30 años del fin de la guerra Iran-Irak

Este 20 de agosto se cumplen 30 años de la culminación de la guerra Irán – Irak uno de los capítulos más cruentos y extensos en la historia reciente del oriente medio, especialmente por el uso de armas químicas por parte de Irak, armas suministradas por Estados Unidos y que dejaron un saldo de aproximadamente 5000 muertos, tan solo en la ciudad fronteriza de Halabja, de mayoría Kurda, quienes habrían apoyado al ejército de Irán. Esta guerra sería el detonante del movimiento anti-iraní que hoy tiene ad-portas del colapso económico a la nación persa, tras la negativa de Trump a certificar el acuerdo nuclear e imponer sanciones al gobierno de Hasán Rohaní.

En 1979 se produce la revolución iraní que derroca a la dinastía de Reza Pahlavi, quien estaba en el poder desde 1925 tras derrocar a la Dinastía Kayar. Esto produce un profundo malestar en Estados Unidos y el Reino Unido, quienes apoyaban abiertamente al régimen de Pahlavi. El artífice del nuevo orden en Irán fue el Ayatolá Musaví Jomeini, y su ascenso supuso una ruptura con sus antiguos aliados, incluyendo su vecino occidental más próximo: Irak, gobernada por el Partido Baaz Árabe Socialista (de corte nacionalista y panarabista) presidido por Saddam Hussein, quien llega oficialmente al poder en julio de 1979.

Tras la revolución de 1979, se produce, el 22 de septiembre de 1980 la invasión por parte de la República Baasista de Irak a la República Islámica (Chiita) de Irán, este sería el principio de 8 largos años de guerra, que implicó la ruptura del tratado de Argel, por medio del cual, ambos países se comprometían a respetar la frontera trazada durante el protocolo de Constantinopla firmado en 1913, tanto en su parte terrestre,  que incluye el rio Chat al Arab, (formado nada menos que por el Éufrates y el Tigris) como la parte marítima, la salida al golfo pérsico, que comparten con Kuwait, Bahrein, Arabia Saudí, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. Una zona geoestratégicamente imprescindible para los intereses económicos de la industria del gas y del petróleo.

La guerra termina oficialmente con la Resolución 598 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Un alto al fuego propuesto por la ONU, que fue aceptada por ambas partes y el documento oficial[1] que reza lo siguiente (fragmento): “actuando de conformidad con los artículos 38 y 40 de la carta de las Naciones Unidas, el Consejo de Seguridad:

  1. “Exige que, como primera medida para llegar a un acuerdo negociado, la República Islámica de Irán e Iraq, observen una cesación inmediata del fuego, suspendan todas las actividades militares, por tierra, mar y aire, y retiren sin demora todas las fuerzas hasta los limites internacionalmente reconocidos.
  2. “Pide al Secretario General que envíe un equipo de las Naciones Unidas para que verifique, confirme y supervise la cesación del fuego y el retiro de las fuerzas, y pide además al Secretario General que disponga los arreglos necesarios en consulta con las partes y que se presente un informe al respecto al Consejo de Seguridad.
  3. “Insta a que los prisioneros de guerra sean puestos en libertad y repatriados son demora, después del fin de las hostilidades activas, de conformidad con el tercer convenio de Ginebra de 12 de agosto de 1949.
  4. “Exhorta a Irán e Iraq a que cooperen con el Secretario General en la aplicación de la presente resolución y en las gestiones de mediación para lograr un arreglo amplio, justo y honorable, aceptable para ambas partes, de todas las cuestiones pendientes, de conformidad con los principios contenidos en la Carta de las Naciones Unidas.

En 2008 se reunieron delegados de ambos países con el ánimo de ratificar el tratado de Argel. Asunto que se cumplió medianamente por parte de Irak.

A pesar de las dificultades el régimen iraní se ha mantenido vigente en el tiempo, mientras que Saddam Hussein quien se proclamó vencedor de la contienda, paso de protegido a perseguido; tras la invasión de Irak por parte de las tropas estadounidenses en 2003 en la llamada “segunda guerra del golfo”, es juzgado y asesinado en diciembre de 2006 por orden del presidente George W. Bush. En medio de la paranoia y el “estrés postraumático” que produjo el 9/11.

Hoy Irak es un país dividido, devastado por la guerra contra el Estado Islámico, con un gobierno débil, manejado por una coalición en cabeza de Fuad Masum, en el poder desde 2014 y quien se ratificó en él tras las elecciones parlamentarias de 2018. Muy atrás quedaron los días de esplendor y grandeza de Mesopotamia y de Persia, ahora solo quedan países sometidos al arbitrio de las potencias hegemónicas y al yugo de las políticas económicas, empobrecidos por la guerra y el fanatismo religioso. Donde puede percibirse la mano negra de la casa saudí y de las elites sionistas. La pregunta que queda es más complicada y no admite respuestas a la ligera: ¿será Irán el próximo objetivo del imperialismo americano? Y si es así, que consecuencias pueden tener para la geopolítica mundial, una invasión o una intervención militar en Teherán, a sabiendas de la influencia que tiene este país en la región y en el mundo. No en vano fue incluido por Donald Trump en el llamado “eje del mal”, junto con Cuba, Corea del Norte y Venezuela. Amanecerá y veremos.

[1] Disponible en: https://undocs.org/es/S/RES/598%20(1987)

Jorge Diego Mejía Cortés

Coordinador de la Tertulia Literaria U de A. Docente Normalista. Politólogo Universidad de Antioquia.