23 de enero, la historia se repite como farsa

En 1868, veinte años después del asalto al congreso, vuelve José Tadeo Monagas, el chavista del siglo XIX sobre todo por su sumisión al resentimiento y al odio, la anomia que esto crearía, según Jorge Olavarría [1], la resolverá temporalmente Antonio Guzmán Blanco, pero su sistema modernizador comenzará de nuevo a decaer a partir de 1892, para provocar otra anomia, que solo se resolverá en 1898, con la creación e irrupción de un nuevo ejército, el ejército restaurador tachirense.
 
Y el camino a la libertad de 1898 a 1958 requirió 60 años, y un «incidente» importante, 1928, constituido ni siquiera por una minoría: eran cuatro gatos.
 
Si ha ocurrido algún «cisne negro» en nuestra historia, es 1928, esa es la fecha que debe repetirse antes que nada.
 

¿Qué pasará?

 ¿Qué podría pasar hoy 23 de enero de 2019? me lo han preguntado demasiado, y en la medida de lo posible, he evadido la respuesta.
 
No soy vidente, me ha costado mucho sacarme el «ansia predictiva» para poder trabajar con alguna pretensión de seriedad, intentando aprender a distinguir entre capas de información, desinformación y ruido, en un mundo donde hay lavado de cerebros, y lavado de la realidad. 
 
Tengo un conocimiento y una percepción, si cuadran lo señalo, si no cuadran, me distancio y me pongo a estudiar. El solo trabajo de ponderar lo que percibo, es ya bastante, transformar una percepción en evidencia, es un proceso de alto riesgo.
 
Aún así, me arriesgaré, si me equivoco será porque lo merezco ¿no lo creen?
 

La hoja de ruta 

Aquí lo primero que debería señalarse es que el papel que jugará la Asamblea Nacional y su presidente manchuriano Juan Guaidó, ya fue debidamente explicado y difundido, en algo que llaman «la hoja de ruta», a la cual denomino la «hoja de ruta nicaragüense». 
 
Invito a mis lectores, a investigar la historia del poder en la Nicaragua liberada y reconstruida por la revolución, la ruta de Daniel Ortega a Daniel Ortega en 22 años, con sandinismo originario y derecha «Liberal Constitucionalista» como rellenos suculentos.
 
El método nicaragüense es perfecto: robó, repartió, y permitió la alternabilidad, incluso con su «enemiga» la derecha. Incluye revolución, transición, elecciones, dictadura, pluralidad, revueltas, represión, urnas para votar y para muertos, un paquete completo, insuperable.
 

El episodio resistente 

La resistencia, de llegar a sentirse traicionada una vez más «por los mudecos», podría desatarse en furia insensata de auto-asedio-auto-destructivo, con planes esperpénticos de tranca y guarimba, mil veces descritos al enemigo, con mandos infiltrados hasta los tuétanos, con reservas logísticas mínimas para su autonomía, con todas las líneas de abastecimiento vital y de comunicación, en manos del enemigo, es «la resistencia suicida» que ya describí en 2017. [2]
 
Y sin apoyo de la «legítima Asamblea Nacional reconocida internacionalmente», ergo sin apoyo de Mr. Pence (ni de ningún otro).
 
Si no lo creen, es que entonces no han escuchado las advertencias de Juan Guaidó en su discurso de ayer en la AN, contra los «violentos», a los cuales de paso, agrega las calificaciones de «frustrados» y «arrebatados».
 

Aquí no ha pasado nada 

Y pudiese no pasar nada, hoy mismo o al cabo de unos días de caos, muertes heroicas de radicales (también radicales chavistas, cuidado con esto) y desgaste autoinfligido, quizás este sea el plan maestro, un plan de demolición de las ilusiones, que ya se está alimentando con frases criminalmente irresponsables como «Venezuela un río crecido», «esta vez es distinto y tú lo sabes», «ahora o nunca», «dios con nosotros», frases equivalentes a las que sirvieron de marco épico a las matanzas de 2014 y 2017, y que siguen siendo proferidas, por no otra cosa que ambiciones candidaturales de apetito inextinguible.
 
