A propósito de la finalización de la copa del mundo Rusia 2018 y del futuro del certamen orbital…
“Si yo hubiera querido que me entendieras, me hubiera explicado mucho mejor…”
Cruyff
Cuando finaliza un mundial de fútbol, los amantes de la redonda siempre sentimos nostalgia, pues concluye un mes, hablo específicamente por mí, en el que no solo disfrutamos de emocionantes partidos y magníficas jugadas, sino también en el que tenemos la oportunidad de aprender sobre el país anfitrión y sobre las escuadras participantes. Todo un regocijo.
Pero gozar de ese pletórico espectáculo que, como dijera Eduardo Galeano, se asimila a una religión que no tiene ateos, no puede impedirnos ver las estrategias de manipulación y de corrupción al interior del torneo y de sus organizaciones. Paso a continuación a mencionar algunas de esas particularidades que se constituyen en lunares de esta fiesta:
- Fallos arbitrales en favor de selecciones de renombre (Argentina e Inglaterra) que truncan la posibilidad de que escuadras con menos trayectoria (Nigeria y Colombia), pero en ese momento con mayor capacidad, accedan a instancias importantes del torneo.
- Árbitros que a pesar de haber sido sancionados por la comisión internacional de arbitraje, como era el caso de Mark Geiger, fueran elegidos y designados para dirigir partidos de instancias clasificatorias en el mundial de Rusia 2018. Por lo menos hubieran actuado con el mismo rasero que tuvieron al eliminar de la lista de árbitros al keniata Marwa Range, acusado de recibir sobornos para favorecer resultados.
- La ratificación de Qatar para celebrar el mundial del año 2022 a pesar de ser conocidas una variedad de irregularidades, asociadas principalmente con sobornos a integrantes de la FIFA, para adjudicarse el torneo mundial de manera poco legítima.
- La transformación de la estructura del campeonato, el cual incluirá el número de 48 seleccionados para el mundial de 2026, toda una resolución que solo busca beneficiar los bolsillos de la FIFA y va en detrimento de la calidad del torneo.
- La elección de tres sedes para la celebración del campeonato de 2026, una de ellas con poca tradición futbolística (Canadá) y otra, EEUU, designada especialmente con la influencia del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, quien buscó con tal decisión, pagarle el favor a los norteamericanos, quienes fueron los encargados de investigar al antiguo presidente de la FIFA (Blatter) y permitir así el ascenso de un suizo con orígenes italianos, como cabeza del máximo organismo del fútbol.
Así las cosas, una cierta decadencia del fútbol comienza a vislumbrarse con mayor fuerza en el horizonte y a los que vibramos con este deporte, al parecer solo nos queda elegir entre dos caminos: resistir o abjurar.