Históricamente Colombia ha tenido una balanza comercial deficitaria debido a múltiples factores, tales como: dinámicas regionales, acuerdos comerciales, inversión extranjera, precios de commodities y factores sociopolíticos internos y externos.
Actualmente, Colombia está en un entorno internacional complejo, marcado por tensiones políticas y sociales, en especial con el país de Venezuela, donde la crisis política y económica ha llevado a un aumento significativo de migrantes. Esto no sólo crea desafíos sociales, sino que también afecta la economía y el mercado laboral en el país.
Es el caso de los servicios públicos, el incremento de la población ha ejercido presión sobre los servicios como salud, educación y servicios básicos, lo que puede limitar la calidad y disponibilidad de estos servicios para todos los ciudadanos.
Dicha población, también está aumentando la demanda de bienes y servicios en Colombia, lo que genera presión inflacionaria en ciertas áreas. El índice de precios al consumidor (IPC), según el Banco de la República, para este mismo año fue de 5,62 y con una senda creciente para los años 2022 (13,12) y el 2023 (9,28).
Internamente, el país también enfrenta grandes desafíos, principalmente por la llegada del gobierno de Gustavo Petro, un gobierno de partido político de izquierda y a los pocos avances en los procesos de paz con grupos armados ilegales, aunque el acuerdo de paz de 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) fue un gran paso, pero la violencia generada con otros grupos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y bandas criminales siguen siendo un reto.
Estos problemas sociopolíticos que enfrenta Colombia, incluyendo también la corrupción, la desigualdad social y económica, los desplazamientos de poblaciones y el narcotráfico, tienen un efecto negativo importante en la inversión extranjera directa (IED) (la cual es crucial para el crecimiento económico del país), generando un entorno de incertidumbre que puede limitar la atracción de capitales internacionales y que opten por otros países con más estabilidad y menos riesgos asociados. Y que los pocos inversores internacionales pidan mayores retornos sobre su inversión como compensación.
Sin embargo, según el Banco de la República de Colombia y el Banco Mundial, la IED ha mostrado un comportamiento creciente desde 2021. Según estas entidades, los ingresos por IED para los años 2021,2022 y 2023, la IED fue en su orden de: USD 9.561 mil millones (3% del Producto Interno Bruto (PIB), USD 17.183 mil millones (4,91% del PIB) y USD 17.147 mil millones. Provenientes principalmente de Estados Unidos y España. Destinados en sus mayores porcentajes a los sectores de minería, hidrocarburos y energía, servicios financieros y empresariales e industrias manufactureras.
A pesar de que la IED ha sido creciente durante los últimos años, comparando a Colombia con México, el país de la región con más IED, se puede visualizar la desventaja que tiene Colombia. En el año 2021, México alcanzó una IED de USD 31.5 mil millones versus los USD 9.561 mil millones de Colombia. Impulsado por su cercanía a los Estados Unidos y a los tratados de libre comercio.
Estados Unidos no sólo es el mayor inversor extranjero de Colombia, también el principal destino de las exportaciones colombianas. Para el año 2021, según el Atlas de Complejidad Económica de Harvard, de los USD $45,2 mil millones de las exportaciones de bienes colombianos, el 28,94% equivalente a USD $13,1mil millones, tuvieron como destino final dicho país. Con productos como: petróleo crudo (29,93%), oro (11,04%), café (10,44%) y flores cortadas (10%).
Al igual que las importaciones, su principal país de origen ha sido Estados Unidos. Para el mismo año, de los USD $61.100 millones de las importaciones colombianas USD 15.7 mil millones, el 26,41% han sido de este país. Con productos como: aceites de petróleo refinado (18,14%), maíz y harina (7,08%) y servicios de: turismo, transporte y financieros.
