“el relato que ambos personajes nos han intentado vender para perpetuarse en el poder durante cuatros años más, es un chiste; Upegui es un candidato inventado.”
Juan Carlos Upegui es un joven político, prometedor, con un futuro brillante; egresado de la Universidad Nacional en Filosofía y, si Dios quiere, próximo alcalde de Medellín. O, eso escucharíamos, si conversásemos con Daniel Quintero; exalcalde de Medellín, quien a falta de tres meses dejó el cargo ‘tirado’ para adherirse a la campaña política de su gran amigo; ‘JuanCa’. Los independientes, quienes comparten un vínculo familiar, se unieron hace varios años para crear el Partido del Tomate, un movimiento que pretendía combatir la politiquería tradicional. Lo cual termino solo en rodajas.
Ahora, Quintero busca seguir el ascenso meteórico de su carrera política apostándole a su caballo ganador, una triste copia de él. Tal vez su ego no le permitió que alguien más optara por el cargo y quiso mantenerlo en familia, así el costo fuese poner a la persona más carismática que encontró. La realidad del caso es totalmente alejada de la ficción, el relato que ambos personajes nos han intentado vender para perpetuarse en el poder durante cuatros años más, es un chiste; Upegui es un candidato inventado.
El filósofo que tiene la respuesta mesiánica para sacar del abismo en el que está sumido Medellín, es un tipo que se ha dedico a promover el pensamiento contra el “Fico-Uribismo”, y el cual su única experiencia relevante en el sector público fue como secretario de la No-Violencia, secretaria precisamente creada en el primero año de administración de Quintero. Quien haya creído que Upegui era la fórmula para ganarle a un político tradicional como Gutiérrez, déjeme decirle que tiene un gran pensamiento filosófico.
La idea de que Upegui pudiese aspirar a algo significativo en estas elecciones locales era absurda. Podrá sonar muy tajante, pero considero que es una persona a la cual le falta mucha casta política, una fuerte posición y un discurso que le permitiese generar convencimiento, claro está, sin desconocer que el contexto y espectro político medellinense, le iba a propiciar una contundente derrota. Por otro lado, Fico representaba todo lo contrario; un tipo que venía de elecciones nacionales con un fuerte apoyo local, ya es una cara conocida y se montó con la contrapartida anti izquierda, algo que es muy llamativo en el electorado medellinense por estos días.
En todo caso, lo que nos permite ver estas elecciones locales en Medellín fue que Quintero se equivocó. Le apostó al caballo que no sabía ni galopear. En tanto para Fico, su premeditada victoria fue un paseo, una contundente victoria sobre Upegui solo era un pequeño bocado para él, quién se hubiese imaginado un resultado diferente, estaría delirando. Ahora la verdadera incógnita es ¿qué será de Upegui? Seguramente termine aceptando su puesto en el concejo y de ahí en adelante, poco más. Realmente me parece un personaje que difícilmente pueda evocar un sentimiento o conexión con la ciudadanía, y representar a esta en algún cargo público, lo más seguro es que lo veamos internamente desde su partido Independientes.
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