Bueno sería una pasada por la Universidad EAFIT, donde reposa el libro más viejo de Medellín, “El arte de amar y Remedios de amor”, de Ovidio. Constituye un poema que ofrece consejos amatorios para mejorar las relaciones entre los amantes. Impreso en 1494 cuando nuestros ancestros luchaban aún por mantener virgen de la civilización al territorio americano sur.
Remedios de amor para practicar en pareja. Fórmulas que ni en el imaginario loco del autor, concebía su aplicación a distancia y mucho menos utilizando aparatos inexistentes o venidos del mismísimo infierno si su fantasía los hubiese concebido.
Estrategias aplicables mirando de frente al ser amado y deseado. Maneras donde su efectividad exigía del contacto, del beso sin fronteras. Donde los amados superaban los obstáculos reales en un inocente, pero a la vez salvaje encuentro de pieles sudorosas, inexplicable para las sociedades actuales, imbuidas de ese encuentro sin encontrarse, de esa mirada a través de la grafía y simbología que diciendo “mucho”, no emociona ni humedece el cuerpo.
Las relaciones entre las personas, en tanto son seres sociables además de humanos, posibilitan la interacción de quereres, saberes y aceptación de anhelos, sueños, temores y perspectivas de vida familiar, social y profesional. Una intrincada conjunción de términos con intenciones semánticas para solo significar que los seres humanos en su caminar evolutivo, han logrado superar enormes obstáculos a partir de la presencialidad y el reconocimiento del uno en el otro además del encuentro físico que les acerca y les reconoce como tales.
Común era encontrar empatía en una mirada; al escuchar una voz angelical o perfectamente varonil. Aceptar al otro en el ofrecimiento de una sonrisa sincera. Creer en los demás solo con unas palabras de aceptación o crítica respetuosa por la labor. Enamorarse con fórmulas mágicas y efectivas exclusivamente cuando se daban encuentros cara a cara.
Hoy, es cuento del pasado. Te enamora un símbolo, un gif. Te relacionas con simbología fría y descarnada a través de similares herramientas tecnológicas. Las controversias amorosas, laborales, personales y profesionales, se desarrollan mediante la utilización de tecnologías que han “permitido” que el ser humano como tal, se aleje de sus congéneres y considere poco importante la interacción física.
Y el ser humano ya es tan frío y distante como esos instrumentos por donde discurren sus anhelos, temores, expectativas y deseos incluso sexuales, tan virtuales como su potencialidad.
“El arte de amar y Remedios de amor”, debería renacer para relegar por lo menos en temas de amor paternal, filial o relacional, a los nuevos, útiles pero ineficaces móviles que en nada benefician el encuentro de la pareja a partir de una pantalla. Es necesario incluso silenciarlo en la vibración, para vibrar de emoción con la cercanía del ser amado.