Vivir en medio de la hiperproductividad

Si un día llamamos al jefe y le decimos que nos sentimos indispuestos, nos descuenta el día de trabajo o nos tilda de ‘flojos’ por no dar todo nuestro potencial”


Mientras me preguntaba sobre el tema que escribiría esta semana, venían a mi mente muchas ideas sobre literatura por la coyuntura de la Feria del Libro. Sin embargo, hay un tema que por estos días me ha llamado mucho la atención y es la cantidad de cambios que estamos viviendo como humanidad. Por estos días justamente estamos atravesando un fenómeno que no suele ocurrir con frecuencia. Estamos en la mitad de dos eclipses muy potentes que nos están invitando a la transformación.

Los eclipses suelen venir acompañados de información que nos permite evolucionar. En algunos casos estos eventos planetarios nos hacen la invitación a manifestar, a crear cosas nuevas para mejorar nuestra experiencia en este plano. En otras, como ocurre ahora mismo, la invitación va más enfocada a soltar y quitarnos aquellas capas que ya no nos hacen bien. Se trata de analizar lo que somos, para mirarnos y cambiar aquello que nos está impidiendo conectar con nuestra propia esencia. No obstante, hacer consciencia de estos cambios va en contravía de la hipeproductividad que día a día se nos exige como seres humanos.

Vivimos en una sociedad que le rinde pleitesía a los números y a las métricas. Basta mirar las redes sociales para darnos cuenta que no importa si lo que compartes es contenido de valor o no, lo que importa es que generes interacción y consigas miles de seguidores. Aquellos que se dedican a generar contenidos diferentes sufren con los algoritmos. Sus contenidos no son visualizados y se pierden en el mar de información que representa internet hoy en día. Este modelo de producción basado en números se puede pasar a cualquier empresa. Lo importante es vender, atraer clientes y cerrar negocios jugosos. Nos hemos olvidado de que no somos máquinas sino seres humanos que también necesitamos tiempo para nosotros, para hacer algo distinto a estar en función de la producción. Sentimos, percibimos y eso nos hace una especie particular.

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Por estos días me he sentido agotada, sin mucho ánimo para hacer algo distinto a estar metida en mi cama o a caminar y estar en contacto con la naturaleza. Empecé a leer y me di cuenta que estábamos ante un fenómeno planetario que seguramente no volveremos a vivir en mucho tiempo y éste nos está pidiendo reposo. Se avecinan cambios que transformarán nuestra forma de mirar el mundo y de estar en él. Independientemente de la creencia que tengamos, todos por el simple hecho de habitar la Tierra en este instante estamos recibiendo esa información y dependerá de cada uno tomarla como mejor le convenga. He conversado con gente a mi alrededor y muchas personas también se han sentido distintas, solo que no lo relacionan con este fenómeno especial. Algunos han caído enfermos, con gripa o se sienten sin alientos y creen que es producto del cansancio por el exceso de trabajo.

Todo esto me ha llevado a reflexionar sobre nuestra misión en este mundo. Producimos, producimos y jamás paramos. El día que queremos descansar, aparecen las redes sociales a hacernos sentir culpables por no estar en la calle luchando por alcanzar nuestras metas. Si un día llamamos al jefe y le decimos que nos sentimos indispuestos, nos descuenta el día de trabajo o nos tilda de ‘flojos’ por no dar todo nuestro potencial. Nos olvidamos de que todos somos muy distintos y que las energías que se mueven a diario no las percibimos igual. Quizás si prestáramos algo más de atención a nuestras particularidades nos daríamos cuenta de que cada uno vino a ofrecer algo distinto a este mundo. Eso es lo que nos hace valiosos. Pero en el bucle que nos exige mostrar resultados, nos vamos convirtiendo en más del montón y dejamos de lado lo que verdaderamente nos apasiona. No nos juzgo, eso es lo que nos exige el mundo de hoy: alienarnos para evitar pensar y debatir.

Mi invitación es a escucharnos. Si un día sentimos que queremos parar, hagámoslo. Seguro que no veremos resultados en el corto plazo, pero sí más adelante; entre todos nos iremos haciendo más conscientes del poder de descansar, de cambiar de actividad y de dar un espacio a expresar lo que sentimos. Más allá de los movimientos planetarios, somos seres humanos que estamos en constante aprendizaje y cada uno lleva un proceso diferente y respetable. Bajemos los juicios y seamos más empáticos frente a las dificultades del otro. No todo se mide en términos de quien vende o produce más. Llegó el momento de transformarnos y empezar a hacer las cosas de otra manera, quizás como nunca antes se había hecho. Valoremos el momento que estamos viviendo como humanidad y aprovechémoslo.


Todas las columnas de la autora en este enlace: https://alponiente.com/author/mpmendez/

 

Maria Paula Mendez Penagos

Soy literata y periodista de viajes. Me encanta escribir sobre viajes, empoderamiento femenino y temas de crecimiento personal. Dicto talleres de escritura terapéutica.

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