Por último, meternos en una agenda aérea de gobiernos paralelos, sea en el interior o en el exterior, solo sirve a elites atemporales, re-empacadas con «nuevo diseño», que desean enchufarse o re-enchufarse, y esto está tan claro que por respeto a la inteligencia, no lo explicaré.
 
Lo que si explicare, del modo más sucinto posible, es el escenario «transición comenzando hoy mismo», algo que explicaré más adelante.
 

La repetición del mal es lo siniestro 

Dentro del drama, lo verdaderamente trágico, hasta el grado de sino maldito, es que siempre nos montamos sobre agendas que no son nuestras ni nos convienen, y con goce las reforzamos, y lo peor de lo peor, algunos incautos intentarán meterse como cuña entre la agenda del chavismo de Estado y del chavismo de oposición, en otras palabras, nos meterán, con o sin cálculo, en la posición perfecta para ser aplastados.
 
Y aquí el papel de los medios, es decisivo para llevarnos de la mano a la trampa, basta ver cómo abordaron la insubordinación de Cotiza, una vez más, sin explicar lo importante, lo crucial, por ejemplo, que FAES y GNB y los «colectivos», son fuerzas armadas en plural, con asignaciones distintas y precisas, el FAES (los malos esta vez) son los que intervienen en Cotiza, salvándole la cara a la GNB, y así los periodistas del sistema pueden alimentar la leyenda de un supuesto apoyo soterrado de los mandos superiores hacia los sublevados, una operación de «pulitura» previa a la eventual salida de los militares a la calle, para restablecer el orden, el hilo, la ruta a la fiesta democrática, y por lo tanto la ruta de vuelta «al legado». ¡Fuera Maduro y que viva el ejército libertador!
 
El control social en desarrollo, en manos del «pranato» y otras manifestaciones del hampa organizada y del crimen organizado, es la ruta de guerra zamorana hacia el estado policial, el estado de terror, esa función no la ejercerán las fuerzas armadas, ellas deben preservarse de esas bajezas.
 
La FA en cambio se encargará de controlar el orden público, p.ej. cuando algún sacudón promovido por las otras fuerzas armadas, se active a conveniencia para justificar avances, cambios o «rupturas» en el Estado chavista, recuerden, las fuerzas armadas siempre deben aparecer como las salvadoras.
 

HELP! 

Ante todo esto ¿qué país con dos dedos de frente se va a meter en esta trama post-bananera de narconación de mafias, maras, terroristas y clase política 99 % socialista? 
 
A los Estados Unidos le basta reconocer a Guaidó y a la «AN legítima», y su impecable e inobjetable hoja de ruta, efectivamente, ya lo han hecho y con eso ya los han atornillado (no por nada el régimen permitió ese triunfo). 
 
No se van a meter en un país donde régimen y oposición apoyan a la fuerza armada, la reconocen como poder (el poder), le garantizan impunidad por ley, y la invocan a cada rato. No se van a meter en un país donde los políticos, todos chavistas de conveniencia en diferentes grados, no ven la hora de pactar una transición y una ruta electoral. (Recuerden, el futuro Estado comunal con población totalmente dependiente del Estado, es el sueño de todo político rentista-populista).
 
Además ¿qué es lo que al fin y al cabo pide EE.UU.? ¡Fuera Maduro!
 
Los EE.UU. en sus «proxy-wars» contra el comunismo, especialmente durante la «guerra fría» siempre usaron militares y lumpenburguesías, y debe decirse que salvo en Cuba y en Vietnam, el juego les salió bien.
 
El problema es que Castro, Ortega y el foro de Sao Paulo tomaron nota, varias notas, y aprendieron a trancar ese juego. Es la tranca que vivimos.
 
