En 1816 ante el llamado de auxilio de Simón Bolívar, nacido en Venezuela, que andaba en migración por el caribe, el pueblo de Haití en cabeza de su presidente Alexandre Pétion, hijo de padre francés y madre esclava, prestan su ayuda a la causa de la libertad del continente americano del dominio colonial español, aún con la amenaza de invasión de parte del español Pablo Morillo si éste ayudaba a Bolívar en su causa. Esta ayuda fue fundamental para el proceso de descolonización del territorio en el que después se conformaría con muchas vicisitudes y entre otros países la actual Colombia.
Este es el hito histórico más reconocible de una interacción entre pueblos que inició el 12 de octubre de 1492 con la llegada de los españoles al continente que hoy llamamos América, y que condicionó nuestro desarrollo social, económico y cultural con influencias reconocibles de los pueblos originarios y foráneos que desde ese momento habitamos este territorio.
Así, desde esa época, todos nuestros hechos históricos han dependido de dicha interacción. Si bien la posterior formación de los países como hoy los conocemos generó unos límites administrativos que restringen el tránsito de personas, las situación político – económica en algunos de ellos han hecho que sus ciudadanos opten por la migración hacia otros países en búsqueda de un ideal de estabilidad, protección de la vida y acceso económico que a su consideración no se puede lograr en sus lugares de origen; estos procesos migratorios han puesto un reto a los países que sirven de tránsito o destino de esta población: implementar políticas públicas que ayuden a mitigar las condiciones sociales y económicas de la población migrante buscando garantizar los mínimos de dignidad humana que merecen.
Medellín se ha convertido en los últimos años en un sitio de tránsito para los migrantes que van en ruta hacia Estados Unidos. Se ha generalizando su identificación como de origen haitiano, pero provienen de diversos países. También está el caso de ciudadanos venezolanos que van en tránsito hacia los países del sur del continente, o que generan arraigo en nuestra ciudad con fines de permanencia.
En respuesta a este fenómeno la ciudad de Medellín es la única con una Política Publica de atención a la población migrante, que se estima en 100.000 personas, de las cuales se han atendido 19.819 a través de la línea 123 SOCIAL. Durante el 2020 se asignaron 4.257 auxilios habitacionales y durante 2021 un total de 2.424 coordinados por el Equipo de Atención de Emergencias de la Secretaría de Inclusión Social, Familia y Derechos Humanos, configurándose como las principales herramientas que desde la administración municipal de Medellín se implementan para aportar en la mitigación de las condiciones denigrantes a la condición humana de la población migrante.
Así, en esta fecha de recordación, es necesario subrayar algunos de los hitos históricos y fenómenos del presente que nos cruzan, reiterando que Medellín es una ciudad abierta para los migrantes y comprometida con eliminar cualquier tipo de discriminación racial y xenofobia, una ciudad que todos los días se reta para ser más incluyente y para brindar mayor bienestar a sus ciudadanos y ciudadanas, sean estos y estas nacidos en estas latitudes o no, porque la Medellín futuro es una Medellín incluyente, diversa, solidaria y con Alma Social.
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