Mejorar la balanza comercial entre Colombia y Estados Unidos puede ser un proceso complejo que involucra múltiples estrategias, tales como: trabajar en diversificar sus productos de exportación, en lugar de depender de unos pocos productos como el café y el carbón, podría desarrollar la producción de bienes manufacturados, tecnología y productos agrícolas. Fortalecer y aprovechar los acuerdos comerciales existentes, trabajando en reducciones arancelarias. Mejorar la infraestructura de transporte y logística en Colombia facilitaría el comercio, reduciendo costos y mejorando la competitividad de los productos colombianos en el mercado estadounidense.
La diferencia entre las importaciones y exportaciones conlleva al que el país tenga que recurrir a mecanismos de endeudamiento para financiar la diferencia, lo que afecta directamente la situación económica del país.
Esto es aún más crítico, ya que, para importar es necesario disponer de divisas, las cuales sólo se pueden obtener a través de las exportaciones o mediante créditos en divisas obtenidos de entidades financieras internacionales. Por lo tanto, es fundamental que el país busque estrategias para equilibrar su balanza comercial y reducir su dependencia de la deuda externa pública y privada, que para el año 2023, según el Banco de la República con base en la información del DANE, es de USD $196,205 millones de dólares, correspondiente al 53,6% del PIB.
Respecto al PIB per cápita, según el Atlas de Complejidad Económica de Harvard, Colombia se clasifica como una nación de ingresos medios altos, con una población para el año 2021 de 51,5 millones de personas, y se sitúa en el puesto 70 entre las 133 economías más ricas, con un PIB per cápita de USD $6.182, superando en promedio en un 0,4% a los países de la región.
No obstante, se espera que la economía colombiana crezca lentamente, debido a que históricamente el país ha basado sus exportaciones en productos con bajo índice de complejidad del producto (PCI), que dependen en gran parte de la alta volatilidad los precios internacionales de los commodities, afectando la estabilidad de los ingresos de exportación y, por ende, la economía del país. Por ejemplo, para el año 2021, la mayor participación en las exportaciones colombianas la tienen productos como Aceites de petróleo crudo (23,11%) con un PCI del -2.4% y el Carbón (10,45%) con un PCI del -1.68%. El crecimiento de las exportaciones no petroleras sólo ha crecido un 4,7% en los últimos 5 años.
Al exportar principalmente productos de baja complejidad, Colombia puede limitar su potencial de crecimiento. Las economías que diversifican y exportan productos más complejos tienden a tener un crecimiento más sostenido y robusto. Por consiguiente, Colombia enfrenta desafíos en términos de competitividad. Estos productos suelen tener márgenes de ganancia más bajos y mayor competencia internacional, lo que dificulta que el país destaque en el mercado global.
En cuento a la inversión directa (ID), la falta de una economía diversificada puede llevar a una menor inversión en educación, capacitaciones, investigación y desarrollo, ya que los sectores de baja complejidad no suelen requerir habilidades avanzadas, limitando la capacidad del país para innovar y mejorar la competitividad de sus productos.
Ahora bien, centrándonos en el sector de piedras, específicamente del oro en Colombia, que según el Atlas de Complejidad Económica de Harvard tiene una ventaja comparativa revelada de 3.42, ha mostrado un comportamiento dinámico y continúa siendo un componente clave de la economía, debido a que el oro tiene mejores perspectivas en el mercado internacional, enmarcados en la estabilidad de los precios internacionales.
Colombia ha mantenido una posición significativa como productora de oro (PCI -2,52) en América Latina, según el Atlas de Complejidad Económica de Harvard, en el año 2021, las exportaciones de oro colombianas fueron fuertes y representaron un 5,78% equivalentes a USD $3.08 mil millones de las exportaciones totales del país (USD $53.3 mil millones). Con una participación en el mercado mundial del oro (USD 427 mil millones) del 0,36%. Siendo Suiza el mayor exportador con un 20,20% (USD $86,4 mil millones), seguido por Reino Unido con un 9,52% (USD $40,71 mil millones).
En la región de Sur América, Colombia ocupa el tercer lugar en las exportaciones de oro con el 0,72%, después de Perú (1,81%) y Brasil (1,34%).
