Y la justicia prevaleció

“Aunque nuestro deber siempre es velar por ayudar sin hacer daño (primum non nocere), hay circunstancias en las que esto no siempre es posible. Las complicaciones y los efectos adversos no siempre se deben a mala praxis o negligencia, como frecuentemente se sugiere cuando los resultados no son los esperados. La ciencia médica avanza con los ojos parcialmente velados por la incertidumbre propia de la medicina; es por ello que nuestra obligación es de medios y no de resultados”.


El 11 de febrero de 2023 publiqué en mi columna mensual de este importante medio de comunicación mi crítica sobre la sentencia condenatoria en contra de un colega médico por la muerte de una paciente que él atendió y cuyo desenlace fue lamentablemente adverso. Y no es que quisiera dejar entendido en esta columna que sobre los médicos la justicia no debería operar ni mucho menos que deberíamos tener un fuero especial (aunque, a juzgar por lo que escribo a continuación, sí considero la posibilidad del fuero).

En esa columna (por si la quieren releer, se titula “Los médicos no matan, los médicos tratan”) me quejaba por la falta de criterio clínico con el cual los administradores de la justicia toman decisiones y sientan una peligrosa e injusta jurisprudencia al respecto porque, aunque es claro que los jueces deben tomar decisiones en derecho, también es cierto que aquellas deben estar basadas en criterios objetivos propios de la materia en cuestión, que para este caso es la lex artis médica.

Al doctor Adonis Ramírez se le juzgaba por una complicación que le puede pasar a cualquier cirujano en ejercicio. Y como reflexionaba aquella vez: los médicos somos, más que nadie, los más interesados en que a nuestros pacientes les vaya bien, que sanen, que mejore su calidad de vida y en algunas ocasiones que se curen; pero no podemos garantizar el resultado, porque la vida y la salud son situaciones tan inciertas, que algunos las consideran un milagro.

Hoy debo decir con el mayor de los regocijos que recientemente, en el fallo de segunda instancia, los jueces determinaron la absolución para el cirujano Adonis Tupac Ramírez Cuéllar por considerar que lo ocurrido corresponde a una complicación que le puede pasar a cualquier cirujano en ejercicio.

Les dejo acá una breve reflexión que redacté frente a este caso en un comunicado del Colegio Médico del Huila, asociación gremial a la cual pertenezco y que está al frente de los intereses de nuestros colegas, especialmente en contra de las injusticias a las que diariamente nos vemos abocados por la falta de claridad y el poco entendimiento de la ciencia médica.

El arte de ser médico es complejo desde todo punto de vista, ya que atañe al ser humano en dos dimensiones que, más que diferentes, son complementarias: un sujeto que padece y otro que busca ayudarlo, es decir, el paciente y su médico.

Aunque nuestro deber siempre es velar por ayudar sin hacer daño (primum non nocere), hay circunstancias en las que esto no siempre es posible. Las complicaciones y los efectos adversos no siempre se deben a mala praxis o negligencia, como frecuentemente se sugiere cuando los resultados no son los esperados. La ciencia médica avanza con los ojos parcialmente velados por la incertidumbre propia de la medicina; es por ello que nuestra obligación es de medios y no de resultados, porque aun aplicando nuestros mayores esfuerzos no podemos garantizar el resultado. El factor humano no es predecible como quisiéramos y, por ello, no podemos predecir con exactitud los resultados.

Nos preocupa profundamente la criminalización a la que se ven sometidos los médicos, no solo en Colombia, sino en todo el mundo, debido a la falta de comprensión de la ciencia médica por parte de la comunidad en general y de los operadores de justicia. No se le puede atribuir al médico una responsabilidad que excede lo que puede soportar, simplemente por los riesgos inherentes que supone el ejercicio de la medicina, una ciencia que está sujeta a resultados que dependen en gran medida de la naturaleza y la fisiología particular de cada paciente. ¿Será pertinente, por la falta de comprensión de la ciencia médica por parte de los operadores de la justicia, la creación de un tribunal especial para juzgar a los médicos, una especie de fuero especial? Déjeme saber en los comentarios qué opina al respecto.

Finalmente, quiero recordar que nuestro deber como médicos es encontrar las soluciones más favorables para restablecer la salud de nuestros pacientes, sin olvidar que en medio de todo está nuestra integridad moral y ética.

Nuestra reputación como personas y como profesionales no puede ser mancillada por acusaciones injustificadas y deshonrosas.

P.D. No dude en escribirme sus comentarios a mi cuenta de X @sanderslois

Sanders Lozano Solano

Médico y Cirujano de la Universidad Surcolombiana y abogado de la Universidad Militar Nueva Granada, es Especialista en Gerencia de Servicios de Salud y actualmente es candidato a Magister en Educación. Experto en responsabilidad médica, se ha dedicado en los últimos años a su verdadera pasión: la docencia y la escritura.

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