WALL-E: una distopía sobre el totalitarismo tecnológico

Friedrich A. Hayek, premio Nobel de Economía y uno de los más destacados exponentes de la Escuela Austriaca, nos afirmaba en The Constitution of Liberty (en español, Los fundamentos de la libertad) que “son las ideas las que, en última instancia, definen la evolución social, económica y política de las naciones” (Hayek, 1960/2011).

¿Cómo se difunden estas ideas? En su libro El engaño populista (Deusto, 2016), Axel Kaiser y Gloria Álvarez (2016) nos explican que: “las ideas y creencias que surgen desde las esferas intelectuales, especialmente a nivel de filósofos y que luego se distribuyen en los medios de comunicación, universidades y la cultura en general, son un motor insustituible de cambio social e institucional”. Existen numerosos medios para la expansión de ideas, pero la literatura se destaca como uno de los principales. Es muy familiar recordar obras literarias notables que nos han hablado sobre el concepto de un régimen totalitario. Así, por ejemplo, llegó a nuestras manos 1984 de George Orwell: la viva muestra de una distopía donde rige un totalitarismo atroz inspirado en los horrores históricos de la Unión Soviética de Iósif Stalin y la Alemania del Tercer Reich.

¿Y si les digo que en el siglo actual hay una película animada que nos da un pantallazo sobre el totalitarismo y sus consecuencias? WALL-E es un filme de Walt Disney y Pixar estrenado en el año 2008, el cual, formó parte de la infancia de muchos que nacimos a finales del milenio pasado, y es hasta ahora que podemos notar su interesante mensaje.

La trama de la película se desarrolla en el año 2776, donde un robot llamado WALL-E es el único habitante en la Tierra y se dedica a limpiar y almacenar montañas enteras de basura en cubos que parecen no tener fin. El robot se nos muestra como un ser emocional que, de alguna manera, ha logrado desarrollar consciencia, similar a un ser humano. Esto nos lleva a teorizar que, a diferencia de sus pares robots, la soledad en la que vive lo separa de su comportamiento programado por defecto, desarrollando un patrón distinto, único e individual.

Desde un inicio, la película nos presenta a BnL (Buy n Large), que es, en perspectiva, una megacorporación de carácter global que funciona como una entidad omnipresente, dominando todos los aspectos de la vida de los humanos. BnL aparentemente llegó a tener el control total de la economía, interviniendo la producción, el consumo y el suministro de bienes y servicios. Así, en las primeras escenas, nuestro protagonista robot pasea por toda la ciudad, enterrada en basura y con claras evidencias del dominio de la empresa: gasolineras, establecimientos, envoltorios, todo tipo de consumo o muestra humana con el logo de Buy n Large.

Más adelante, nos enteramos de los orígenes y consecuencias de esto en la Tierra. BnL se convirtió en un monopolio aliado a todos los Estados del globo y, lejos de la promesa paradisiaca de un mundo feliz, fue tan destructiva que convirtió a la Tierra en un lugar inhabitable. Como resultado, en una misión sin precedentes, la humanidad es llevada fuera de la Tierra a bordo de un mega-crucero galáctico llamado Axioma, de la mano de Buy n Large, mientras los robots WALL-E se encargan de limpiar el planeta.

En el contexto de la película, un video antiguo exhibe al presidente de Buy n Large, y por ende, presidente del único orden mundial, mostrando el concepto de la vida en el crucero: “un paraíso único donde bajo las alas de Buy n Large, la ciudadanía mundial prácticamente vivirá sin trabajar, sin preocuparse por nada en absoluto”. Solo debían otorgar su voluntad a las manos de Buy n Large en pro de la supervivencia común y todo estaría en orden.

Bajo esa línea, de nuevo Friedrich Hayek, en su obra Camino de servidumbre, decía al respecto: “Desde el momento en que se admite que el individuo no es sino un medio para servir los fines de una entidad superior, llámese esta la sociedad o la nación, siguen inevitablemente todas aquellas características del totalitarismo que a nosotros nos horrorizan” (Hayek, 1944/2007).

A través de la historia, nos enteramos de más hechos curiosos. Después de cinco años, el plan de limpieza terrestre ejecutado por la super empresa fracasa, obligando a los tripulantes del crucero a permanecer en órbita por 700 años.

En teoría, el crucero consta de un capitán. En una escena nos muestran cómo el capitán cambia cada cinco años. No obstante, detrás de él se encuentra su timón: Auto, una inteligencia artificial que funge como “piloto automático” y constante vigilante de todo movimiento dentro del Axioma; los fines de su robotizada consciencia son mucho más profundos. Tras cinco años, Auto recibe el código “A113”, que lo instruye a no dejar, bajo ninguna circunstancia, que los humanos regresen a la Tierra, aún por encima de las órdenes del capitán, cuyo rol es meramente simbólico.