Dichas exportaciones, fueron en gran parte producto de la IED en el sector minero, que según el Banco de la República para el año 2021 fue USD $235 millones y ha crecido exponencialmente a través de los años: 2022 (USD $1.189 millones), 2023 (USD $3.300 millones) y primer trimestre 2024 (USD $694 millones).
Según la Agencia Nacional de Minería, los principales países inversores en el sector minero colombiano son Canadá y Australia. Algunas de las principales empresas mineras en Colombia incluyen a Aris Mining (Canadá), Agnico Eagle Mines (Canadá) y otros actores internacionales que buscan aprovechar el potencial del oro colombiano.
Además, las empresas locales también han estado aumentando su actividad, pero la IED sigue siendo crucial para el desarrollo del sector.
Para lograr esto, el país debe dar solución a diferentes problemáticas sociales:
- Ilegalidad y Minería Informal: uno de los principales retos para el sector, que no sólo afecta la producción oficial, sino que también plantea problemas ambientales y sociales. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el 65% de la producción de oro en Colombia corresponde a explotación ilícita en territorios o regiones que son altamente complejas debido a que, junto con la explotación ilegal de oro, algunas de ellas albergan cultivos de coca. Esta situación se relaciona con altos niveles de pobreza y bajos indicadores de desarrollo. Asimismo, en muy bajo porcentaje, la producción de oro formal no beneficia estas áreas, lo que las convierte en entornos propicios de grupos criminales organizados que luchan por el control del territorio en función de las altas ganancias que generan las economías ilegales.
Si Colombia quiere reforzar la IED en el sector, deberá reforzar los controles sobre la explotación ilegal y aumentar los niveles de formalización y legalidad. Orientando su estrategia a los pequeños mineros que requieren apoyo para operar en el marco de la legalidad y responsabilidad y cumplimiento de los estándares.
Esto permitiría mejorar los ingresos por impuestos y regalías, beneficiando a las regiones gravemente afectas por la ilegalidad.
- Regulaciones y Cumplimiento: Colombia es un país con alta complejidades en las regulaciones ambientales que pueden ser percibidas como obstáculos para la inversión, ya que las empresas deben cumplir con normativas estrictas. Y a esto se le suma la incertidumbre internacional por el reciente cambio de gobierno, en la que existe la posibilidad de enfrentarse a regulaciones imprevistas o cambios en las políticas existentes.
Cumplir con la normativa ambiental también puede implicar altos costos para las empresas mineras. Esto incluye la inversión en tecnología para cumplir con estándares ambientales y la implementación de programas de responsabilidad social.
Para esto el país debería generar condiciones e instrumentos, incluyendo políticas ambientales que faciliten la retribución y retorno de capital, pero asegurando operaciones que cumplan con estándares técnicos, ambientales y de protección a la vida humana, promoviendo la minería responsable y desarrollo sostenible.
- Violencia e inseguridad: la mayoría de las regiones mineras de Colombia, se caracterizan por ser territorios con altos índices de violencia y conflictos sociales, intrínsicamente relacionado con el control de economías asociadas a la explotación ilícita del oro y la lucha por la posesión de los territorios y sus títulos mineros.
Esto podría llevar a que las empresas inversoras se sientan vulnerables a la extorsión, la corrupción y otros delitos que afecten la viabilidad de sus proyectos.
La creación de un entorno más seguro y estable sería fundamental para atraer más inversiones y fomentar el desarrollo sostenible del sector minero. Al igual que enfocarse en la transformación de los territorios afectados.
En conclusión, el sector minero de oro es una parte importante significativa del PIB del país y es vital para equilibrar la balanza comercial y para la atracción divisas. Igualmente, también puede estimular la inversión en industrias auxiliares y de servicios, lo que también contribuye al desarrollo económico nacional. Sin olvidar que todo su desarrollo debe tener un enfoque sostenible. “Ninguna actividad productiva humana es sostenible por sí misma. Lo que sí existen, son actividades que contribuyen a un Desarrollo Sostenible, la minería es una de ellas” – Geólogo Roberto Mario Sarudiansky.
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