Verdades que incomodan y mentiras que desacomodan

“Así que sí, sí fue un negocio. Una unidad de cuidado intensivo no es intubar a un paciente mientras se mantiene en sedación nomás. Los cuidados intensivos son una especialidad altamente compleja que no se puede hacer en cualquier sitio solo porque se cuenta con un respirador automático externo, entonces las EPS y las IPS sí aprovecharon la oportunidad para facturar, o que creen, ¿que toda esa inversión fue gratis? Ahora, debemos reconocer que hay que agradecerles porque muchos pacientes lograron salvarse por dichas UCIS. Pero no podemos negar dos verdades incómodas. La primera es que muchas de estas UCIS eran improvisadas y la segunda es que al final sí era un negocio. De eso se trata la salud en Colombia.”


Hace una semana vimos al ministro se salud tocar el espinoso tema del manejo que se le dio a las unidades de cuidado intensivo durante la pandemia, dichos comentarios, que fueron hechos frente a los congresistas de la comisión séptima del Senado, han suscitado infinidades de críticas desde todos los frentes de la opinión. Desde algunas sociedades científicas, la sociedad civil y por supuesto, los partidos de oposición.

Y no solo escuchamos las fuertes críticas al sistema de salud y a las E.P.S. y las I.P.S. por la forma en que se incrementó la capacidad instalada de camas de UCI, sino que también arremetió contra la forma como se llevó a cabo la vacunación masiva para conjurar la pandemia.

Permítanme dar algunas reflexiones sobre el particular para que usted, querido lector, se haga una idea de lo que se vivió desde la óptica de la medicina.

Primero que todo debo decir, tal vez para decepción de muchos, que todos tienen razón. Si usted que está allí frente al móvil o frente al computador leyendo esta columna es uno de aquellos ciudadanos conspiranoicos antivacunas, déjeme decirle que tiene razón. Si usted, en cambio, es uno de aquellos acérrimos defensores de las vacunas por ser estas probablemente una de las mejores estrategias en salud pública que se han creado, también tiene toda la razón. Si usted cree que el negocio de la salud en Colombia es algo bueno, o si por el contrario cree que es una aberración, sigue estando en lo cierto. En este punto al final todos tienen una parte de la razón.

Todo tiene un contexto y, dependiendo del ángulo desde el que se le mire, la realidad se matiza; el problema surge cuando las verdades que incomodan afloran y se vuelven mentiras que desacomodan.

Cuando el Covid-19 se fue expandiendo en el mundo y vimos escenas dantescas en China, Italia, España, en Estados Unidos y otros países, donde la gente moría de forma descontrolada, la situación se fue tornando en un caos influenciado principalmente por la desinformación, así como lo lee, desinformación, porque nos enfrentábamos a algo nuevo, a una amenaza global con vocación de extinción de la especie humana y no sabíamos, con absoluta certeza, qué hacer frente a ella, en pocas palabras este virus nos “cogió con los calzones abajo”.

Entonces la razón humana planteó tres posibilidades. La primera fue que nos encerráramos y de alguna manera sobreviviríamos a la catástrofe mientras los más arriesgados se morían y la selección natural ejercía su encomiable labor (algo me decía que íbamos a terminar como en la película 12 Monos). La segunda era esperar a que la ciencia médica se inventara una cura, o mejor, una vacuna; y la tercera, que los superhéroes de la salud nos salvarán con tratamientos novedosos e innovadores. Algunos iniciaron con antibióticos de amplio espectro, capaces de matar hasta a los tardígrados que sobreviven al espacio exterior; otros se decantaron por la ivermectina y otros probaron con la moringa con agua de panela y hasta el agua bendita. Al final nos dimos cuenta de que nada de eso funcionaba realmente, y lo único que pudimos hacer era hacerle frente como mejor se podía: esperar a que la gente se auto cuidara y evitará el contagio, y aumentar la oferta de camas de UCI para que a aquellos a los que les tocó la fase más virulenta de la enfermedad pudieran sortearla de una mejor forma.

Así que sí, sí fue un negocio. Una unidad de cuidado intensivo no es intubar a un paciente mientras se mantiene en sedación nomás. Los cuidados intensivos son una especialidad altamente compleja que no se puede hacer en cualquier sitio solo porque se cuenta con un respirador automático externo, entonces las EPS y las IPS sí aprovecharon la oportunidad para facturar, o que creen, ¿que toda esa inversión fue gratis? Ahora, debemos reconocer que hay que agradecerles porque muchos pacientes lograron salvarse por dichas UCIS. Pero no podemos negar dos verdades incómodas. La primera es que muchas de estas UCIS eran improvisadas y la segunda es que al final sí era un negocio. De eso se trata la salud en Colombia.

En cuanto a las vacunas se ha dicho que el ministro tiene una postura antivacunas porque considera que fuimos los conejillos de indias de un experimento mundial de las grandes farmacéuticas. Pues déjenme decirles que sí, así es, sí lo fuimos y si me tocara volver a vacunarme como única opción de evitar una extensión lo volvería hacer porque no había otra opción, pero eso no deja a un lado el hecho de que los protocolos de investigación, que normalmente duran décadas, se redujeron a meses para producir las vacunas en un tiempo récord. Se trató de un dilema bioético que planteo de la siguiente forma: o nos demorábamos una década haciendo la vacuna como dicta el deber ser, o nos arriesgamos y confiamos en la ciencia médica antes de que sea demasiado tarde.

La pandemia nos mostró lo mezquinos que somos como especie; vimos como el primer mundo se vacunaba masivamente mientras los países con menos recursos se veían a gatas para negociar los lotes de vacunas que les sobraban. Las estrategias de vacunación de los países latinoamericanos y africanos dependieron de la capacidad de negociación de sus gobiernos, es decir, de la chequera. Así que aquí nunca hubo nada gratis porque en medio de todo siempre estaban los intereses de algunos.

De modo que sí es cierto que fuimos conejillos de indias. Sí es cierto que a la gran mayoría le fue bien con la vacunación, pero también es cierto que hay quienes han sufrido serios efectos adversos.

Por último, queridos lectores, los invito a tomar una postura basada en un análisis más consciente de los argumentos y no solo en un post de X o de cualquier otra red social donde se muestra solo un trozo de los argumentos.

P.D.

Hoy casualmente le han revolcado las credenciales al ministro de salud en cuanto a sus postgrados en Suecia. Para aquellos suspicaces solo quiero decirles que las supra especialidades médicas usualmente se estudian en forma de fellowship, que no es otra cosa que integrarse de forma temporal con un equipo de colegas para adquirir y aprender de sus habilidades en ciertos campos de la medicina, bajo la mentoría de colegas super expertos, muchas de ellas no dependen de las facultades de medicina sino de equipos de trabajos en hospitales o instituciones de salud, así que no se me hace raro que toda esta desinformación termine siendo una mentira que desacomoda.

Por último, si desea enviarme un comentario puede hacerlo a mi cuenta de X: @sanderslois


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Sanders Lozano Solano

Médico y Cirujano de la Universidad Surcolombiana y Abogado de la Universidad Militar Nueva Granada, es Especialista en Gerencia de Servicios de Salud y Magíster en Educación. Experto en responsabilidad médica, se ha dedicado en los últimos años a su verdadera pasión: la academia y la escritura.

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