Durante la aventura, vemos cómo los seres humanos han otorgado el control de sus vidas a Buy n Large. Los robots corporativos en el crucero se encargan de proporcionarles todo (alimentación única en líquidos, vestimenta única para todos, entretenimiento, entre otros), mientras ellos, con obesidad mórbida en un 100 %, obedecen sin rechistar el modelo de vida impuesto por el régimen tecnológico.

WALL-E termina siendo el catalizador de la libertad llegando a invadir el crucero en búsqueda del amor. Aunque, indirectamente, rompió el patrón totalitario, despertó emociones en los automatizados robots y también abrió las mentes de los humanos esclavizados hacia una nueva visión: hay vida más allá de Buy n Large.

Con esta y otras escenas posteriores en el filme, nos damos cuenta de que la falta de competencia y limitación de opciones para los consumidores convirtieron a la megaempresa claramente en el catalizador de un régimen totalitario basado en el corporativismo. Este es un punto por remarcar, ya que los detractores del libre mercado tratan de confundir este último con su definición de “capitalismo salvaje” asociándolo a los monopolios y oligopolios o el clientelismo. Nada más alejado de la realidad. Ayn Rand nos decía: “En una sociedad capitalista, todas las relaciones humanas son voluntarias. Los hombres son libres de cooperar o no, de tratar con otro o no tratar, según les dicte su propio juicio individual, sus convicciones y sus intereses (…) La institución de la propiedad privada protege y pone en práctica el derecho de disentir, y así deja abierto el camino para el más valioso atributo del hombre (valioso, personal, social y objetivo): la mente creadora. Esta es la diferencia radical entre el capitalismo y el colectivismo” (Rand, 1966/2022). En ese sentido, no hay excusa alguna para argumentar que la existencia de una corporación mundial única se asemeje a las características del capitalismo de libre mercado.

En el Axioma del universo de WALL-E, por el “bien público y común”, millones de seres humanos renunciaron a su humanidad. Ya no eran personas, sino simples figuras humanoides viviendo un patrón de supervivencia impuesto por la Inteligencia Artificial Corporativa. Una frase icónica es la del capitán, quien se rebeló durante las últimas escenas diciendo: “Yo no quiero sobrevivir, quiero una vida”.

WALL-E nos presenta una distopía a la que más de uno no quisiera llegar, pero como reza una popular frase: “A veces la realidad supera la ficción”. La revolución tecnológica ha venido acompañada de beneficios incontables para la humanidad, gracias a individuos libres que ofrecieron al mercado productos y servicios fruto de su innovación; sin embargo, no está exenta de caer en manos de Estados con intereses colectivistas. ¿Es realista pensar en la posibilidad de tener nuestro propio Buy n Large? En el corto plazo, improbable. ¿En el largo plazo? Dependerá del rumbo político que tomen los Estados. En una sociedad donde el intervencionismo estatal y los intereses clientelistas en el mercado son limitados, no habría lugar a preocupaciones; no obstante, como mencioné al inicio: es la batalla de las ideas el puntapié inicial para la construcción de un futuro esperanzador.

Un futuro donde seas tú como individuo el pilar de la humanidad. Siendo así, no habrá Estado, ni corporación ni tecnología, por encima de tu libertad.

Referencias

Hayek, F. A. (2007). The Road to Serfdom (B. Caldwell, Ed.). The University of Chicago Press. (Obra original publicada en 1944).

Hayek, F. A. (2011). The Constitution of Liberty (R. Hamowy, Ed.). The University of Chicago Press. (Obra original publicada en 1960).

Kaiser Barents-von Hohenhagen, A. & Álvarez Cross, G. (2016). El engaño populista: Por qué se arruinan nuestros países y cómo rescatarlos. Deusto.

Rand, A. (2022). Capitalismo: el ideal desconocido (V. Puertollano López, Trans.). Deusto. (Obra original publicada en 1966).


Este ensayo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.

José Carlos Balcázar

Abogado boliviano y escritor ocasional. Licenciado en Ciencias Jurídicas de UTEPSA (Universidad Tecnológica Privada de Santa Cruz de la Sierra). Miembro acreditado de la Cámara Internacional de Oradores. Medalla de Plata en los torneos de debate «Alza Tu Voz Santa Cruz» (2022) y «Alza Tu Voz Bolivia» (2023). Actual Coordinador Local de SFL Bolivia.

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