Donald Trump no se desviará de su aislacionismo, de su America First, de salirse de los teatros para poder actuar con menos presión, más libertad y más practicidad desde afuera, y alimentar por los momentos sus «proxy wars» del siglo XXI (con ventas de armamento si es posible) tal como piensa hacerlo con Siria. En todo caso, no hará nada diferente mientras no sea reelecto, mientras no pueda ser un «Trump 2.0».
 
No se va a meter Colombia que deberá escoger entre narcopaz y guerra, y que nunca podría movilizarse sin asegurar antes su retaguardia: no mientras Colombia y Venezuela sean un único territorio, sin frontera desde hace décadas, para toda suerte de fuerzas irregulares y terroristas.
 
No se va a meter Brasil, a Bolsonaro lo esperan sus «12 fatigas», en un país que es subcontinente, incluso más variado que el continente que lo rodea. Quien le pide a Bolsonaro ocuparse de lo externo, incluso como prioridad, no ha entendido lo que la palabra «extensión» significa en Brasil.
 
Aquí no se va a meter nadie, sin Estados Unidos dando antes la luz verde y mostrando voluntad de acción concreta en esa dirección. ¿Entonces podrían hacerlo mediante encargo hemisférico a Brasil, como lo han insinuado algunos analistas? El pequeño problema que le veo a las «encargadurías», es que solo se otorgan después de concretados y establecidos ciertos negocios, y a un volumen satisfactorio (más aún con Trump). Los encargos, son una sociedad.
 

La transición YA 

Ya lo he explicado en artículos anteriores, pero toca machacarlo.
 
Nicolás Maduro fue asignado para cumplir con una misión: ejecutar a sangre fría la etapa «impopular» de la planificación del Estado chavista, rumbo al Estado comunal, Estado, que tendrá dos sistemas o circuitos económicos (comunismo versátil).
 
Como consecuencia, Maduro deberá concentrar y cargar con el costo político, esto es crucial para poder escenificar la vuelta del legado, la superación del horror, la instauración del chavismo pacifico-democrático-constitucional, con las fuerzas armadas intactas, y posiblemente en el rol estelar de libertadoras, en otras palabras, estoy describiendo la «re-seducción».
 
Maduro no está para meterse en peleas de bandos o facciones, no está para crear una fracción o tendencia, no está para ser popular, ni para ser amado, y lo más importante, no puede decidir nada sobre su permanencia, o su final. Él sabe que deberá cargar su destino a cuestas sin chistar, el fardo del revolucionario.
 
Una vez que cumpla su misión, será despachado, si alguna certeza puede existir es esta.
 
La creación del «madurismo», algo que no existe, de «Maduro el traidor», y al final, del «Fuera Maduro», son obras maestras de La Habana.
 
¿Quién lo decidirá? ¿lo decidirá Cuba, la FA, el «foro», los socios internacionales del Estado? Eso no se podrá saber hasta que ocurra, aquí lo que interesa, es quién ejecutará su salida, simulando autodeterminación civil, y activará la transición.
 
La transición la determinará la ANC ¿recuerdan la transitoriedad en 1999?
 

¿Eso podría comenzar hoy?  

Difícil saberlo, porque eso, aunque depende de algo obvio, que desde hace dos años se ha expresado en posicionamientos «públicos y notorios», no sabemos cuál puede ser el grado de urgencia a nivel del Estado. 
 
Hay chavistas impacientes, chavistas críticos, de oposición y de revancha, y hay chavistas de Estado, chavistas con sangre fría que saben que Maduro antes debe cumplir la ruta impopular, en otras palabras, debe cumplir con una planificación, la del Proyecto Nacional Simón Bolívar, que de todos modos tiene una fecha límite: 2021.
 
