Álvaro Uribe sin lugar a dudas es el expresidente que ningún presidente de turno quisiera tener, ni acá ni en ninguna parte del mundo. Se adelanta a la agenda que debería de cumplir el jefe de Estado, para conseguir capital político y hablar sandeces del mandatario de turno aún a sabiendas de que es culpable, en gran medida, de lo que está sucediendo. Es ese que no supera que ya no es. Además es, sin duda, un buitre carroñero que está pendiente de lo que está en mal estado para ir a alimentarse de ello y así subir el rating político de su mal llamado Centro Democrático y de su figura como mesías de Colombia.
Lo que hace Uribe en Cúcuta es apenas comparable con lo que haría un asesino si va al velorio de su víctima: cinismo en su máximo esplendor. En su afán por conseguir popularidad y más capital político, Uribe Vélez pareciera que olvidara que muchos de esos colombianos deportados de Venezuela, alguna vez tuvieron que huir a esas tierras bolivarianas, por culpa de la guerra y sobre todo a causa de su tan reconocida “seguridad democrática”. Y las cifras respaldan esta tesis. El Tiempo, en un especial publicado este año, afirma que “Ecuador, España, Canadá, Estados Unidos y Venezuela, en su orden, son los países con el mayor número de víctimas por la violencia en Colombia que han solicitado ser reconocidas por la Unidad de victimas del país. De las 2.872 oficialmente registradas, solo 91 pidieron retornar al país” (ver informe). El 2007, dicho sea de paso, fue uno de los años en el que más desplazamiento hubo desde Colombia hacia Venezuela, y oh sorpresa, estábamos casi que en la mitad de la era Uribe, o sea en la primavera de la seguridad democrática. Y esas cifras que muestra el informe, fueron aumentando, y así lo pueden ver, debido también a la avalancha de TLC que se fueron adelantando durante su gobierno, y que Santos firmó desde el 2010, entre ellos el de Estados Unidos, tratados que paulatinamente los fue arruinando y motivando a que buscasen refugio en otros países, entre ellos Venezuela.
Podría empezar a recordar y profundizar en todo lo que las redes sociales han estado difundiendo, pero no es mi intención. Bien sabemos que Uribe es bien cínico, pero a veces le da la gana de rebelarse y dejar su cinismo en El Ubérrimo, y tener un poquito de vergüenza, o al menos hacerse el bobo: no estuvo con los familiares de las víctimas de La Escombrera, en el marco de la exhumación que ahora se adelanta en Medellín, en cuyas muertes tuvo autoría intelectual el expresidente; sin embargo, sí se compadece de las víctimas de la salud, acusando al Gobierno Santos de inepto (que sin duda lo es en muchos aspectos), cuando fue él quien provocó todo ello con la famosa ley 100 de la cual fue ponente; pero tampoco estuvo encabezando marchas por la paz, aun cuando él es uno de los actores más bélicos y proguerra que tiene este país, el cinismo no logró ocuparle la agenda para estos días; ahora bien, sí está de parte de los soldados caídos en combate de los últimos meses, que realmente son pocos comparados con la horda de militares asesinados durante su gobierno, todo por su seguridad democrática; tampoco estuvo ni está con los indígenas que constantemente son ultrajados por la fuerza pública en el Valle del Cauca, quizá porque esto no le daría tanto rédito político.
Pero así es el expresidente: cínico e incoherente. Entre tanto, esos que hoy se indignan con la situación en la frontera con Venezuela, ayer aplaudían los actos de Uribe cuando al bombardear terreno ecuatoriano para asesinar a Raúl Reyes, desencadenó una crisis aún más grave, no solo con Venezuela, sino también con Ecuador, situación que también incluyó cierres de fronteras. Entonces también son tan cínicos como incoherentes sus seguidores.
Como les arde que el pueblo prefiera a Uribe. Duelale a quien le duela URIBE es el mejor
[…] la foto mientras lo hace. Su hipocresía radica en preocuparse por unas victimas que el mismo creo, que el mismo desplazó con ayuda de los grandes terratenientes que financiaron sus campañas y que hoy son militantes de […]