En muchos lugares, rurales y distantes, de Colombia la escuela es, si no la única, uno de los pocos espacios culturales y educativos con que cuenta una comunidad. ¿Y si en todas existieran bibliotecas escolares?
Son ya casi tres meses de que los profesores de la Universidad de Antioquia se declararán en Asamblea Permanente y más de dos de que los estudiantes tomarán la decisión de unirse al cese de actividades. Las marchas han sido multitudinarias y en los últimos días se suman a los ceses de actividades las centrales obreras y muy pronto los camioneros y campesinos. De modo particular el movimiento estudiantil ha planteado un pliego de diez exigencias que busca garantizar una educación superior pública, gratuita y de calidad.
Y es que no sólo en la educación superior la consigna “pública, gratuita y de calidad” debería ser la prioridad, esta es una exigencia para todos los niveles de educación formal del territorio nacional. Estas tres cualidades deberían ser imperativas en las escuelas, sin embargo, esta consigna se cumple a medias en la educación básica primaria y secundaria. Si bien ya las dos primeras exigencias, pública y gratuita, se practican, la tercera, que alude a la calidad está muy lejos de lograrse. Puesto que hay un elemento que ha estado por más de treinta años invisibilizado en las instituciones educativas del país y el cual es clave al pensar en la calidad. Nadie se da por enterado, no se marcha por esto y parece que a muy pocas personas les importa: la biblioteca escolar. Y aunque parezca incluso un chiste, debiera importarle a toda la sociedad colombiana, pues las bibliotecas escolares no solo pueden contribuir al mejoramiento de la calidad, sino ayudar a disminuir las brechas de desigualdad social profundamente enraizadas en la historia de este país. Un país netamente rural con más escuelas que bibliotecas públicas, y en tanto podría llegar a tener más bibliotecas escolares al servicio de las comunidades.
El 94% del territorio colombiano es rural, sin embargo, sólo un 32% de la población vive allí. Y es en la ruralidad donde se encuentran más marcadas las brechas de desigualdad, particularmente en temas de acceso a la educación y la cultura y latente en hechos como el analfabetismo, lo cual se refiere a personas mayores de 15 años que no saben leer ni escribir el código alfanumérico. En América Latina la tasa de analfabetismo asciende a 9%, con países en situación crítica como Haití, Guatemala o Nicaragua. Y en Colombia para el año 2012 era del 18.5% y para el 2015 del 5.7%, de acuerdo con reportes del DANE.
Para que la Unesco declare al país un territorio libre de analfabetismo la cifra debe estar por debajo del 4%. Según datos del Ministerio de Educación Nacional, las zonas donde mayor número de personas iletradas hay, son aquellas que han sido azotadas por la violencia y el conflicto armado, por lo cual ¿Dónde cree usted que hay mayor concentración de este porcentaje? Sí, tiene toda la razón: en la zona rural. Guainía, Vaupés, Vichada, Bolívar, Magdalena, Cauca y Chocó, y municipios como Tumaco y Buenaventura, cuentan con un alto porcentaje de analfabetismo, sin embargo, nadie se pronuncia respecto a este hecho.
Las Escuelas, son en general, uno de los espacios de acogida que garantizan que millones de colombianos puedan acceder a sus derechos fundamentales, a la educación, la información, la cultura y por supuesto a alfabetizarse, para tener mayores posibilidades de comprender por ejemplo lo que pasa hoy día con las movilizaciones sociales. Hecho que implica trabajar por una alfabetización que además de enseñarles a leer y a escribir, les permita participar activamente de la sociedad, asumir una ciudadanía y construir alternativas para el desarrollo de su territorio y el bienestar de los suyos, ¿sin embargo cómo hacerlo si en todos los rincones del país no están dadas las condiciones para ello? No hay bibliotecas, materiales de lectura y recursos didácticos que apoyen los proceso.
La educación de calidad es solo uno de los grandes retos que tiene Colombia, el cual vincula la disminución de las tasas de analfabetismo, el incremento en los resultados en pruebas censales, la disminución de la deserción escolar, el aumento de la tasa de graduación, entre otros, Sin embargo, la calidad en la educación no se soluciona solo con mejorar estos indicadores, pues las brechas sociales acumuladas históricamente son profundas y no se alivianan sólo con aumentar las cifras. En muchos lugares, rurales y distantes, de Colombia la escuela es, si no la única, uno de los pocos espacios culturales y educativos con que cuenta una comunidad. ¿Y si en todas existieran bibliotecas escolares?
