Leí en la prensa internacional hace unos días que casi 200.000 personas habían firmado una de esas peticiones virtuales pidiendo que no se le permitiera a Jeff Bezos, el fundador del gigante corporativo Amazon, regresar a la tierra después de su viaje inaugural al espacio. Para los que no lo tienen presente, Jeff Bezos es el socio fundador de una empresa aeroespacial que se llama Blue Origin, empresa que logró una gran proeza la semana pasada al lograr llevar a cuatro personas en un vuelo inaugural al espacio por unos diez minutos.
La génesis de la petición era no permitir que Bezos volviera a la tierra porque Bezos es un “billonario”, y, según los creadores de la campaña, los “billonarios no merecen existir ni en la tierra ni en el espacio”. Mejor dicho, el Ché Guevara era Milton Friedman comparado con los creadores de esta campaña. Pero, el punto de todo esto no es la campaña. Todos sabemos que este mundo está repleto de locos y de resentidos. El punto es que la hubieran firmado casi 200.000 almas. Vivimos en un mundo donde por lo menos 200 personas no logran captar el bien que le ha hecho Bezos a la humanidad.
Jeff Bezos tenía un trabajo muy similar al que yo tengo. Era analista para un fondo de inversión en Nueva York, tenía una vida muy cómoda, pero Bezos no es un tipo normal. El hombre sintió que su vida no podía quedarse en la comodidad de ser un empleado bien pago, y por esa razón cambió su muy cómoda vida de analista financiero y su apartamento en Park Avenue en Manhattan, por un garaje en los suburbios de Seattle donde se dedicó a vender libros por internet y a meterlos en cajas de cartón para enviárselo a sus clientes. Ese emprendimiento llamado Amazon hoy le da empleo a 1,3 millones de personas alrededor del mundo. Eso quiere decir que un estimado de 3,5 millones de personas comen, tienen salud y educación, y pueden lograr sus sueños, gracias a la genialidad de Jeff Bezos. Si uno mira los números sin sesgo alguno, Jeff Bezos es, quizás, la persona que más bien ha hecho en la historia del bienestar social. Pero insisto, una gran mayoría de la gente en el mundo NO aprecia a Bezos. Según YouGov America, su popularidad solo alcanza el 27%. Mejor dicho, más del 70% de la población de EE. UU. tiene una imagen negativa de Bezos. Y, nuevamente, la gente tiene una imagen negativa de este emprendedor porque “es rico”.
De verdad yo no entiendo en qué momento la sociedad se volvió tan mamerta. Cuando yo estaba joven la gente hablaba bien del trabajador incansable. Mi papá era un tipo que trabajaba de sol a sol, que no entendía el concepto de los derechos, sino el de las obligaciones y la responsabilidad individual, y en mi casa siempre se admiró la labor de los emprendedores. En mi casa nunca se sintió empatía con el vago o con el que exigía, sino con el que creaba empleo y con el que generaba bienestar social. Estos mismos confundidos que odian a Jeff Bezos por ser billonario son los que apoyan las ideas del candidato Gustavo Petro. Gente resentida que no tiene la capacidad de captar el por qué Bezos es un gran hombre. Estados Unidos es un gran país gracias porque permite que gente como Bezos pueda dedicarse a emprender. Cuba es un charco porque ese país no permite que exista un Jeff Bezos porque “la igualdad” y toda esa sarta de sandeces. No es tan difícil de entender. Pero igual sé que esta columna no va a lograr cambiar opiniones, porque la mezquindad es muy difícil de curar.
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