Entre los chavistas impacientes están sobre todo civiles, están todos los del «chavismo originario», del «chavismo crítico» y del «chavismo democrático», está la fiscal Luisa Ortega, esta Rafael Ramírez, esta José Vicente Rangel (que no quiere morir sin ver el final) y está hasta Elías Jaua, y a este grupo de hienas, debe sumarse todo el chavismo de oposición MUD-FA, cuya definición final solo espera por el anuncio de megaelecciones convocadas por la ANC, por la AN, o por ambas (quien lo haga no importa, la FA al apoyar a quien sea marcará el rumbo), y en las cuales, en forma variopinta todos se alinearán a la promesa de la vuelta del legado para captar a la masa, así culminará la peronización de la micropolítica venezolana, la verdadera UNIDAD.
 
Entre los chavistas de Estado (del Estado Venecubano) que insisten en no precipitar los tiempos, deben estar chavistas castrenses y chavistas castristas, pero sobre todo los realmente subordinados a La Habana, encabezados por el verdadero segundo de a bordo, prevenido al bate para cualquier eventualidad: Tareck el Aissami.
 
No hay dualidad de poderes, no hay guerra de posiciones, podría ocurrir una simulación de crisis orgánica, pero no hay poder alterno, ni situación pre-revolucionaria, porque toda la fuerza está de un solo lado, en la FA, es la diferencia con 2002, un cambio que se desarrolló a partir de las lecciones que aprende Hugo Chávez del 11 de abril: generales en encerrona privada, en casa (como debe ser) contando con muchísimo cuidado los cañones, conforme la discusión avanza, y los civiles mientras tanto, en su guachafita, en su incapacidad permanente de servir de algo.
 

Resumiendo 

¿Un golpe militar contra un régimen militar? La fuerza armada podría sufrir fisuras, por parte de versiones militares del chavista impaciente, especialmente si hay caos, pero no «se van a caer a tiros entre ellos», solo pedirán una hoja de ruta más «rápida».
 
La FA es el verdadero poder, inamovible e indisputable (soberano) y sus órdenes políticas se ejecutarán por medio del «suprapoder originario», el regalito imperecedero de los civiles constitucionalistas: la ANC. 
 
«Este es un problema que lo van a resolver los políticos. No es por la vía militar que se va a resolver … los políticos venezolanos deben reconocerse, respetarse, dialogar y negociar para llegar a un acuerdo de convivencia».
 
Vladimir Padrino López, 28.5.2017
 
Mientras tanto, la política por un lado, encerrada en su esfera cloacal.
 
Lo político, el conflicto en la sociedad, por el otro.
 
Algo es seguro: el orden interno está asegurado.
 
Y el orden público quedó listo para ser instrumentado, por quienes tienen la fuerza, ya saben cómo promover «sacudones» útiles a la causa. Hoy podría salir la Fuerza Armada, contra los «violentos, frustrados, arrebatados» (Guaidó). Hoy podría salir la fuerza armada del hamponato (esos sí podrían caerse a tiros entre ellos) y por lo tanto, además de caer «radicales», podrían caer chavistas. Hoy podría haber caos, tanto inducido como espontáneo. 
 
Ante esto los impacientes podrían repetir «el grito de Chúo»: «o dialogamos o nos matamos» …
 
La historia del 23 de enero, repetida como farsa.
 
En el transcurso del año desarrollaré junto al equipo de La Cabilla, muchos de los temas planteados en este artículo. Solo queda recordar algo muy importante:
 
La guerra que nos hicieron ya la perdimos.
 
Toca hacer una nueva, no repetir la que ellos ganaron.
 
«Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad» Romain Rolland
 
@FBoccanera
 
Nota: por cierto ¿vieron que no me detuve en la eventualidad de Juan Guaidó, como «presidente legítimo»? Lo hice porque quise concentrarme en lo importante, no en la escenificación teatral.
 
 

Federico Boccanera

Comentarista, articulista, comunicador ciudadano. Apasionado estudioso de la Política, autodidacta. Siempre del lado de la Libertad. Director Editor de La Cabilla.