De las casi 44 mil sedes educativas que hay en el país, no sabemos hoy cuántas cuentan con biblioteca escolar. A la fecha el Ministerio de Educación Nacional no ha realizado un censo al respecto aun sabiendo que la biblioteca es un espacio que fortalece la escuela, las comunidades y la garantía de derechos, y que aporta notablemente a los retos en la educación, como lo han demostrado otros países de la región y del mundo como Cuba, Argentina, Chile, Estados Unidos, España, entre otros. No conocemos a ciencia cierta el estado de la biblioteca escolar, aun sabiendo que el mayor porcentaje de disminución de las tasas de analfabetismo en el país se logró tras la formulación e implementación de los planes de lectura y bibliotecas, en los cuales se han hecho importantes inversiones. De modo particular el trabajo que el Ministerio de Cultura ha hecho en el campo de las bibliotecas públicas ha contribuido notablemente a garantizar el acceso a la información y a la cultura. Muy bien por el Ministerio de Cultura, pero y el ¿Ministerio de Educación?
El Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas fue desarrollado por el Ministerio de Cultura entre 2007 -2010. Y solo hasta el 2011 con el Plan Nacional de Lectura Leer es mi cuento, el Ministerio de Cultura se unió al de Educación para pensar un Plan Nacional de Lectura, para el país. Sin embargo, cada uno tiene su gerencia, una en el campo de la cultura y otra en el campo de la educación. La inversión en el caso de Cultura ha sido muy considerable, y se han tenido grandes logros en la consolidación de una Red Nacional de Bibliotecas Públicas, si bien tenemos retos, el camino recorrido es innegable Para el 2018, el Plan de Lectura, leer es mi cuento del MEN dotó 20 mil IE oficiales con 93.000 ejemplares de colección de lectura, además de 50 millones de textos escolares. Pero ¿Y si no hay biblioteca escolar qué pasa con esta inversión? Aunque según Mariana Garcés “Este ha sido de lejos el mayor esfuerzo que haya hecho cualquier gobierno en la historia del país, y tal vez de América Latina, por poner libros al alcance de su población. “
¿Qué sentido tiene este esfuerzo si las escuelas no cuentan con espacios, recursos y profesionales que puedan potenciar la inversión que el Gobierno Nacional ha hecho en los últimos años? ¿Qué sentido tiene mantener las colecciones guardadas en las cajas que el Ministerio de Educación entregó? ¿Acaso no es absurdo no contar con un espacio para albergar los recursos invertidos por el Gobierno Nacional?
Para fortalecer la institucionalización de la biblioteca escolar en el 2015 comenzó el proyecto Piloto del MEN Pásate a la Biblioteca Escolar que trabajó aproximadamente con 450 IE en jornada única procurando acompañar la biblioteca escolar. Su proyección era desarrollarse en tres fases: 2015, 2016 y 2017, sin embargo, su continuidad en relación con la disminución de recursos afecto los planteamientos pedagógicos y metodológicos planteados Pásate a la Biblioteca escolar invirtió una cantidad importante de recursos en, sin embargo, en el país no hay una normatividad que respalde a la biblioteca escolar por lo que tampoco hay un presupuesto claro para el futuro
Así que el hecho de que el Plan Nacional de Lectura y Escritura Leer es mi cuento, y el Plan Nacional de Lectura y Bibliotecas, hayan tenido inversión en el gobierno anterior no quiere decir que también la tendrán en este o en los venideros. Lo único que puede garantizar que se visibilice y posicione la biblioteca escolar es la modificación de la Ley General de Educación. Así que, si queremos contribuir a garantizar los derechos fundamentales de niños, niñas y adolescentes con relación a la cultura, la información y la educación, y que con esto logremos una educación de calidad necesitamos:
- Avanzar en la normatividad que respalde el pleno desarrollo de la biblioteca escolar en el país
- Garantizar la inversión de recursos en el Plan Nacional de Lectura y Escritura, específicamente en la línea de bibliotecas escolares y en el Plan de Lectura y Bibliotecas, pues ambas instituciones contribuyen al fortalecimiento del tejido social y la disminución de la desigualdad.
- La creación de plazas con perfiles idóneos para bibliotecarios escolares
- Bibliotecas Escolares Abiertas y sujetos que las dinamicen
Garantizar una educación de calidad, es una responsabilidad del Estado y sobre todo una exigencia que todos como ciudadanos debemos hacer. Y en este orden de ideas nombrar las bibliotecas escolares como un eslabón esencial en la constitución de una sociedad más justa, y destacar la vinculación de estas con las bibliotecas públicas, no sólo interesa para pensar el aumento de indicadores, sino para verdaderamente incidir en la disminución de la desigualdad social–