En la poesía el misterio se manifestara gota a gota en cada lectura.
En “Radiación y Silencio” es plausible que los poemas no se limitan al canto de una musa o temas gastados como el amor, la muerte, la tristeza
En la pira bautismal del corazón
Te nombro para la muerte
Para no perder ya
Tu presencia.
Julián O.
Hay libros que se guardan en la biblioteca de la memoria y cada tanto se releen en busca de un sentido o una revelación que se pasó por alto. Y curioso, se encuentra.
En una primera lectura, hace años, del libro “Radiación y Silencio” de Julián Ospina quedé sorprendido por la complejidad de las imágenes sobre el silencio y la luz: “Oscuro río silencioso de mi sangre”, “Liba en la rosa de luz/ Pétalos de eternidad”, “Y el silencio se expande/ En ondas concéntricas”, “Herido de finitud y de luz”.
Me inquietó la relación del silencio y la luz, como si la luz siguiera el silencio. Y esa revelación fue suficiente para guardar este libro entre los que iba a releer.
Al menos en mi caso, la mayoría de libros que frecuento más de una vez son poesía, como si en la poesía el misterio se manifestara gota a gota en cada lectura. Y bueno, no es muy frecuente releer una novela o un cuento, a no ser que se estudie un autor y se desee descifrar sus métodos de escritura. Pero con la poesía es distinto, es como si el poeta lograra atrapar entre las líneas sensaciones, atmósferas, instantes que muestran matices nuevos de lo mismo.
Algo así sucede con la relectura de “Radiación y Silencio”. Al abrir el libro el silencio se muestra como un lienzo donde la luz aparece: “Un hálito celeste entre piedras de luz/ derroca la torre/ De los signos”; destella un claroscuro de sombras o laberintos: “Las palabras/ Cada una/ Ciega a su manera/ Persigue mi nombre en un vasto laberinto de espejos”; crea texturas de memorias ancestrales en frecuencia de luz o de montaña: “¿A dónde la lengua muerta de los ancestros/ Que a los astros/ Para que tu nacieras/ Elevaron cantos?”, “Una montaña oscura/ Verdemente/ Crece a las afueras de uno mismo”; hace un encuadre con ojo poético: “Con la levedad con la que el párpado del sueño/ Se cierra en una estrella o se abre/ En el amanecer de toda flor”.
Tal vez la fugacidad que representa un libro de poemas puede ser un ingrediente secreto para que permanezca vigente al transcurso del tiempo, el implacable tiempo. Tal vez, lo supongo. Ojalá, es la intención noble que pongo, “Radiación y Silencio” sea un libro de relectura para alguien más.
“Radiación y Silencio” me sigue pareciendo un libro hermoso, pequeño, fácil de cargar. Es de anotar que las ilustraciones de Alejandro Echandía parecen que nada tienen que ver con los textos y a la vez son el texto mismo.
También, es de celebrar la honestidad del poeta que puede incomodar cuando explora sus emociones: “Solo en ti, amor, puedo odiarme”; la fragilidad de la condición humana: “Adverso a la eternidad/ Es el hombre/ Trágico fruto de útero azul”; la farsa social y política del país: “Crimen de diestros/ Crimen siniestro/ Centro democrático del crimen”.
Y bueno, confieso que este libro me genera un afecto especial porque fui testigo de su creación. Julián tenía sobre su escritorio un arrume de libros que leía a la vez. Autores como Gamoneda, Rilke, Pessoa, Vallejo, Watanabe, entre otros. A parte había algunas hojas sueltas, sin ilación, bosquejos de poemas. De esas anotaciones y trazos de ideas nace “Radiación y Silencio”, por algo el poeta escribe: “El garabateo de lápiz/ De lo que ha mucho tiempo/ Consideraste sentido…”. Luego, la lectura y las correcciones. Un ejercicio constante y agotador que al final le dieron naturalidad al verso y dejaron la palabra justa.
Dato importante y que no quiero pasar de largo, en “Radiación y Silencio” es plausible que los poemas no se limitan al canto de una musa o temas gastados como el amor, la muerte, la tristeza; u objetos decorativos y molestos como el cigarrillo, los bares… Más que musa, temas u objetos en el libro hay silencio “Voz de lejanía/ Sentido secreto de las constelaciones”. Es un silencio que aturde cuando aparece el tigre, la montaña despierta, el águila es mediodía, el poeta está ebrio de vacío y la luna llena es el azabache cráneo del búho.
“Radiación y Silencio” es un libro para leer escuchando “I waited for you” de Miles Davis y sentir el silencio como un viento fresco en el rostro y la luz filtrarse por los ojos y hacerse destello e imagen dentro de uno.
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