Violencia sexual en los conflictos armados: conmemoración y verdad

Jorge Diego Mejía Cortés

Este 19 de junio se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos armados, como una forma de lucha, de tener presente la reivindicación impostergable de los derechos humanos, de resarcir la memoria de aquellas personas que han sido vulneradas, las que se han visto inmiscuidas en todo tipo de conflictos y es una oportunidad, además, de recordar de forma luctuosa, los episodios más oscuros de la historia reciente.

Es bien sabido que, en las conflagraciones más enardecidas, es cuando el ser humano exhibe su peor faceta. Las mujeres y el ganado fueron considerados, por mucho tiempo, como botín de guerra y, se supondría que la promulgación de los Derechos Humanos serviría para abolir, o al menos paliar, la difícil situación de los civiles inmersos en el conflicto, específicamente de las mujeres y los menores de edad.

La violencia sexual se considera un crimen de lesa humanidad. Un concepto afianzado en el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) y el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) en los años noventa del siglo pasado, dada la magnitud de los crímenes cometidos por las partes en disputa y la brutalidad de sus prácticas. En 1985 la escritora bielorrusa-ucraniana Svetlana Alexiévich lanza el libro La guerra no tiene rostro de mujer, (premio nobel de literatura 2016) y en uno de sus apartes afirma:

“En esta guerra[1] no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana (p.131)”

Y es que prácticamente ningún combate, por quirúrgicas que sean sus operaciones, puede considerarse libre de delitos contra la integridad humana. La guerra deshumaniza y en el centro de la barbarie está la población civil desarmada y vulnerable, expuesta al flagelo como un tiro al blanco.

En Colombia, según el Auto 092 de 2008 emitido por la Corte Constitucional, las mujeres están expuestas en el marco del conflicto armado al menos a diez (10) riesgos de género. Las investigaciones realizadas por diversas ONG demuestran que 43 de cada 100 mujeres afectadas por el conflicto armado interno, han sido víctimas de distintas formas de violencia, incluyendo violaciones, esclavitud sexual, tortura y otras formas denigrantes de la integridad humana, que son consideradas crímenes de guerra.

El Observatorio de Memoria del Conflicto del CNMH[2], reporta que 51.919 mujeres han sido víctimas de conflicto armado en Colombia desde 1958. El conflicto ha servido para escalar significativamente el número de mujeres violentadas por todos los actores armados involucrados. La persistencia de las violencias basadas en género sigue siendo un desafío para la construcción de paz territorial en el país y un tema presente y urgente en la agenda de paz con los grupos insurgentes.

Así pues, la violencia reproductiva en el conflicto armado (no solo en nuestro país), es una realidad latente que afecta a mujeres y personas transgénero, quienes son víctimas constantes de abuso, esclavitud sexual, y otras formas de violencia física y psicológica. La violencia sexual contra mujeres y niñas (simbólica, implícita, material y estructural) se ha generalizado como una constante en el conflicto y se utiliza estratégicamente como táctica de guerra, como forma de escarmiento a la contraparte y de debilitar la moral de los pueblos o grupos en pugna.

En este orden de ideas, a nivel global ya comienzan a aflorar, a salir a la luz tácticas de esta índole en los conflictos bélicos y sociales que se libran hoy en día a partir de los testimonios de víctimas y victimarios: Haití, Ucrania, Palestina-Israel, buena parte del continente africano (desamparado a su suerte con una ONU inoperante) y por supuesto, el pueblo Rohinyá cuyo genocidio apenas se hizo visible en occidente con pocas voces a favor y pocos dolientes.

Ya comienzan a verse soldados israelíes con estrés postraumático que no quieren estar en el frente, que se rehúsan a matar niños y personas inocentes, que cargan con el peso de sus innombrables acciones y que saben que tarde o temprano deberán comparecer ante un tribunal, tal y como viene sucediendo en Colombia.  Por ello la importancia a nivel nacional de promover la Memoria Histórica, la conmemoración como herramienta clave de la No-repetición y la narración de la verdad como esclarecimiento, si se quiere llegar a intentar, enmendar el tejido social, como bitácora de la construcción de nación, un proyecto acuciante y vigente que debería ser un imperativo de la esfera pública, del Estado en su conjunto, de las fuerzas vivas de la sociedad.


Todas las columnas del autor en este enlace: Jorge Diego Mejía Cortés

[1] Guerra patria o Frente Oriental para occidente: la campaña que libró Rusia (o en su momento la URRS) contra la Alemania Nazi.

[2] Centro Nacional de Memoria Histórica

Jorge Diego Mejía Cortés

Coordinador de la Tertulia Literaria U de A. Docente Normalista. Politólogo Universidad de Antioquia.

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