“Garantizar la seguridad de los ciudadanos, implementar reformas que beneficien a toda la población y no a unos sectores en particular unir al país y hacerlo crecer, los retos delo próximo presidente”.
Falta menos de un año para que termine el gobierno del presidente Petro. No voté por él, pero cuando quedó elegido recuerdo la ilusión y la esperanza de sus votantes. Era la primera vez que un presidente de izquierda iba gobernar a gobernar el país y pensaban que lo haría de manera distinta: sin corrupción e implementando políticas sociales que beneficiaran a la población en general. Tres años después y conversando con varios de sus votantes, la mayoría están decepcionados porque el cambio que esperaban para el país no ocurrió. De 10 personas que en las pasadas elecciones votaron por Petro, 3 mantienen su apoyo, que coincide con la favorabilidad del 30% que aún mantiene y que en votos se traduce en cerca de 7 millones de votos, una cifra considerable que le daría para meter a su candidato en primera vuelta.
Sin embargo, el país que entrega Petro no es mejor que el que recibió: en materia de seguridad se volvieron frecuentes los atentados contra policías y ejército. La semana pasada fueron asesinados 13 policías en Amalfi que se desplazaban en helicóptero para ayudar con la erradicación de cultivos ilícitos; ese mismo día, en Cali hubo otro atentado en el que murieron 6 personas y más de 50 quedaron heridas. Cada semana hay reporte de atentados en algún lugar del país.
Si bien Colombia nunca ha estado exento de la violencia no podemos desconocer que había mejorado desde el 2002. Se habían erradicado las pescas milagrosas, se habían disminuido los secuestros y por tanto la confianza inversionista se había recuperado, así como el interés de turistas extranjeros en venir a Colombia que antes no lo hacían por miedo. El deterioro es evidente. Esta semana ocurrieron tiroteos en un corregimiento de Andes, Suroeste de Antioquia y en veredas rurales de Jericó y Támesis, en esta misma subregión también hay temor por presencia de grupos al margen de la ley.
La corrupción también ha estado presente en este gobierno y no ha habido una lucha frontal para combatirla. Uno de los mayores escándalos fue el desfalco de la UNGRD y uno de los sindicados de orquestar la trama, Carlos Ramón González, hoy se encuentra en Nicaragua gracias a un asilo que pidió la Embajada de Colombia en ese país y así protegerlo de la justicia colombiana. Recordemos también que los expresidentes de Senado y Cámara, Iván Name y Andrés Calle, hoy se encuentran con medida de aseguramiento porque recibieron sobornos del gobierno para tramitar sus reformas con dineros de la UNGRD.
Y parece que la corrupción no es un tema de preocupación del presidente Petro, en el Pacto Histórico -a pesar de las resistencias de algunos precandidatos-, recibieron al ex alcalde de Medellín Daniel Quintero, para que se haga contar como precandidato presidencial por esa colectividad en la consulta electoral que tendrán en octubre. Un exalcalde que salió como uno de los más impopulares de Medellín por estar sindicado de corrupción. No en vano, más de 40 funcionarios que trabajaron en la alcaldía de Quintero están hoy imputados junto con el mismo Quintero.
Garantizar la seguridad de los ciudadanos, implementar reformas que beneficien a toda la población y no a unos sectores en particular; reducir el Estado para que sea más ágil y ejecutivo; trabajar de la mano de los empresarios para que lleguen a los territorios más alejados para que creen más empleos y trabajar por la competitividad del país aprovechando responsablemente todos nuestros recursos naturales deben ser los retos del próximo presidente, así como los de unir al país y lo haga crecer.
¿Llegará el momento?
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