¿Y la Amazonía qué?

José María Dávila Román

“La ilegalidad que se ve en zonas como la Amazonía se resuelve con presencia institucional e incentivando a que las empresas tengan presencia y generen empleos e inversión social”.


La Procuraduría General de la Nación publicó un informe en el que dice que más de 88 mil hectáreas se han deforestado en los últimos seis meses en la Amazonía colombiana por cuenta de actividades ilegales que el Estado colombiana no es capaz de erradicar (ver). Este gobierno, por el contrario, concentra la mayor parte de sus esfuerzos en ponerle talanqueras a las empresas minero-energéticas -que contrario a los ilegales- deben cumplir con todos los requisitos y obligaciones que pone el Estado para que estos proyectos avancen.

En un tema que debería ser primordialmente técnico priman los intereses electorales. Algunos políticos con el ánimo de ganar votos se suman a las falsas dicotomías de “Sí al agua, no al petróleo”, porque saben que, apelando a las emociones de la gente, creando enemigos inexistentes del medioambiente y de las comunidades, tienen réditos al mostrarse como los salvadores y abanderados de la causa.

Varios de estos políticos también elevan sus voces en contra de las multinacionales, valiéndose de un falso nacionalismo, argumentan erróneamente que las multinacionales se llevan nuestros recursos naturales y que aquí quedamos con los pasivos ambientales y con las migajas. Nada que ver con la realidad. Estudios de Fedesarrollo han revelado que el Estado colombiano se queda con cerca del 70% por cuenta de las concesiones mineras que otorga para explotación de minerales como el oro, teniendo en cuenta variables como regalías e impuestos, sin contar la generación de empleo y los encadenamientos que se generan con compras a proveedores locales y regionales. Es decir que la mayoría de los recursos económicos generados por el sector minero-energético se quedan en nuestro propio país.

Particularmente, en el proceso minero, hay una etapa de cierre donde los pasivos ambientales se pueden transformar en grandes corredores biológicos y reservas naturales como ha documentado el ecólogo y gerente ambiental de Cerrejón Luis Madriñán (ver).  Con evidencias ha mostrado cómo el jaguar, que estaba desaparecido antes de la operación minera de Cerrejón por actividades como ganadería, ha regresado desde hace poco más que un lustro a la zona donde está Cerrejón y que utiliza como corredor para transitar desde Venezuela a la Sierra Nevada de Santa Marta.

En un mundo globalizado no tiene sentido satanizar a las multinacionales, la mayoría de los productos de los que disfrutamos como celulares, televisores, neveras, ropa, vehículos, son fabricados por empresas extranjeras; y productos colombianos buscan principalmente ser vendidos en el mercado exterior como el café, el aguacate, flores y bananos.

Tener presencia de empresas extranjeras en nuestro territorio es positivo, porque vienen a aportar a la construcción de país generando empleo de calidad, pagando impuestos y contribuyendo al desarrollo económico de la nación. Si hay una relación de gana a gana no hay por qué cerrar las puertas.

No es la excepción en temas de minería, si son más los beneficios que los impactos negativos de un proyecto minero en una región, se debe aprovechar la oportunidad.

El ex viceministro de Minas del gobierno Petro, Giovanni Franco Sepúlveda relató en una reciente columna (ver) que países como Estados Unidos y Argentina estaban acelerando el desarrollo de proyectos mineros de cobre, oro, litio, considerados de interés nacional y estratégico.

Si Estados Unidos, que es la potencia económica mundial está decidida a seguir aprovechando sus recursos naturales, así como también lo está haciendo China, por qué en Colombia seguimos enfrascados en falsas dicotomías cuando hay tantas brechas sociales por superar.

La ilegalidad que se ve en zonas como la Amazonía se resuelve con presencia institucional e incentivando a que las empresas tengan presencia y generen empleos e inversión social en esos territorios históricamente olvidados. El ilegal no cumple leyes ni normas, ni genera empleos; las empresas sí y deben ser las aliadas, nunca los enemigos.

*Empleado de Minera de Cobre Quebradona, mis opiniones no representan a mi empleador.

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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