A primeras horas.

opinionUno puede enamorarse de la mujer de su vida sin que ella sepa que lo es al cabo de horas, así diariamente en cuestión de un abrir y cerrar de anhelos con el danzar armonioso de belleza que va y viene por esta pista de música disco que es Medellin, coqueta, puedes infinitamente encontrar ritmos que como mujeres ponen a mover el mango al suceder una mirada. 

Trato de hallar una explicación racional a tan volátil práctica sensorial e imagino un bocadillo endulzado con puro adulcorante, totalmente adictivo, eso se siente al mezclarse mucha oxitocina y la adrenalina por contemplar una silueta totalmente coherente con la humanidad individual de la existencia en este valhala terrenal, lleno de valquirias.  

Es la sensación de escuchar un jazz e imaginar la sensualidad de compartirlo con ella, acompañado de un trago basto, que en nada opacaría la emoción de verla carcajear descontroladamente con el arsenal que carga en su valiente frente de batalla, su sonrisa. 

Muchas veces su piel profanada por tinta da vida a la revolución de sus cuerpos, otras cuantas veces esa piel cobijada adorna las alucinaciones del bienvenido deseo, tal vez sean concebidas como la promesa de un sueño delirante, lleno de micro sucesos durante el momentáneo control de los sentidos. 

Aún si es ajena a los brazos propios, sollozar la fortuna de los brazos a donde reposará permite abrirse a la pérdida inminente con total orgullo por la batalla erudita que se libra ese instante, la pena no toma su forma trágica, es una poetizada pena para disimular la insensatez de aquella, libre de toda culpa, inocente, como la demencia de su belleza. 

Es un bonito e idealista ejercicio de nuestras existencia el querer asegurar suponiendo qué ella es el amor de nuestra vida, y prostitutamente a renglón seguido dar victoria a diario a encuentros similares del azar hasta que «llegue una y te de tres vueltas». 

Esto es dedicado a aquellas mujeres que un hombre observa de manera muy discreta para reconocer la belleza de sus rasgos y la agudeza de sus palabras que llaman su atención y aún así seguir admirando en silencio.

 

Diego José Obando Pacheco

Estudio Contaduría Pública en la @UCooperativaMed, así como Jaime Garzón creyente de que Colombia puede ser mejor, fascinado por las obras de Gabo, ciudadano activo, del común, sueño con un centro de Medellìn para todos.