriendo la única bandera política que lo ha mantenido vivo: la guerra, la sangre, el miedo y la muerte.

 

Santiago Molina

Licenciado en Humanidades, Lengua Castellana de la Universidad de Antioquia.​

1 Comment

Clic aquí para comentar