No es un secreto para nadie que Venezuela desde hace un tiempo se encuentra en una crisis profunda de orden estructural. La salida de la crisis no parece estar cerca y las protestas ciudadanas son cada vez más frecuentes. El FMI pronosticó una inflación del 720% para este año, situación que se ve agravada por el también profundo desempleo que ascenderá al 25.3% según proyecciones del organismo internacional. Se pronostica que la economía se contraiga un 7.4%, en contraste con el resto de la región que registra un débil crecimiento promedio del 1.1%, pero al menos muestra cifras positivas.
Las cifras del FMI se reflejan en la calle, largas colas para comprar víveres en los supermercados, donde todo escasea, y en muchos centros de abastecimiento difícilmente se pueden encontrar bienes básicos como papel higiénico, arroz, azúcar o leche. Curiosamente, los víveres de precio regulado suelen escasear con mayor rapidez. La escasez según estudios del Observatorio Venezolano para la Salud ha conllevado a que el 75% de la dieta actual de los venezolanos se limité solo a carbohidratos.
Según la Encuesta sobre las Condiciones de Vida en Venezuela (ENCOVI), realizada por las principales Universidades del país a 6.500 familias, el 82% de los hogares en Venezuela se encuentran en situación de pobreza. Las cifras de la ENCOVI muestran que el 75% de los encuestados reporto haber perdido peso de manera indeseada, con un promedio de 8 kilos y 9 para los hogares más pobres.
A la escasez se le suma la carencia de servicios públicos. Los apagones son frecuentes, afectando la actividad de los ciudadanos quienes en algunos casos por decreto del gobierno deben cerrar sus oficinas antes de la 1 de la tarde para así ahorrar energía; no obstante, la actividad en los hospitales no cesa, principales afectados por los cortes, quienes no solo deben lidiar con una provisión de servicios cada vez más precaria sino con la escasez igualmente aberrante de medicamentos, camas e instrumentos quirúrgicos para atender a sus pacientes. Recurrir al mercado negro es común para adquirir medicinas para tratar el cáncer, y a los pacientes hay que amordazarlos para tratar sus dolencias ante la falta de anestesia. Asistir un parto solía ser un procedimiento normal, hoy es altamente riesgoso ya que el infante tiene hasta un 2% de probabilidades de morir, en contraste del 0.02% en el 2012; la tasa de mortalidad de recién nacidos ha incrementado en más de un 100% según el propio Ministerio para la Salud de Venezuela.
Si morir en los hospitales es común, lo es aún más en las calles. 8 ciudades venezolanas hoy hacen parte de las 50 ciudades más violentas del mundo, Caracas encabezando el infame ranking con 120 homicidios por cada 100.000 habitantes, superando así, a la ciudad azotada por las Maras, San Pedro Sula, en Honduras.
Ante la escasez y la inseguridad el descontento ciudadano no puede ser mayor. En contadas ocasiones ha habido un clamor por la renuncia de Maduro y el llamado a elecciones, y las marchas se vuelven más frecuentes. Para el día de mañana se esperan marchas masivas organizadas por la oposición en todo el país. La principal será en Caracas la cual terminará en Miraflores.
El Gobierno ha organizado una serie de contramarchas las cuales harán frente a la oposición, y el propio Diosdado Cabello, Vicepresidente del Partido Socialista Unido Venezolano (PSUV), ha llamado a la “histórica” movilización de 60.000 motorizados.
Mientras tanto el presidente Maduro fortalece las Milicias Bolivarianas, un grupo paramilitar financiado por el gobierno, encargado de servir como complemento a las fuerzas armadas, creado en el 2007. El presidente venezolano anuncio su rearme con las siguientes palabras: «He aprobado (…) los planes para expandir la Milicia Nacional Bolivariana durante este año a 500.000 milicianos y milicianas con todos sus equipos, y garantizar a través de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) un fusil para cada miliciano».
Ante la escalada de las tensiones en un comunicado conjunto Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, Perú y Uruguay, piden que el oficialismo “garantice la manifestación pacífica”. Petición que el gobierno calificó como una “grosera injerencia”.
Ante la escalada de tensiones en el país, la escasez, la inseguridad, un mayor descontento ciudadano, y la militarización de un sector de la población que hace de brazo armado del partido en el gobierno, cabe preguntarse ¿Cuánto más falta para que haya un baño de sangre en Venezuela?