En ese tiempo los contrarios al acuerdo insistieron en que nada garantizaba que verdaderamente las Farc cumplieran y cumplan con el acuerdo, en materias muy relevantes: dejación total de las armas, dejación de financiación ilegal (narcotráfico, extorsiones, etc.), declaración del dinero en su poder, reparación y no repetición. Aunque en plena campaña no quisimos reconocerlo, no había ninguna certeza ni garantía de que las Farc cumplieran. En eso aparecieron las afirmaciones demagógicas que evidentemente ofendió a los partidarios del acuerdo. «Las Farc se apoderarán del país», decían unos, «el acuerdo es un montaje y las Farc seguirán delinquiendo y armados» decían otros. Pero fue la seriedad de los puntos pactados en el acuerdo, la solidaridad y la garantía internacional la que al final nos dió confianza en que las Farc cumplirían su palabra. Pero para una mayoría esto no fue ninguna garantía y no refrendaron los acuerdos.
Solamente el tiempo ha sido el garante. Las Farc no se han tomado el poder, han dejado las armas y ya han entregado dinero para la reparación. El Gobierno también ha cumplido su palabra en algunos factores: suspendidas las ordenes de captura, el permitir la transición de las Farc como movimiento armado a movimiento político y el regreso de los guerrilleros a la vida legal.
Lo que los contrarios al acuerdo no dijeron, es que el regreso de los guerrilleros a la vida civil obligó a sus miembros a tener una vida pública, es decir; visible y palpable para la sociedad y principalmente para la justicia, incluida la internacional.
Santrich traicionó un punto muy importante que irrumpe con dos factores:
El primero es la confianza que la sociedad le dio a las Farc para que no siguieran delinquiendo. Aunque no es de sorprenderse, ellos no son seres alados y la avaricia corrompe a muchas personas.
El segundo factor es que lo que los detractores del acuerdo no dijeron, y en esto fuimos enfáticos, es que el acuerdo contempla una justicia especial para los delitos políticos cometidos durante la guerra y no después de firmarse el acuerdo. Santrich sabe muy bien que el pacto dejaba a disposición de la justicia cualquier delito cometido una vez volvieran a la vida civil. La desconfianza de creer que las Farc continuarían con delitos como el narcotráfico deja ver que la justicia ha actuado de una manera eficiente y con fundamentos. No con montajes como las Farc nos quieren hacer creer. Por esto se equivocan los simpatizantes al protestar contra esta captura. Santrich merece pagar con todo el peso de la ley, por eso #YoNoSoySantrich.
La captura de Santrich confirma que no hay tolerancia para los farianos que pretendan seguir delinquiendo, y refuta los criterios con los que desconfiaron los detractores del acuerdo.